Capítulo 36

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Deneb Kepler

Estaba caminando por la calle cuando tocaron una bocina. Miré hacia al lado y vi el auto de Marcus frenar. No dudé en entrar, lo quedé mirando, analizando ese aspecto alborotado. Su cabello desordenado, su ropa arrugada y esa marca en el cuello. Reí fuerte y llevé mi mano a su hombro al darme cuenta lo que había sucedido.

—¡Al fin follaron! —exclamé en un tono alegre—. Felicidades.

Ya era marzo y en todo el tiempo que Alexia y Marcus llevaban saliendo, ninguna vez habían terminado en la cama. Lo que me pareció curioso, porque la misma noche que se conocieron terminaron enrollándose, pero mi amigo se tomó las cosas en serio cuando decidió conquistar a Alexia, dio pasos lentos, de esos que con el tiempo que llevaba conociéndolos a ambos, me costaba entender cómo se pudieron aguantar.

—Fue más que eso, Deneb...

—Fue hacer el amor —dije en un falso tono soñador—. ¿No me digas que lo que acabo de decir es cierto?

—Ella me ha dicho que le gusto, que... que le gusto en serio.

Mi mano en su hombro dio una palmada.

—Vaya, galán, la has conquistado.

Marcus realmente se veía contento con la situación, así que por un momento dejé de joder y lo miré con orgullo. Estaba feliz por él, el pobre se había enamorado de un día para otro de Alexia, la noche en la que nos conocimos. Recuerdo que charlamos en un grupo y comenzamos a jugar esos típicos juegos donde uno se termina bebiendo hasta las molestias, Alexia estaba amurrada porque nunca le tocaba beber a ella, y por lo que dijo, pensaba borrarse esa noche para quitarse el estrés de la universidad. Marcus la miró y supe que le encantó, con tan solo ver cómo sus ojos se iluminaron al observar ese cabello llamativo. Sin embargo, pensé que era para enrollarse con ella una vez, no para una relación.

Luego de un rato jugando, nos apartamos y comenzamos a conversar. Había un par de chicas con nosotros, las mismas que estuvieron en el cumpleaños de la pelirroja. Ellas preguntaron por una tal Hazel, y Alexia les contestó que se había quedado estudiando, pero en realidad no tenía ningún examen, que creía que era una excusa barata para seguir haciendo fotosíntesis desde su habitación con la luz de su laptop como sol.

Yo reí fuerte, llamando la atención de los demás.

La noche pasó entre algunos vasos de alcohol y conversaciones que yo no tendría en estado de sobriedad. Pero se daban. Alexia me habló de aquella chica que parecía querer hundirse en su amargura las noches de los viernes, y yo le conté que estaba buscando novia. Lo dije porque salió de mi boca en un disparate, y desde ahí ella me insistió que Hazel también necesitaba un novio «Necesita volver a enamorarse, o al menos follar. Sí, Hazel necesita un buen polvo que la haga olvidar hasta de su nombre».

Luego Alexia y Marcus bailaron juntos, cuerpo a cuerpo, sintiendo cada canción y cada sensación. Se besaron y minutos después desaparecieron por un pasillo. Yo me quedé observando a las chicas que estaban a mi alrededor, pensando cuál de ellas podía ser mi novia falsa por unos cuantos días.

—Le voy a pedir que sea mi novia, estoy decidido a hacerlo —me dijo y volvió a hacer andar el auto—. Es que eso es lo que debo hacer, ¿verdad? Yo estoy como un loco por ella, y Alexia me ha dicho que le gusto. No es por creerme gran cosa, pero sé que es más que un simple gustar de su parte, se le notó en el rostro, en su voz confesando lo que sentía, que fue apenas audible porque estaba nerviosa, como nunca antes la había visto.

—Eres gran cosa, Marcus, no lo dudes. Y si me preguntas, estoy seguro que se lo debes pedir.

Él sonrió y tocó la bocina de la emoción. Sentí un poco de lástima por él en ese instante, la felicidad que irradiaba era demasiada, y eso solo me indicaba que si por alguna razón las cosas no salían como él las esperaba, iba a sufrir de forma desgarradora.

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