Capítulo 24

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Hazel Bell

Uno de los tantos defectos de mi familia, era que nos costaba hablar las situaciones de conflicto. Jamás nos pedíamos disculpas en serio, de esas que vienen junto a una explicación de lo sucedido y una charla densa que poco a poco se va alivianando y llevando consigo el enojo. Era una discusión, palabras cruzadas y luego silencio, hasta que una de las dos partes le sonreía a la otra y fingía que nada pasó. Siempre fui muy consciente de eso, por lo mismo me costaba arreglar los problemas desde la raíz y poder convivir con las demás personas que sí sabían sentarse a enfrentar una situación y a solucionarla. De igual modo, intentaba esforzarme, pues no me gustaba ser como mi familia, dejar hilos sueltos que terminarían siendo una gran bola llena de nudos que no tendrían otra solución que ser cortados y no desamarrados.

Pero no podía luchar contra la corriente, ni tenía ganas de hacerlo, me había resignado a vivir entre esos cambios de humor y problemas que parecían quedar en el olvido cuando estaba en mi casa. Incluso con Sally, quien después de la ida de Deneb, comenzó a hablarme como si nada entre nosotras hubiera pasado. El problema era, que aunque todo aparentaba estar bien, yo seguía con la culpa dentro de mí, por haber pensado que las crisis de mi hermana eran un tema superado.

Me resigné a conservar la culpa y verle el lado positivo a la situación. Dos días después de año nuevo nació mi sobrino, así que el enfrentamiento por ser la tía favorita no era tan cruel como lo hubiera sido si ella siguiera con su enojo.

—¿Ya tienes todo listo para mañana? —me preguntó mi madre.

—Sí...

Mi respuesta fue baja, no quería espantar al pequeño Benjamin. Lo mecí en mis brazos hasta que se quedó tranquilo, fue un trabajo arduo, pues mi sobrino no era fácil de ganar. Había una eterna fila para tomarlo en brazos, es que era el primer bebé en mi familia en mucho tiempo, por lo que todos se habían puesto de acuerdo para venir a conocerlo de una sola vez.

Christine dijo que no le molestaba, con que todos se lavaran las manos y no besaran su rostro, para ella no había problema. Y además, estaba ocupando el día para no tenerlo en brazos, es que era demasiado demandante, su llanto solo lo podía calmar su madre. Mi cuñado, Colin, tampoco puso mucha objeción, él era relajado, todo lo contrario a mi hermana. Eran la personificación perfecta de la frase: «los opuestos se atraen».

Se escucharon pasos dirigirse al salón, yo me giré en un movimiento lento y vi a la familia Moore llegando. Padres e hijo.

Hice todo mi esfuerzo para no dejar caer a mi sobrino cuando vi a Philip de nuevo, y lo logré únicamente porque Sally me lo quitó de los brazos aprovechándose de mi momento de debilidad.

—Ven con tu tía favorita —murmuró Sally.

Aclaré mi garganta y me posicioné al lado de mi padre. Los Moore saludaron a todos, especialmente a mi cuñado y a mi hermana, dándole unos cuántos regalos para el nuevo miembro de la familia. Philip también les dio un regalo aparte y fue directo a donde estaba Benjamin. Tomó su diminuta mano y sonrió.

—Es un bebé precioso. Los felicito.

Le regaló una sonrisa encantadora y sus ojos se iluminaron. Tuve que quitar la mirada, porque la imagen de él al lado de un bebé era cautivadora. Es que ya se veía como todo un adulto, y aunque entre mi cuñado y él habían algunos años de diferencia, a simple vista parecía que no, y por consecuencia, Philip se veía como todo un padre primerizo, pero preparado para enfrentar la paternidad.

Cuando supe que iban a venir los Moore, pensé en escapar, pero me quedé porque era mi último día ahí. Quería estar con mi sobrino el mayor tiempo posible, aprovechar de verlo pequeño, porque sabía lo rápido que crecían los bebés. Sin embargo, no podía dejar de pensar en la presencia de Philip y en lo mucho que me podía llegar a incomodar.

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