Capítulo 46

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Deneb Kepler

Salí de la universidad junto a Marcus en una caminata lenta, distraída y silenciosa. Él últimamente ya no me contaba sobre cómo iba con Alexia, supongo que se había dado cuenta que no estaba con muchos ánimos para escucharlo. Porque aunque Hazel y yo nos encontrábamos, no era lo mismo. No había conversaciones que te llegaban al alma, generalmente era silencio o comentarios triviales que no tenían importancia. Yo quería explorar más allá, conversar de todo y de nada, saber su opinión y convencerme de que la mía era la correcta, porque por alguna extraña razón, todo lo que salía de su boca me sonaba bonito y cierto, hasta las mentiras más sucias y crueles.

Había algunas razones por las que seguía ahí, persistente. La primera y la más importante, es que lo que sentía por ella no era algo que me podía sacar de encima con facilidad, no me podía levantar un día y decirme a mí mismo que ya no la quería más. Otra razón, sentía que aún estaba ahí para mí. Estaba distante, pero eran pequeños detalles los que me hacían darme cuenta que no se había desprendido de nosotros. Como esa llamada que me hizo sentir especial, porque pudo haber llamado a cualquier otra persona para compartir ese gran logro, pero fue a mí a quien llamo a las 2 de la madrugada. Y si eso no significaba algo, entonces no sabía a qué maldito juego estábamos jugando.

Alexia y Hazel estaban en los estacionamientos, al lado del auto de Marcus. Mis ojos fueron a ella, ignorando cómo los otros dos se comían a besos haciendo pensar a la gente que no se habían visto durante un año completo, cuando ayer tuvieron una tarde entera para ellos.

—¿Pasó algo? —pregunté al notar que estaba un poco decaída.

—No —respondió—. La semana estuvo pesada, eso es todo.

Ambos miramos un poco incómodos esa sesión intensa de besos. De lo que antes nos hubiéramos reído, ahora estaba controlando mis ganas de tomar a Marcus de la chaqueta y hacerlo para atrás de un tirón.

—¿Vamos a hacer algo hoy? —preguntó Hazel, alzando su voz—. ¿O es que recurrirán a un motel?

Alexia se separó entre risas de Marcus y se puso delante de él, mientras mi amigo pasaba sus manos por su cintura y apoyaba su mentón en el hombro de su novia.

—Haremos algo, pero sin ustedes —dijo ella de inmediato—. Es que cumplimos dos meses de novios. ¿Acaso no vieron sus calendarios?

—Sí, y ya sabrán que esas fechas son algo privadas.

—¿Y para qué diablos me hiciste venir? —preguntó Hazel, frunciendo su ceño.

—Quería que me trajeran —se excusó.

—No eran más de quince minutos caminando, Alexia.

—Vale, vale, disculpa —se apresuró a decir e inclinó su cabeza para recibir un beso de Marcus—. Para la otra me iré caminando.

—Bueno, nosotros tenemos reservado una mesa en un restaurante un poco lejos de aquí —nos informó Marcus—. Así que..., ¿vas a dejar a Deneb a la residencia, Hazel?

Ella lo miró fastidiada, pero no tardó en asentir.

—Eres la mejor —dijo rápidamente y desbloqueó su auto—. Nos vemos, chicos.

—Y dejamos para otro día la cita doble —añadió Alexia.

Se subieron al auto y junto a Hazel tuvimos que hacernos a un lado para que Marcus no nos arrollara. Quedó mirándolos con sus ojos asesinos hasta que dejaron de verse, para después caminar con pasos largos hasta su auto. Yo fui atrás de ella y me subí de copiloto.

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