Capítulo 55

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Hazel Bell

Decir que estaba nerviosa quedaba pequeño a todo lo que sentía. Por alguna estúpida razón, creí que llegaría a su residencia y tendríamos una conversación madura y tranquila, la que jamás pudimos tener. Que iba a poder explicarle lo que sentía sin el miedo de confundirlo y hacerlo sentir como una opción. Y terminaríamos abrazándonos, y prometiendo que dejaríamos el tema atrás.

Me quise convencer de que así iban a darse las cosas, con esa simpleza alejada de la realidad. Tal vez fue muy ingenuo de mi parte, pero Alexia y Marcus me apoyaban con la idea de que todo iba a salir bien, insistían en ello, diciendo que el calor del momento ya había pasado y que ahora la situación estaba fría para ambos.

—¿Y si no me quiere recibir? —le pregunté en un tono nervioso.

—Te va a recibir.

Sí, me iba a recibir. Eso creí con mucho convencimiento, aferrándome a la idea de que Deneb había tenido el tiempo suficiente para pensar todo con calma, y que al menos me daría la oportunidad de remediar las cosas o intentarlo.

No estaba segura de lo que estaba haciendo, ni siquiera sabía muy bien qué quería arreglar. Lo único que tenía claro, era que necesitaba que él entendiera que jamás tuve malas intenciones, necesitaba que me dejara de ver como la mala de la historia, pues odiaba el hecho de que justamente él tuviera una imagen tan cruel de mí. Necesitaba que entendiera lo especial que era, y también lo imposible que se sentía un nosotros en la versión romántica del amor, pero que los sentimientos sí existían y que la conexión que él creía que teníamos era real.

Tomé la caja negra y la guardé en mi bolsillo.

—Le gustará —murmuró ella, dándome una sonrisa animosa.

—Si es que me lo recibe.

—¿Quién no recibiría un regalo el día de su cumpleaños?

—Deneb —respondí con seguridad.

Pensé en darle un regalo como un gesto por su cumpleaños. Tenía una vara demasiado alta, él me mostró el universo por primera vez y me contagió el ensutiasmo de observar las estrellas. Cuando recorrí el centro comercial en busca de su regalo, no encontré nada decente, nada significativo, hasta que pasé por afuera de una joyería y quedé mirando un collar de oro estilo medallón. Pensé en lo bella que quedaría la constelación Cygnus grabada en el centro, resaltando la estralla más brillante de todas: Deneb.

Se me había ocurrido la idea de ir pasada la media noche para saludarlo por su cumpleaños. Marcus dudó un poco, pero aceptó tras mis insistencias. Lo vimos llegar al auto con pasos lentos, bajé de inmediato la ventanilla.

—Está ordenando su bolso —me avisó.

—¿Cómo se ve? —inquirí al instante.

—Tranquilo.

Yo asentí. Eso era bueno, que Deneb estuviera tranquilo significaba que tal vez al verme no enloquecería.

—Anda, le dije que iría a conseguir algo para beber y así poder celebrar —dijo Marcus, haciendo un movimiento con su cabeza.

Tuve que tomarme unos segundos para agarrar fuerzas y salir del auto. Alexia me deseó suerte con una voz que intentaba animarme, pero en realidad estaba tan nerviosa como yo. Había pensado durante toda la semana en ese momento, pensé en lo que le diría y cómo actuaría, pero nada era concreto, y eso me asustaba un poco... Me tenía completamente aterrada, porque todo dependía de qué tanto me odiaba él.

Afuera de su puerta toqué rápido, sin darle tiempo a mi valentía de escapar. Nerviosa apreté la caja, dejando mis huellas dactilares marcadas en el negro mate.

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