Cierra el pico!

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A las dos de la madrugada todos decidieron regresar a sus hogares. Tras despedirse entre guiños de Nicky y dejar a Senda en casa de su padre, Alex y Piper se montaron en el coche y la morena se dirigió hacia su casa sin preguntar. Esa noche iba a terminar lo que había empezado el día anterior.

 Cuando llegaron Alex metió el coche en el garaje. Una vez apagó el contacto, miró a Piper y agarrándole con sus manos el rostro la atrajo hacia si y la besó. Durante toda la velada había deseado hacer aquello y ahora por fin podía hacerlo con tranquilidad. Tras varios besos cargados de erotismo, el teléfono móvil de Alex comenzó a sonar, y ella al ver el nombre de «Irene»,directamente lo apagó.

—¿No vas a contestar? —susurró Piper besándole el cuello—. Puede ser importante.

Ella sonrió, y sin bajarse del coche, se deshizo con premura de su chaqueta de cuero y, clavando sus verdes ojos en ella, susurró mientras le ponía sus manos peligrosamente sobre las piernas:

—En este momento, canija, no hay nada más importante que tú.

Ella sonrió y la morena la tomó para sentarla sobre sus piernas. El aire impregnado de sensualidad iluminó el rostro de las dos. Alex, excitada, devoró su boca. Lamió sus labios.Mordisqueó su barbilla. Ella se quitó su abrigo verde.

—Deberíamos entrar en la casa ¿no crees?

Desde su adolescencia no había vuelto a hacer aquello en un coche.

—Luego... —susurró Alex bajándole lentamente la cremallera que el vestido tenía en la espalda

El vestido cayó sobre su cintura, dejando a Piper solo con un sensual sujetador rojo. Su perfume y la pasión que desprendía contribuyeron a que la Geo, excitada por el momento, deseara desnudarla allí. En su coche.

—Uf... Qué calor...

—Sí... mucho calor... —respondió pasando su lengua entre sus pechos, mientras con un dedo le acariciaba la espalda

Excitada como en su vida, por su ronca voz y por cómo la tocaba, la rubia echó el cuello hacía atrás, mientras disfrutaba de las caricias y los besos, primero en el cuello, después entre sus pechos y finalmente en ellos. El gruñido ronco de la morena al sacarle un pecho de la fina tela del sujetador, hizo que la rubia volviera a la realidad y agarrándole del pelo para atraer su mirada

—Esto no es buena idea

—Estás muy equivocada, es una excelente idea...—respondió mientras lamía con mimo su rosado pecho.

—Alex... me gustas y

Apartándose de ellas unos centímetros la miró a los ojos y pregunto

—¿Eres adulta para tomar tus propias decisiones o no?

—Sí.

—¿Entonces dónde está el problema?

—No lo sé...

—Canija, ¿no me dijiste que tú vives el momento

—Sí —si algo había aprendido día a día era a disfrutar de la palabra «ahora».

—Pues vivámoslo — respondió tomando prisionero el rozado pezón entre sus labios —. Esto es lo mejor que te puedo proponer. Tú y yo estamos aquí, no hay compromiso alguno, nos deseamos y queremos sexo. ¿Cierto? —ella asintió—. No pienses en nada más. Solo en lo que deseas ahora. Mañana será otro día. Ahora estamos aquí tú y yo, eres preciosa y yo deseo besarte y... 

—¿Tienes preservativos? 

—Por supuesto —asintió ella sacándose la cartera del bolsillo de atrás del pantalón. 

¿Tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora