27. Días extraños

1 0 0
                                    

Tal y como ella dijo, continuó trabajando día y noche en solo-ella-sabía-qué-cosa. Por desgracia, también con eso le volvieron las señales de cansancio y falta de sueño. Y, por obvias razones, lo mismo pasó conmigo.

Sin embargo, cada cierto tiempo ella se daba descansos en los que solíamos charlar o salir de casa, aunque no eran tan seguidos como yo hubiera querido. También se daba su tiempo para cenar conmigo, aunque solo fueran unos minutos.

Aun con el poco tiempo que veía a Anâaj, era suficiente para estar tranquilo y poderme concentrar en mis deberes de la universidad, aunque durante todo ese tiempo no acepté hacer ningún trabajo en grupo.

Fue también durante esta época que ocurrieron algunas cosas bastante extrañas, entre ella y yo, que aún no encuentro explicación.

Cierto día Anâaj volvió a preguntarme por la hoja que ella perdió, porque ella juraba tener el recuerdo de que yo le dije que la había encontrado. Volví a recordarle que ella podía leerme la mente, y que podía ver que tal cosa no había sucedido. Ella solo me dijo que, si llegaba a encontrarla, no la leyera y se la entregara.

Tiempo después comencé a escuchar que ella hablaba en voz baja en su habitación, como si tuviera una conversación con alguien más, pero jamás escuché otra voz además de la suya. Tampoco logré entender qué era lo que ella decía.

Una mañana ella simplemente desapareció, para reaparecer por la noche. Le pregunté en dónde estuvo todo ese tiempo, pero ella me juraba que minutos antes yo me había despedido para irme a la universidad, y que ella solo buscó algo en internet, antes de bajar a desayunar. Lo más extraño es que su teléfono celular y su laptop tenían la hora atrasada, además de que ella juraba que instantes antes vio cuando me iba en el auto.

Otro día ella me relató la historia de unos seres que llamó «Avas», que fueron los que crearon el Universo y la vida. Me contó de las distintas edades en la que estaba dividida la historia del Universo, de una gran guerra, de las Cinco Civilizaciones y del nacimiento de la civilización Zshanma.

Y cuando creí que ya nada podía asombrarme, Anâaj me confesó que creía haber logrado contactar a un ser muy antiguo, cuyo origen se remontaba al nacimiento del Universo, y que cuyos conocimientos y sabiduría sobrepasaban su límite de entendimiento. Si Anâaj, siendo quien era, se sentía sorprendida, yo simplemente no tenía oportunidad de siquiera entender lo que eso significaba.

Yo veía a Anâaj fascinada por lo que estaba haciendo, pero al mismo tiempo veía cómo su aspecto y salud empeoraban. Sabía que necesitaba hacer algo pronto, o ambos nos arrepentiríamos.

Gionme RhurojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora