Hazel Bell
Explicar lo que estaba sintiendo era imposible. Porque Deneb era eso indescriptible. Él era el chico que se había metido en mi vida sin querer, se escabulló por debajo de mi piel y entró a mi ser. De forma silenciosa se hospedó, acomodándose, haciéndose lugar entre todo lo demás. No me di cuenta en qué momento se convirtió en una pieza indispensable para mi sistema. Sin él podía seguir funcionando, pero no de la misma forma. Es como cuando necesitas reparar algo, y en vez de comprar un repuesto de calidad, compras uno de segunda mano. Sirve, hace su función, pero al poco tiempo demuestra que no es compatible contigo, y comienzas a fallar, a dar pasos más lentos y, a veces, no llegar a funcionar por completo.
Estuvo callado, y la única vez que hizo ruido fue cuando se intentó marchar, hizo tanto ruido que todo mi cuerpo se alarmó.
No necesitaba a Deneb como novio, lo necesitaba como persona, como amigo, como ese alguien que iba a buscar cuando me sintiera superada. Pero por más que eso fuera suficiente, no dejaba de mirar sus labios, de sentir una atracción a su cuerpo, a sus brazos y a sus manos. No dejaba de rondar por mi mente ese sabor a miel de su boca. No dejaba de repetirme que se había convertido en una necesidad tanto física como mental, un placer que en ese momento era totalmente culposo.
Y yo tampoco tenía idea de cómo frenar lo que me pasaba, porque manejar mis sentimientos, los problemas que debía enfrentar y mi vida colgando de la cuerda floja, no era fácil. Ni mucho menos dejaba espacio para pensar en cómo iba a ser capaz de controlar mis instintos.
No podía besar a Deneb porque aún estaba con Philip.
No podía terminar con Philip porque no me atrevía a enfrentarlo en una conversación.
No me atrevía a enfrentarlo porque era muy consciente de lo difícil que era desligarme de él cuando lo tenía frente a frente.
Pero cada vez estaba más cerca de cometer el primer error, pues era humana, y esquivar los labios de Deneb se me hacía casi imposible. Era el momento donde sabía que debía escapar, no de él, sino de lo que podíamos llegar a hacer, porque cada noche su cuerpo y el mío estaban más pegados, cada vez su respiración chocaba más cerca de mi nuca, y su mano se deslizaba por mi piel en caricias suaves que intentaba justificar con el nombre de abrazos.
Y sí. Fue justo en el momento donde su mano se estaba deslizando por debajo de mi camiseta cuando me paré de la cama en un solo movimiento, rápido y repentino.
—Vuelvo enseguida, necesito hacer una llamada.
No lo miré, ni esperé a que respondiera. Bajé al primer piso con mi celular en la mano, tecleando rápidamente los vuelos disponibles a mi ciudad. Quise encontrar uno para esa misma noche, pero gracias a las fechas festivas y el clima, solo encontré para la madrugada del 29 de diciembre.
Un poco frustrada, subí, intentando buscar otra forma de seguir resistiendo. Deneb estaba acostado con su celular en la mano, lo dejó a un lado cuando me vio llegar a la habitación. Intentaba escapar de sus caricias como si no las quisiera, como si yo no hiciera lo mismo con él. Esa noche, pude, pero cada segundo que pasaba sentía que la bomba iba a estallar junto a nosotros.
Al día siguiente, llamé temprano a mis padres por videollamada. Era su aniversario número 32 y yo no estaba ahí para compartir con ellos.
—Feliz aniversario —les deseé.
—Gracias, Hazel —dijo mi madre de inmediato—. Te hemos extrañado mucho por acá. Creo que es la primera vez que no has estado con nosotros en estas fechas.
—Yo también los extraño...
—No se nota —comentó mi padre en un tono divertido—. ¿Cuándo vuelves?
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Estrellas en el firmamento ✔️
RomansaHazel jamás pensó que, en la noche del cumpleaños de su mejor amiga, iba a conocer a un chico que le cambiaría el sentido al resto de sus días, ni mucho menos que después de una propuesta por parte de él, ella terminaría fingiendo ser su novia delan...