Anâaj fue dada de alta cuatro días después de que ingresara de emergencia. Sin embargo, ella tendría que hacerse un par de estudios después, para ver de qué forma avanzaba su recuperación.
Ella no necesitaría de cuidados especiales, pero sí necesitaría estar acompañada en todo momento, por si llegaba a ocurrir algo. Como no había nadie más, yo estaría al cuidado de ella.
Como no quería que las escaleras fueran un problema, ya que nuestras habitaciones se encontraban en el segundo piso, convertí mi estudio en nuestra habitación. Era la más pequeña de las habitaciones, pero justo tenía el espacio que necesitábamos. Como mi cama era la que ambos últimamente usábamos, se vino con nosotros a nuestra nueva habitación.
Llame a mis padres para contarles lo ocurrido. Ese fin de semana fueron de visita. Aunque Anâaj se opuso al inicio, pues no quería molestarlos, al final agradeció que se preocuparan por ella. Obviamente, yo dormí en el sofá, mientras ellos nos visitaron.
Como me estaba yendo mal en la universidad, por los descuidos que tuve, decidí dar por perdido el semestre y enfocarme en cuidar de Anâaj. Esto tampoco le agradó a ella, pero también era consciente de que, si yo continuaba el semestre, tendríamos que contratar a una enfermera que estuviera al pendiente de ella.
La mentora de Anâaj solía visitarla de vez en cuando, aunque yo nunca sabía de qué hablaban. Lo único que supe fue que ella llevaba registro de la recuperación de Anâaj, además de que solían tener llamadas con otra persona, de voz masculina, con la que discutían cómo ayudarle a recuperarse.
En esta ocasión, contrario a la vez que ella casi muere de hipotermia, Anâaj se recuperó lentamente.
A la tercera semana ella ya se movía con relativa facilidad por la casa, aunque se cansaba más rápido que de costumbre.
Ella quería ayudarme a cocinar, pero me preocupaba que se hiciera daño. Le dije esto, y ella se enojó conmigo y me dejó de hablar todo ese día. Al día siguiente tuve que pedirle perdón. Ella me perdonó, pero tuve que aceptar que me ayudara. Por fortuna, ella no sufrió ningún accidente en la cocina.
Comenzamos a salir a caminar, además de aprovechar para sacar a pasear a Kiyo. Al principio las caminatas fueron bastante cortas, pero con el pasar de los días nuestra caminata llegó a treinta minutos. Suena poco, pero recordando el estado en el que ella volvió a casa, esto era una gran victoria.
Una noche, cuando ya nos encontrábamos en la cama, ella me dijo:
—Me gustaría ya haberme recuperado por completo.
Giré la cabeza hacia Anâaj. Ella veía el techo de la habitación.
—Tardarás el tiempo que necesites —dije—. Poco o mucho, no importa. Lo único que importa es que te recuperes.
—Alan, ¿crees que es posible que yo esté saboteando mi recuperación?
—No entiendo —dije.
—Me refiero a que inconscientemente yo no quiera sanar, y por eso estoy tardando tanto.
—¿Qué es lo que tú deseas? —pregunté—. ¿Deseas sanar?
Anâaj pensó por un momento, y respondió:
—Creo que tengo miedo de sanar.
—¿Por qué tendrías miedo a sanar? —pregunté, algo preocupado.
Ella se giró con cuidado, se acercó a mí, me abrazó, y dijo:
—No puedo decírtelo.
Había olvidado que entre ella y yo aún existían cosas que no podíamos hablar. Acaricié su espalda, y dije:
—Está bien tener miedo. Pero, aun así, es necesario seguir avanzando. A veces tienes que hacer las cosas, por mucho miedo que sientas.
Sentí que ella me abrazaba con más fuerza, aunque solo fue por un momento.
—¿Aunque eso signifique lastimar a quien amas? —preguntó ella en voz baja.
—Mientras hagas lo correcto —señalé—, no hay razón para pensar que eso suceda.
—¿Y si tuviera que irme lejos? —susurró ella.
Sentí una punzada en el pecho. Respiré hondo, y dije:
—Por ahora solo descansa.
Ella comenzó una oración, pero no la terminó. Yo le sonreí con cariño, aunque tal vez ella ya se encontraba dormida. La cobijé bien, me acomodé y me dispuse a descansar.
Sin embargo, a mi mente volvieron las palabras que ella acababa de decirme. Sentí nuevamente una punzada en el pecho, pero traté de no prestarle atención. Volví a cerrar los ojos, y traté de dormirme.
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Gionme Rhuroj
Science FictionAlan es un joven universitario que, por diversas razones, ha tenido problemas en el amor. Sin embargo, una noche conoce a una joven misteriosa que, por coincidencias o el destino, termina volviéndose muy unida a él, y más cuando descubren que no es...