Mi presencia en la casa pasó a segundo plano, pues Anâaj acaparaba toda la atención de mis padres; y Kiyo la atención de mi hermana. Confieso que al principio me molestó un poco, pero solo fue al principio. Lo que más me sorprendió fue que no preguntaran por Ariana.
Anâaj parecía disfrutar de las innumerables preguntas que mis padres le hacían. Ella las respondía con tanta facilidad, que hasta yo me creí todas las mentiras que dijo.
Llegó la tarde, y mis padres y Anâaj continuaban charlando. Ahora la charla no era sobre ella, sino sobre mí. Hablaron de todo: de mis travesuras, de los accidentes que tuve, de mi primera novia, de mis sueños, de todo. Lo único bueno fue que Anâaj disfrutó de la compañía de mis padres y mi hermana, y viceversa.
Al anochecer, mis padres y mi hermana tuvieron que retirarse a dormir. De igual forma, Anâaj me pidió que la acompañara a mi antigua habitación para ayudarle con la cama.
—Tus padres son muy especiales —reconoció Anâaj mientras se sentaba sobre mi antigua cama—. Te envidio.
—¿Y los tuyos? —pregunté mientras sacaba una cobija del armario—. Algo bueno han de tener ellos, ¿no? ¿Algún día me los presentarás?
Ella no respondió. Me giré hacia ella, y vi que tenía la mirada clavada en el suelo.
Me senté junto a ella y posé mi mano izquierda sobre su hombro. Con mi mano derecha la tomé del mentón y le levanté la cabeza con delicadeza: había lágrimas en sus ojos. Se enjugó las lágrimas y me regaló una sonrisa cansada.
—¿Recuerdas cuando volví y pasé varios días dormida? —preguntó Anâaj.
Asentí con la cabeza.
—¿Quieres saber por qué volví en tan mal estado? —preguntó ella.
—Muchas veces quise preguntártelo —confesé—, pero nunca tuve el coraje de hacerlo.
Ella bajó la mirada hacia sus manos, y dijo:
—¿Quieres saber qué pasó?
—Solo si tú te sientes totalmente dispuesta a hablar de eso —respondí.
Ella asintió ligeramente con la cabeza, se sentó sobre la cama, con las piernas cruzadas, y a continuación preguntó:
—¿Recuerdas que una vez te dije que mi planeta natal estaba en guerra?
—Sí —respondí—. Ya casi se cumplen cuatro meses de eso.
Ella asintió, y continuó:
—¿Recuerdas cuando te dije que me pensaba quedar aquí por tiempo indefinido?
—Pero después aceptaste quedarte por el resto de tu vida —señalé.
Anâaj sonrió por un instante, y preguntó:
—¿También recuerdas que investigaba otros planetas?
—Sí —dije—, lo recuerdo perfectamente.
—¿Recuerdas que te conté que en un planeta me descubrieron? —preguntó ella, algo incómoda.
—Pero lograste escapar —añadí.
Anâaj asintió con la cabeza, y dijo:
—Éramos cinco Gionme Rhuroj los que estuvimos cautivos.
»Esa civilización le declaró la guerra a la mía. Por eso fue que no pude regresar a mi hogar.
—¿Tu civilización y esa otra se conocían antes? —pregunté.
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Gionme Rhuroj
Science FictionAlan es un joven universitario que, por diversas razones, ha tenido problemas en el amor. Sin embargo, una noche conoce a una joven misteriosa que, por coincidencias o el destino, termina volviéndose muy unida a él, y más cuando descubren que no es...