Pasaron los días.
Anâaj evitaba a toda costa toparse conmigo en casa. En varias ocasiones llegué a pensar que se encontraba fuera, ya que no respondía cuando llamaba a la puerta de su habitación, pero la verdad era que ella no quería que yo le viera y le preguntara qué había ocurrido.
Los primeros días ella comió poco, y ya después recuperó algo de su apetito, aunque siempre comía cuando yo no me encontraba en casa. Como yo no deseaba ser una molestia para ella, trataba de hacer evidente cuando iba a llegar a casa, dejándole señalada la hora a la que volvería.
Dos semanas después, cuando llegué a casa, encontré una nota en el refrigerador que decía:
Alan:
Fui a casa de mi mentora. Necesito hablar con ella sobre algo importante. Kiyo está conmigo. Me quedaré en su casa hasta que resuelva mis dudas. Descansa bien, y no te preocupes tanto por mí, o yo tampoco podré estar tranquila. Volveré pronto.
Doblé la hoja y me recargué sobre la barra de la cocina. Había pensado en prepararle algo rico para cenar a Anâaj, pero ahora tenía que cancelar todo, hasta nuevo aviso.
La verdad era que sí estaba un poco preocupado por ella, pero sabía que debía ayudarla lo mejor que pudiera. No olvidaba que entre los dos había una conexión que le hacía saber si yo me preocupaba demasiado por ella. Decidí que haría todo lo posible por no interferir, aunque fuera difícil hacerlo.
Eché un vistazo hacia la sala, en donde normalmente estaría la jaula de Kiyo, y dije en voz baja:
—Ojalá me hubieras dejado al perro. Al menos así no me sentiría tan solo. —Pensé por un momento, y luego agregué—: Tú también te sientes sola, ¿verdad?
Di un corto suspiro, y me decidí a continuar con mis deberes.
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Gionme Rhuroj
Science FictionAlan es un joven universitario que, por diversas razones, ha tenido problemas en el amor. Sin embargo, una noche conoce a una joven misteriosa que, por coincidencias o el destino, termina volviéndose muy unida a él, y más cuando descubren que no es...