Paso por ti a las ocho y media!

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En la planta de arriba Piper se sentó en la cama y sin pensárselo dos veces, se puso las lentillas oscuras, después se vistió, se puso las gafas y se arregló la peluca. 

Cuando comprobó que su aspecto era decente y especialmente irreconocible, cogió su bolso guardó el estuche de las lentillas y bajó de nuevo al salón. 

Al entrar, se encontró con una mujer de unos cuarenta años con los mismos ojos que Alex. 

—Hola, soy Irene y siento mucho haber irrumpido de esta manera —dijo la mujer en un tono amigable mientras caminaba hacia ella.

—Encantada. Soy Elizabeth y no te preocupes, no pasa nada. 

Irene, sorprendida por la simpatía y belleza natural de aquella muchacha, la observó con curiosidad. —¿De dónde eres? — preguntó curiosa

Alex, al escuchar a su hermana, maldijo por lo bajo.¿Por qué tenía que ser tan metiche? Y al ver que Piper dudaba contestó por ella. 

—Se podría decir que es de Asturias aunque no vive allí.  

Tocándose la barbilla y cerrando un ojo para inspeccionarla, Irene dijo queriendo saciar su curiosidad: —¿Asturias con ese acento?- pero como obtuvo respuesta, trató de suavizar el momento—Por cierto tienes un pelo precioso. Se nota a leguas que es tu color natural. ¡Qué bonito! 

—Gracias —sonrió esta tocándose la peluca. 

La morena para intentar cortar aquella conversación, llamó la atención de su hermana. —Irene ¿querías algo? Te lo digo porque estaba apunto de llevar a Pi... Elizabeth al castillo.

—¿Estas alojada en el parador? 

—Si. 

—¿Es un lugar precioso verdad? 

—¡Divino!Cada vez más enfadada con su hermana por su cháchara, intentó hablar.

- Yo y....

—A ver, hermana deja de matarme con la mirada y escucha. He pasado por tu casa por dos cosas. La primera,para recordarte por trigésima vez que tienes que confirmarme si libras las Navidades y así poder contar contigo en los festejos importantes.

—Que sí, pesada —suspiró la morena—. Ya lo miré y estoy libre ¿Qué más? 

—¡Genial! Y la segunda es porque hoy es el cumpleaños del abuelo y quería saber si mañana viernes librabas y podía contar contigo para que vinieras a la cena familiar. 

He hablado con Eva María y vendrá de Madrid. 

—Iré. Estoy de libre hasta el lunes. 

—¡Estupendo! —asintió Irene.

 acto seguido se giro hacia Piper — Elizabeth ¿te apetece venir a la cena? Estoy segura de que a mi padre y al abuelo les encantará conocer a una amiga de mi hermana. 

Alex quiso estrangularla. ¿Qué estaba haciendo su hermana?  

—Gracias por la invitación pero no puedo asistir. - dijo al ver el rostro de la morena 

—¿Por qué? —preguntó ganándose una reprochadora mirada de su hermana

- Por Dios Irene, deja de ser tan metiche - la miró con fastidio. 

—Creo... creo que no estaré aquí —respondió con cierto pesar. —

¿Te vas? Oh, que pena, apenas nos hemos conocido y... 

—Joder!!, Irene —protestó Alex—.¿Quieres dejar de ser tan indiscreta? 

Irene miró a su hermana con gesto de enfado y cogiendo su bolso dijo antes de salir por la puerta todo lo digna que pudo 

—Me voy, porque no quiero arrancarle el pellejo a cierta individúa —luego volviéndose hacia Piper se acercó a ella y tras darle dos besos le susurró al oído —Encantada de conocerte y si puedes ven al cumpleaños del abuelo. Le encantará conocer a una amiga de esta pendeja. 

Dicho esto tras tocar la cabeza de Senda que parecía escuchar sentada entre ellos, Irene se marchó dejándoles paradas a las dos en medio del salón. 

—Perdona a mi hermana, es tremenda. 

Piper estaba muerta de risa, Senda al parecer sabía que se acercaba la despedida, por lo que se acercó para que Piper le tocara la cabeza —Pues a mí me ha parecido muy simpática. 

Alex tomó las llaves de su auto para llevarla a donde se hospedaba.

—Lo es. Aunque también es demasiado metiche. - dijo suspirando.

El trayecto en el coche hasta el castillo fue corto. Demasiado corto para el gusto de ambas, paró en la puerta de la entrada. 

Ambas querían seguir hablando, pero estaba claro que aquello debía acabar. Había sido extraño y hasta divertido aquel raro encuentro mientras duró, pero había que ser objetivo y pensar que ella una estrella del cine y Alex solo una policía española. 

La joven actriz, sin moverse de su asiento, sonrió. Sabía que tenia que moverse y salir, pero algo se lo impedía, miró los ojos verdes de la Geo y siguió su recorrido visual por el resto de su cara, cuando llego a los labios carnosos de la morena, se estremeció, deseo besarlos, pasar su lengua sobre ellos, quería saber que sabor tenía la saliva de su ex mujer.

 —Ya hemos llegado — dijo Alex algo incomoda por la intensa mirada de Piper

 —Sí, aquí estamos —asintió tocándose las gafas. 

Alex al ver el brillo en los ojos de la rubia sintió una punzada de deseo. Aquella mujer, su boca, sus ojos, su piel, era una autentica y morbosa tentación. Pero debía olvidar lo que ella y su entrepierna deseaban o la situación se tornaría embarazosa. 

El silencio entre las dos se hizo denso e insoportable, pero Alex trató de alivianarlo 

—Ha sido un placer volver a verte y siento lo de mi hermana. - Piper solo sonrió  —: No sé cómo se le ha ocurrido invitarte al cumpleaños del abuelo. 

—A mí no me hubiera importado asistir. 

—¡¿Cómo?! —preguntó sorprendida. 

Consciente de lo que había dicho, maldijo en silencio. Pero al final encogiéndose de hombros susurró con una tímida sonrisa. 

—No tengo prisa por regresar a Los Ángeles. Allí la navidad en cierto modo me entristece, demasiadas ausencias, Además, la promoción de mi última película no continúa hasta dentro de un mes en Tokio. —Y quitándose las gafas la miró—. ¿Sabes? en el fondo reconozco que me hubiera gustado conocer a la familia que tuve hace años durante unos días. 

- En serio!!, bien mañana te recojo a las ocho y media aquí mismo ¿de acuerdo? - Piper asintió feliz 

Con una sonrisa tonta en los labios abrió la puerta del auto —Okay. Aquí te esperaré —

Rápidamente sacó un bolígrafo de su bolso y en una tarjeta personal le apuntó su teléfono móvil y se lo entregó—. Toma, por si surgiera un imprevisto y tuvieras que avisarme.

Alex tomó la tarjeta y la puso en el bolsillo de sus Jeans, la rubia salió del coche y se alejó. 

Cuando desapareció tras las puertas del parador Alex golpea su volante y se maldijo, por ser tan débil ante ella, por desearla, por no poder contenerse al tenerla en la misma ciudad, quería verla, quería que su familia la conociera, pero las preguntas se agolpaban en la cabeza. ¿Qué estaba haciendo?¿Por qué la había animado a cenar con ella y su familia? Pero, segundos después sin entender por qué sonrió, sonrió como hace tiempo no lo hacía.

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El segundo del día..

Espero que les guste

@MayaSP88... un día menos mi negra hermosa

Las quiero

Karo

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