Eran las diez de la noche. Anâaj y yo nos encontrábamos en la sala, esperando a que llegara su visita. Aunque intenté en varias ocasiones iniciar una conversación, Anâaj estaba demasiado nerviosa para pensar. Ya que no podía hacer que ella enfocara su mente en otra cosa, decidí obtener un poco de información sobre su visita.
—¿La conoces? —pregunté.
Anâaj volvió a la realidad.
—¿Cómo dices? —dijo ella.
—¿Conoces a la persona que vendrá?
Anâaj asintió con la cabeza, y dijo:
—Es mi Enka: mi mentora. Ella es una Gionme Rhuroj experta. Digamos que ella es responsable de todas mis investigaciones.
—Creí que ya no vivía ningún Zshanma que tú conocieras —dije.
—Pues me equivoqué —respondió ella—. No me preguntes qué es lo que ella quiere decirme, porque no lo sé. Pero parece que es muy importante, de lo contrario no se habría molestado en bloquear mis habilidades.
—Así que fue ella —observé.
Anâaj asintió, y dijo:
—No entendí por qué lo hizo. Solo dijo que era importante que dejara de usarlas.
Sonó el timbre de la puerta. Sentí que mi corazón se aceleraba, y apostaba a que el de Anâaj estaba igual.
—Yo abro —dije mientras me ponía de pie y avanzaba hacia la puerta.
Abrí la puerta. No sé quién de los dos se sorprendió más: si yo por la gran similitud que la mujer misteriosa y Anâaj compartían, o ella porque yo me encontraba ahí. Como ella no decía nada, me decidí a hablar.
—Busca a Anâaj, ¿verdad?
—Sí —respondió la mujer.
—Por favor, entre. Anâaj la espera.
La mujer entró a la casa, y su mirada se cruzó con la de Anâaj.
—Aeth, Enka edet —dijo Anâaj mientras se ponía de pie y realizaba una ligera reverencia, muy similar a las que se acostumbran en japón. Su voz aún tenía un tono de nerviosismo.
—Aeth, Inken edet —respondió la mujer con voz seria. Se acercó a Anâaj y la tomó del brazo izquierdo, lo que, según recordaba, significaba que ella se alegraba de verla. Se giró hacia mí, y dijo—: Déjanos solas, por favor.
Estuve a punto de obedecer, pero Anâaj dijo:
—Déjalo que se quede, Enka. Después de todo lo que él ha hecho por mí, no creo justo que no le permitas escuchar nuestra conversación.
—Es tu decisión —dijo la mujer.
Tomé asiento. Anâaj y la mujer permanecieron de pie.
—Debe haber sido muy difícil para ti enterarte de lo ocurrido en Zshanma —dijo la mujer.
—Trato de continuar con mi vida —respondió Anâaj.
—De eso ya me he dado cuenta —dijo la mujer, para luego echarme una fugaz mirada, y después a Kiyo.
—¿Qué cosa es la que has venido a decirme? —preguntó Anâaj, un poco molesta.
La mujer tomó aire, y dijo:
—Antes respóndeme algo: ¿Qué haces aquí?
—Aquí vivo —respondió Anâaj.
—La Tierra no es tu hogar —aclaró la mujer.
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Gionme Rhuroj
Science FictionAlan es un joven universitario que, por diversas razones, ha tenido problemas en el amor. Sin embargo, una noche conoce a una joven misteriosa que, por coincidencias o el destino, termina volviéndose muy unida a él, y más cuando descubren que no es...