Mi relación con Mike... es nula!

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Los días pasaron, ambas conocían la verdad sobre cómo se filtró la información a la prensa y sobre lo mucho que se echaban de menos, pero ninguna movió ficha. El daño que habían sufrido en sus corazones era tal que ambas decidieron pasar página y olvidar.

Alex continuó con su vida e intentó disfrutar de los días libres que le quedaban antes de reincorporarse de nuevo a su unidad. Piper hizo lo mismo y más cuando supo que la morena había regresado sana y salva de Irak. Saber que estaba bien era lo único que necesitaba para poder continuar viviendo.

El veinticinco de febrero, la víspera de la gala de la entrega de los Oscar, Piper cenaba junto a Mike Grisman y varios de los nominados a los premios. Todos se reunieron en el hotel Seminius para disfrutar de una velada entrañable. En su misma mesa se sentó Salma con su marido y aunque no podían hablar en privado porque estaban situadas una enfrente la una de la otra, se entendían con la mirada.

Durante la cena, la rubia comprobó que no muy lejos de su mesa estaba su padre con su mujer. Se saludaron desde la distancia con un movimiento de cabeza. Su relación, tras regresar de España, se tornó inexistente. La discusión que mantuvo con ellos había abierto brechas incurables. Aquel día, la actriz, presa de su pena y su tristeza les pidió comprensión y afecto, algo que ellos decidieron ignorar. Aquella frialdad fue lo que definitivamente le congeló el corazón. Estaba sola y así era cómo debía aprender a vivir.

Un ruido ensordecedor la sacó de sus pensamientos. Al girar la cabeza sobresaltada para ver qué había sucedido, vio a un joven camarero en el suelo recogiendo la pila de platos que se le
habían caído.

—Que torpe eres chico y eso que solo tienes que llevar y traer platos —se burló Mikel Grisman a su lado haciendo reír a varios de los comensales.

El muchacho, al escuchar aquello, levantó la vista. En su mirada se reflejaba la rabia por aquel comentario pero calló. Piper, sin poder evitarlo, se fijó en la chapa que llevaba en la solapa de su chaquetilla blanca. «Josh», leyó. Y levantándose de la mesa dijo mientras ayudaba al chico a
recoger la loza rota —No le hagas caso Josh. Ya me gustaría verle a él haciendo lo que tú haces.

Boquiabierto, el muchacho la miró y sonrió. Ante él estaba la grandísima Piper Chapman, ayudándole a recoger los platos rotos y levantándole el ánimo. —Gracias, señorita Chapman —sonrió aquel. Ella le guiñó un ojo.

—De nada, Josh.

Mientras ayudaba al muchacho, recordó el día en que otro camarero cayó a los pies de Alex en la cafetería de Madrid. Su amabilidad y humanidad, nada tenían que ver con la de Mike. Al pensar en ello sonrió, y con los recuerdos dando vueltas por su cabeza, acabó de ayudar al muchacho. 

Cuando volvió a su asiento junto a Mike, este la recriminó —Piper, ¿Qué estabas haciendo?

—Ayudando a Josh —respondió tras guiñar el ojo a su amiga Salma, sentarse y ponerse la servilleta sobre las piernas.

Después de que otro de los camareros les sirviera el segundo plato, Mike insistió acercándose a ella —Debes mantener tu posición social, eres Piper Chapman, no una recogeplatos. ¿Qué pensaran los demás sobre lo que has hecho?

La joven miró a los comensales que les acompañaban en la mesa y tras sonreír a su amiga respondió con tranquilidad —Sinceramente Mike, los que son mis amigos ya me conocen y el resto me importa bien poco lo que piensen —molesta por aquella llamada de atención le siseó - ¿Qué pasa, tú nunca te has tropezado? ¿Nunca has necesitado ayuda?

Incapaz de contestar a aquello el divo del cine miro a su alrededor hasta encontrarse con la mirada de Bill Chapman y malhumorado entre dientes: —Con solo mirar a tu padre, sé que piensa como yo.

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