CAPÍTULO VEINTIUNO

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Tiemblo, soy una gelatina andante, mis piernas casi no me sostienen pero muestro la mayor seguridad que puedo y continúo adelante aun agarrada de la mano de Zeth, claro todos van delante de nosotros así que nadie nos puede ver. Me coloco la capa revisando que este bien colocada para evitar ser reconocida, que aunque ya hayan pasado cuatro años mi cara no ha cambiado mucho.

Caminamos hasta un arco de piedra, contengo la respiración, muchos recuerdos regresan pero ya no son tan fuertes como al principio, el haber hablado con Zeth me ha ayudado más de lo que alguna vez creí posible. Siento mucho coraje, resentimiento hacia la gente de este pueblo por haberme quitado a mi familia y una ira asesina se despierta en mí, más que nunca soy capaz de reconocer al demonio que llevo dentro. Logro contenerme pensando en el futuro de los gemelos y de Lila con el bebé y también porque los principales culpables están ya muertos.

Traspasamos el arco y todos se nos quedan viendo ya que casi no reciben forasteros. Lo bueno es que el clima comenzaba ya a ser un poco frio por la época del año, por lo tanto no era tan raro que yo tuviera bien puesta la capa.

-Vamos a hablar con el regente del pueblo- dice Zeth a lo cual todos asienten, yo no hago ningún movimiento pero entonces caigo en cuenta de que todos miran para todos lados intentando descifrar por donde es, como si de repente una flecha enorme fuera a aparecer y decir "por aquí por favor", suspiro y les digo

-Síganme- ignoro las miradas de extrañezas de todos menos de Zeth que solo esboza una media sonrisa y comienzan a seguirme. Camino entre las personas, esquivándolas mientras intentan regatearle el precio a los vendedores pero estos se mantienen firmes, las casas son de diferentes colores ya que aquí se acostumbra que se pinte la casa por la profesión que el que la habita ofrece, como por ejemplo, los abogados son de gris, los doctores de azul, los soldados encargados de este pueblo de verde, así sucesivamente, aunque no todas las casas estaban pintadas de colores, eran completamente blancas, ya que algunos preferían el anonimato , el no ser molestados o simplemente ejercían un oficio no muy digno. Sara se encargaba de contarme todas estas cosas y me las explicaba desde la ventana de mi habitación.  

Llegamos a la casa más grande de todo el pueblo, cuenta con tres pisos, se distingue de todas ya que tiene un color rojo pálido, tres balcones en el segundo, piso, uno por cada habitación, y uno grande por otra gran habitación hasta el tercer piso. Yo nunca he estado ahí antes y pude llegar gracias a que como no tenía nada que hacer en esas tardes solitarias me dedicaba a memorizarme las calles y los callejones que desde mi ventana se veían, además de que la casa del gobernador, no muy lejos encima de la colina se encontraba mi casa, y se un poco como es por dentro por Joe. Joe... cuando tenía doce años, una noche de verano escuche como se corría la ventana de mi habitación, de ella entro un niño que sería dos años mayor que yo. Me asusté cuando lo vi y el también y por miedo tape su boca antes de que gritara, una vez que se calmó lo solté, hubo un gran momento de silencio incomodo, entonces decidí que no era peligroso y me presente con él y el hizo lo mismo, él era el hijo del gobernador y tenía curiosidad por la gente extraña que vivía en la casa, nos pasamos la noche hablando sobre mí ya que sus preguntas nunca terminaban, recuerdo querer meterle un zapato en la boca para que dejara de preguntar de una vez por todas, y lo peor es que al saber lo que era se lo tomo como si fuese de lo más normal, ojala más gente fuera como el, pensé en ese momento. Después me hablo del mundo exterior. Me fue a visitar dos veces más, la última me dijo que su padre lo enviaba a la capital para estudiar, fue un día antes de mi cumpleaños número trece, quien hubiera dicho que solo dos semanas después de nuestra despedida quedaría huérfana. Él fue el primer contacto con alguien que no fuera Sara o Trevor.

Tocamos la puerta y nos recibió una mucama de unos cuarenta años y solo nos dejó pasar porque dijimos que veníamos de parte de la familia Tellgs, en serio que son famosos y todo Brarmon los adora he idolatra. La mucama le hecho una mirada nada disimulada a Zeth, pero ¡que descaro! ¡Podría ser su madre!

Pasamos a una sala con muebles color marfil con detalles cafés simulando madera, las paredes dentro también son de un color rojo claro que le dan un toque de vida a la habitación. La mucama se retira y después de un momento regresa y dice

-El gobernante, el señor Gravery- de detrás de ella sale se asoma el señor Gravery, el alma se me cae a los pies, esta vestido con pantalones de vestir pero la camisa desfajada. Su cabello café le cae ligeramente sobre la frente.

-Lamento las fachas pero estaba revisando algunos papeles...- se me queda viendo, así que me quito la capucha, entonces abre sus ojos color avellana tanto como el día en que nos conocimos.

-¿Kalia?-

-Hola Joe-

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SIN EDITAR

Perdonen las faltas de ortografía.

Con cariño: Dany

A prueba de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora