CAPÍTULO NUEVE

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Me siento en la fuente y me quedo examinando al dragón, cinco minutos después un hombre sale por las puertas principales, creo que me va a pasar de largo pero se detiene a mi lado.


-Señorita, soy el doctor en jefe de la familia Tellgs-


-¿Eh?-


-Es una abreviatura de Stella Ignis – sonrío, debe de tener al menos treinta y cinco años. Pero no tardo mucho en captar que el apellido de Zeth es Tellgs. Si tuviera fuerzas me partiría de risa, pero como no las tengo una pequeña risilla sale de mis labios.


-El señor Zeth me ha enviado a revisar su brazo- Así que ¿se ha dado cuenta?


-De acuerdo- dejo que se siente a mi lado en la fuente del dragón mientras abre un botiquín que lleva en la mano, al abrirlo veo líquidos de diferentes colores, alcohol, vendas y...jeringas. Sí, les tengo miedo a las inyecciones. Trago saliva, pero me hago la fuerte cuando comienza a limpiar mi herida.


-¿Le duele mucho, señorita?-


-Dime Kalia, por favor, y no me duele, solo arde- sonríe


-De acuerdo- rocía un poco de agua sobre el brazo...ay no era agua...arde como mil demonios, mi cabeza comienza a pensar en miles de maldiciones, algunas tan nuevas que no se me habían ocurrido hasta ahorita.


-Ya está desinfectado, ahora lo voy a vendar. Es una herida profunda, tal vez queden pequeñas cicatrices en el área donde se clavaron los dientes, pero nada que se note a simple vista- 


-Gracias- Cuando termina de vendarme le doy las gracias de nuevo y se retira para verificar que nadie más este herido. Me dispongo a entrar a la casa cuando un chico rubio de ojos cafés me impide el seguir camino al colocarse entre la entrada y yo.


-Perdón, no te quito mucho tiempo, soy Bastiaan, uno de los arqueros- señala hacia la muralla- solo quería agradecerte, lo que hiciste fue increíble, si no fuera por ti probablemente hubieran penetrado la muralla-


-Este...gracias...yo soy Kalia-le extiendo la mano


-Kalia- dice como intentando grabárselo, me estrecha la mano.


-¿Alguien está herido?- le pregunto


-No gracias a ti- esto se está poniendo incomodo, no me gustan mucho las atenciones porque nunca he estado acostumbrada a ellas mas que por mis padres adoptivos y una que otra vez por Ray.


-Dense crédito, gracias a sus tiros murieron varios- cinco para ser exactos, pero a quien le importa el número, sonríe de medio lado.


-Eso si, tengo que regresar a mi puesto para ver nuevos ángulos de tiro, gracias de nuevo, Kalia-


-No hay de que- comienza a irse, cuando un foquito se prende en mi cerebro-¡oye, Bastiaan!-gira, mientras sigue retrocediendo de espaldas.


-Mande-


-¿Podrías convocar una junta con los solados mañana? Podríamos llegar a una estrategia para defendernos-


-¡Sera un verdadero placer!- Lo veo correr hasta perderse en unas de las esquinas del inmenso jardín.


Llena de curiosidad ya que nunca he estado en es aparte del palacio, me acerco hasta donde él dobla y entiendo todo. Pero que estúpida soy, claro que los soldados no salen de la nada. Frente a mi tengo una pequeña plaza con aproximadamente veinte casas pequeñas. Deben de compartir habitación. Camino hasta el centro quedando rodeada de las casas pintadas de azul marino, en la parte detrás queda la vista al bosque, y si enfocas bien la mirada se alcanza a ver el columpio en donde estuvimos Hila y yo.


-Veo que me seguiste- pego un brinco y doy un puñetazo, el cual alcanza el pecho de Bastiaan, se dobla del dolor.


-¡Lo siento, son los reflejos!-lo ayudo a incorporarse.


-Vaya que tienes reflejos mujer- me disculpo de nuevo y una vez que el me perdona le hago la pregunta que me está carcomiendo el cerebro.


-Bastiaan ¿Por qué no hay una muralla que nos separe también del bosque? ¿Qué no es peligroso?-


-El señor de la casa es muy amigo de la familia real y este bosque es territorio del rey. Siempre está bajo vigilancia-


-Ya veo- no me fiaba aún de la "vigilancia" ya que si son humanos no hay mucho que puedan hacer. Me encamino a la puerta de entrada.


-Oye Kalia, los soldados están más que dispuestos a hablar contigo mañana-


-Genial, gracias Bastiaan, nos vemos mañana- en ese momento el cansancio llega. Ya ni puedo recordar cual es mi nombre.

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¡Hola pequeños mutos!

¡Buenas noticias!...hay comentarios y estrellitas aparte de que hay varias personas que están leyendo la historia, así que... ¡subiré toda la historia!, no los dejare colgados, los quiero y les doy gracias por el apoyo, así que no se preocupen, aun falta bastante para que acabe, y nos seguiremos leyendo por un rato. Los quiero.


Con cariño Dany.

Créditos(editora): Paola

A prueba de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora