capitulo dieciséis

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MIERDA, GRACIAS DIOS MIO. DICE MEMO, QUIEN finalmente comenzó a respirar tranquilo al ver a Kevin llegando con Hirving.

Hirving iba de lo más tranquilo, comiendo del helado que le pidió a Messi que le comprará.

— ¡Chucky! — grita Diego, con los ojos llorosos, corriendo hasta donde estaban y agachándose para quedar a la altura de Hirving y abrazarlo.— Perdoname, wey.

Hirving lo mira confundido, y mira a Memo quien caminaba hacia ellos.

— ¿Qué pasó?

— ¿¡Por qué carajos te fuiste de la habitación!? — pregunta Memo con el ceño fruncido.

Oh oh. Un Memo enojado nunca era buena señal para Hirving, quién recuerda con miedo la última vez que Memo se enojo con él.

— Uhm... es que... ya no aguantaba a Diego, sinceramente, creo que es tu culpa por dejarme a solas con él, Paquito.

— Ahora resulta...

No puedo creer que tenga una foto con Messi.— dice Kevin, al fondo, viendo la foto por quinta vez.

— ¿¡Con Messi!? — Diego empuja a Hirving, alejándolo de él, para levantarse e ir con Kevin.— Carajo, maldito suertudo.

— Se que suena mal, pero gracias por perderte, Hirving.

— De nada.— el niño sonríe.

Pero la sonrisa desaparece tan pronto como apareció en su rostro.

Memo tenía las manos en la cintura, viéndolos con enojo.

— Estás en un país que no conoces, ¿Cómo se te ocurre andar solo con ese riesgo? ¿¡Tan siquiera entiendes que pudiste haber sido secuestrado!?

— Esto no es México, Memo.— dice, haciendo una mueca.— Bajale dos rayitas.

Pinche Hirving, no solo en México pasan esas cosas.

Hirving camina hasta sentarse en la orilla de la cama, dejando sus pies colgar.

— ¡No me digas que le baje dos rayitas, Hirving! Esto es serio.

Hirving toma su celular de la mesita de noche, comenzando a agregar a Messi a sus contactos, pues cuando Messi le dio su número a Kevin, Kevin lo escribió en un chat con Hirving para que fuera más fácil copiarlo y pegarlo.

De repente, su celular desaparece de sus manos.

Memo se lo había quitado.

— ¡Mírame cuando te esté hablando, carajo!

— Memo, dame mi teléfono.

Entiendelo, Memo, está pasando por la pubertad.

— Tu.— Memo señala con el dedo a Diego.— cierra el puto hocico.

— Ah, ok.— dice Diego.

— Yo ya me voy.— avisa Kevin, saliendo rápidamente de la habitación antes de que Memo también se enojara con el.

Diego lo sigue rápidamente, abandonando la habitación también.

— Memo, no soy un niño como para que estés cuidando.— dice.— bueno, físicamente si, pero mentalmente no. Soy un adulto hecho y derecho.

— Pues entonces comienza a actuar como tal.





























— ¡Uno! — dice rápidamente Hirving cuando le queda una carta.

¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora