Hazel Bell
Quise concentrarme en el papel que decidí tomar. En ser un apoyo para Deneb y Emma. Hice unos sándwiches por si las personas que estaban acompañando tenían hambre, y por la tarde preparé una sopa simple de pollo. Serví café y me preocupé de que estuviera todo listo para el entierro que tomaría lugar al día siguiente.
Más que abrumada, me sentí útil por primera vez en mucho tiempo. Aliviarles el trabajo que significaba un funeral a personas que tenían que preocuparse por su dolor, fue gratificante y llenador. Vi a Emma llorando un par de veces junto a Tina, la vi junto al ataúd de Edwin por largos minutos, tomando uno que otro té de hierbas que le serví para que pudiera relajarse un poco. Quería ver lo mismo con Deneb, pero apenas pasaba dentro de casa, se sentaba afuera en ese banco solitario en el que estaba cuando llegué por la mañana.
Le quise preparar un té con miel porque sabía que era su favorito. Pero nunca había hecho uno, así que no tenía idea de las proporciones de los ingredientes o qué tan dulce lo prefería. Me guie por mi instinto, y cuando creí que estaba listo con una cuchara limpia lo probé. Supe que no era el mismo, porque aún podía recordar muy bien a qué sabían sus besos. Le eché un poco de jugo de limón equilibrando el sabor y volví a probarlo, sonriendo cuando tuve un recuerdo casi vívido de sus labios sobre los míos.
Sentí un extraño calor en las mejillas que me hizo sonreír. Me sentí mal por hacerlo cuando el ambiente y otras mil cosas no lo ameritaban, así que intentando controlar esa sensación de hormigueo en mis labios, salí con el té hacia afuera.
Deneb miraba cómo el cielo amenazaba con oscurecerse, dejando que poco a poco la luna comenzara a brillar. Me senté a su lado y le ofrecí el té.
—Estás muy desabrigado —le comenté, cuando me recibió la taza.
—No tengo frío.
—No te haría mal ponerte un abrigo, no creo que sea un buen momento para que agarres un resfrío.
—En un rato más.
Deneb llevó el té a su boca. Lo miré atenta, necesitaba confirmar si estaba en lo correcto, si en realidad el sabor que recordaba de sus besos era ese, o con el tiempo se había mezclado con otros, dejándome un recuerdo confuso.
—¿Qué tal?
—Parece hecho por mi abuelo...
Le di una sonrisa sincera. Mi mano fue a su pierna, apoyándola para que supiera que estaba ahí.
—No te he dicho cuánto lo lamento.
—Era algo que iba a suceder —contestó con naturalidad.
—Lo sé, pero saber el final no nos hace inmunes al dolor.
Él se quedó en silencio, y como si mis palabras ni siquiera lo hubieran rozado, le dio otro sorbo a su té.
—¿No van a venir Alexia y Marcus?
—Se me olvidó comentarles.
—Deneb —lo regañé con suavidad—. Sé que no es grato llamar a alguien para dar una noticia como esta, pero son tus amigos.
Él hizo una mueca y dejó descansar su espalda en la pared. Se veía agotado, su rostro decaído lo delataba, y también sus ojos que en esa ocasión estaban demasiado pequeños.
—Vas a necesitar apoyo. Y por lo que veo, las personas que están adentro no son de tu total agrado.
—Lo sé, pero... No me dio para llamarlos —admitió—. No quería repetir otra vez lo que había sucedido.
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Estrellas en el firmamento ✔️
RomansHazel jamás pensó que, en la noche del cumpleaños de su mejor amiga, iba a conocer a un chico que le cambiaría el sentido al resto de sus días, ni mucho menos que después de una propuesta por parte de él, ella terminaría fingiendo ser su novia delan...