Te vas a enterar de quien soy.

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Una semana después había finalizado la promoción de la película en España. El equipo, en el aeropuerto de Barajas, se disponía a regresar a Los Ángeles. Piper, desde lo ocurrido en el hotel Ritz, no había podido dejar de pensar en una cosa: la policía o, mejor dicho, su ex esposa, nadie conocía su secreto a excepción de su padre, las amigas que le acompañaban en el viaje y Tomy, su paño de lágrimas.

Tras recibir el fax del despacho de abogados días atrás en el hotel, la rubia se puso en contacto con un conocido en Nueva York, y este hizo su trabajo. Cuatro días después Piper recibía noticias en el correo de su portátil sobre Alex Pearl Vause. Su foto, su dirección, incluso los horarios en los que hacía footing.

Durante días, guardó toda aquella información en su maleta. No podía dejar de pensar en ella y mucho menos, dejar de admirarle. La joven alta y algo desgarbada que conoció en Las Vegas diez años atrás, se había convertido en una mujer sexy y con dejos varoniles que llamaban aún más su atención. 

Intentó zanjar el tema, olvidar que la había visto pero, extrañamente, le resultaba imposible. Se lo impedía aquella mirada turbadora a través del pasamontañas en la sala VIP, mientras esperaban a que su avión privado estuviera preparado para partir Tomy se dirigió a ella

—Me muero por cerrar los ojos y sleep. Qué ganitas tengo de plantar mi traserito en el avión y sleep durante allá el vuelo - Al ver que ella no contestaba le quitó el auricular del su IPod y sacándola de su mutismo le preguntó

—¿Me has escuchado, Queen? 

Piper asintió, le había escuchado perfectamente. En ese momento una señorita muy mona vestida de azul y rojo dijo acercándose a ellos:

—Cuando quieran pueden comenzar a embarcar. Ya tenemos su avión preparado - Parte del equipo de la película se levantó y se dirigió hacia el avión, y Tomy, agarrando su enorme bolso de colores, indico a su prima que se levantara.

—Cuchi... let'sgo. —Al ver que ella no se movía, zapateando en el suelo, repitió - Queen... no te hagas de rogar - Piper se levantó, pero en lugar de dirigirse hacia donde estaba todo el equipo buscó a Howard, el director de la película, que en ese momento estaba hablando con Mike Grisman.

Tras respirar profundamente y ser consciente de lo que Iba a hacer se quitó los auriculares, se planto ante él.

—Howard ¿sería un problema si hoy no regreso con ustedes y me quedo unos días más en España? 

—¿En España?- dijo sorprendido

—Sí. Necesito unos días para relajarme. Tras lo ocurrido no me siento con fuerzas para regresara Los Ángeles y atender a toda la prensa. Solo serían unos días. Después te prometo regresar y atender todos los compromisos que tengamos.

Mike, su compañero de reparto, frunció el ceño y dijo —Pero, amor, eso es imposible, estamos en plena promoción y no debes separarte del grupo.

Molesta porque aquel se entrometiera le miró. —Tú te callas. Y no vuelvas a llamarme amor, ¿entendido?

Mike Grisman no estaba acostumbrado a aquel tipo de trato y frunciendo el ceño preguntó:—¿Sigues enfadada todavía?

—Por supuesto que sí —siseó esta—. Lo que hiciste en el hotel de Madrid, eso de marcharte y dejarme sola allí, me tiene muy cabreada por lo tanto, ¡cállate!

—Pero amor... debemos regresar todos a...

Con cara de pocos amigos Piper miró a Mike, por quien suspiraban millones de mujeres y señalándole con el dedo le recriminó

—No estoy hablando contigo. Cierra el pico.

—Pero... ¡no debes! —insistió aquel. Cogiéndole de la pechera la joven, cansada, siseó.

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