Epílogo

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La vida eterna no existe en el firmamento, las estrellas nacen y mueren al igual que en la Tierra, pero ¿qué es lo que hace a una estrella tan especial? Podría ser su lucha y sus ganas insaciables por seguir con vida, como su fuerza interna pelea con la fuerza de la gravedad. Sin embargo, aunque suena digno de enfatizar, es su muerte la que las hace tan especiales, memorables y admirables. Pues la muerte de una estrella es tanto caótica como hermosa, porque en realidad, no es el fin, es una transformación a algo mucho más grande.

Estamos acostumbrados a relacionar las explosiones con el desastre, daño, muerte y sangre. Pero cuando se trata del universo, es diferente, pues las explosiones de estrellas, más bien de supernovas, liberan una cantidad cósmica de materia y energía que son potenciales nuevos astros.

En otras palabras, las estrellas son vida, le dan paso a nuevas facetas con su energía. Es por eso que para mí es difícil llamarlas seres inertes, creo que es un concepto tajante cuando ellas pueden transformarse en nuevas estrellas o en planetas, cuando a partir de su muerte pueden transformarse en el ser celeste más bello del universo.

Da un poco de envidia, ¿no? Los humanos nos convertimos en polvo, mientras que las estrellas pueden renacer...

Deneb dejó de teclear cuando sintió pasos sigilosos detrás de él. No se giró, se quedó atento al reflejo de la pantalla de su laptop hasta que vio un rostro familiar a punto de hacer una travesura, y como ya era costumbre, dejó que sucediera.

—¡Bu!

Deneb soltó un grito de espanto antes de girarse para ver a Thomas, él soltó una risa divertida mientras llevaba sus manos al estómago.

—Creo que se me bajó el azúcar.

—Ay... —emitió mientras controlaba su risa—. Siempre dices lo mismo, papá.

—Debe ser porque no hay día que no me asustes. Pero ya verás que para la próxima no me pillas desprevenido.

—Eso también lo dices todos los días —le recordó.

—Juro que la próxima vez lo cumplo —dijo, acercando su silla de escritorio a donde estaba su hijo—. ¿A qué se debe esta infartante visita?

Thomas ladeó su cabeza y con un rostro tierno miró a su padre. El balón en sus manos ya le daba una pista a Deneb.

—Yo me preguntaba si querías jugar conmigo... ¿Quieres?

—Pues...

—Sé que estás trabajando, mamá me dijo que no te interrumpiera, pero Shawn es malo en el fútbol y Luna no sabe jugar; toma el balón y sale corriendo.

Deneb soltó una pequeña risa. Cada partido de fútbol en el jardín trasero de su casa terminaba con su hija pequeña robándose el balón.

—Creo que tu madre es mejor en el fútbol que yo.

—¿Te puedo contar un secreto? —le preguntó en voz baja y cómplice.

—Por supuesto...

Dio un paso más para acercarse a su padre y, antes de hablar, miró a su alrededor para verificar que nadie los estuviera escuchando.

—Mamá no es buena, solo la dejo ganar porque a ella le emociona mucho... Y tú, bueno, tampoco eres el mejor, pero si tengo que elegir a alguien para entrenar, ese eres tú.

—Entiendo... —murmuró Deneb, conteniendo la risa—. Vienes aquí, me interrumpes en un momento de inspiración donde tu madre específicamente te dijo que no lo hicieras y además me tratas como una opción... ¿Así esperas que vaya a jugar contigo...?

Estrellas en el firmamento ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora