capitulo dos

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HIRVING DESPIERTA LO QUE PARA EL FUERON AÑOS, a pesar de que realmente hayan sido solo cuatro horas de sueño, pero no abre los ojos.

Se queda en su misma posición no molestandose en levantarse. A pesar de que hoy de igual forma, tenía que entrenar.

"¿Qué tan necesario es que vaya al Mundial?"

Porque realmente se estaba replanteando la idea de faltar al entrenamiento de hoy, y conociendo al Tata, no le sorprendería si lo saca del equipo como castigo. Ese pinche ruquillo ya no sabía de qué otra formar arruinar al equipo.

Tarda otros quince minutos replanteandose la idea porque realmente tenía flojera y le gustaba la comodidad que la cama le ofrecía.

Suspira mientras se estira en su misma posición y abre los ojos, se despabila un poco y mira a su alrededor, aún tenía los ojos nublados por el sueño por lo que no le presta atención a su alrededor, por lo que no está consciente que su perspectiva de la habitación había cambiado.

Se levanta con pesadez, bostezando de nuevo mientras sale de la habitación de invitados de la casa de Guillermo, camino al baño.

Se talla los ojos cuando se detiene abruptamente, ¿Por qué rayos sus manos eran tan pequeñas?

Corre al baño, asustado de lo que encontrará, llega y se dirige al lavamanos, incluso si se quería ver al espejo, solo se alcanzaba a reflejar la parte de arriba de su cabeza. Con ambas manos puestas en el lavamanos toma impulso y con fuerza se empuja hacia arriba para una mejor vista en el espejo.

— ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHH!





Guillermo se levanta sobresaltado ante tal grito.

— ¿Hirving?.— pregunta, saliendo de la habitación.

— ¡Memo!.— era Hirving desde el baño, Memo se apresura hasta llegar al baño.

— Wey, ¿Qué pasó?

— Una tragedia.— solloza.

— ¿Por qué tu voz se oye... diferente? Mas... ¿Chillona? — pregunta confundido.

— Wey, ya me maldijeron.

— Hirving, abre la puerta.— dice Memo.

— No mames, Wey. Nooooooooo.

— ¿Que paso? Ya no la hagas de pedo.

Se escucha como quitan el seguro de la puerta y después de unos segundos en los que no pasa nada, es Memo quién abre la puerta.

— Wey.— solloza Hirving, viéndolo a través del espejo, por estar más pequeño se había tenido que sentar en el lavamanos.

— ¿¡Que carajos...!?












— Mmm, ¿Qué pasó?.— Memo se remueve, sintiendo el frío de piso debajo de él.

— Te desmayaste.— una voz chillona, pero definitivamente de un niño, es quien responde la pregunta de Memo.— Te iba a llevar a tu habitación, pero estás muy pesado como para arrastrarte.— se queja, haciendo un pequeño puchero y cruzandose de brazos.

¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora