Deneb Kepler
Cerró su maleta de un tirón y la bajó de la cama. Se cruzó su bolso y con todas sus pertenencias salió de la habitación. Fui detrás de ella de inmediato, intentando quitarle la maleta para ayudarla a bajar.
—Dámela, Deneb... —masculló.
—Solo te quiero ayudar.
—Que me la des —insistió y tiró de ella. Su ceño se frunció y su mirada se agudizó—. Puedo hacerlo sola.
Estaba enojada y sabía que sus razones eran válidas.
Terminamos de bajar y ambos intentamos fingir que no estuvimos forcejeando todo el camino de la escalera. Ella caminó hasta mi madre y le dio un corto abrazo.
—Fue un gusto conocerla, Emma —se despidió con una amabilidad que parecía sincera.
—El gusto fue mío —le respondió mi madre y le pasó una pequeña canasta de mimbre envuelta en un papel blanco de textura suave—. Esto es para tu familia.
—¿Qué es? —preguntó de inmediato con cierto entusiasmo.
—Un set de posavasos. Todos fueron hechos pensando en ti. Espero que les guste.
Hazel sonrió y volvió a abrazar a mi madre. Luego caminó hasta mi abuelo y se agachó para quedar a su altura. Lo quedé observando un par de segundos, impresionado de que no se haya molestado por el actuar de Hazel, es que odiaba que las personas se inclinaran o se agacharan para quedar a la altura de él. En ese instante, quise tomarla del brazo y llevarla directo al auto. Pero me tuve que contener.
—También fue un gusto conocerlo, señor Kepler —le dijo con voz pausada.
Lo estaba haciendo a propósito. Lo sabía a la perfección. Con ese aire triste, como si lo fuera a extrañar de verdad.
—Hazel... En definitiva es un precioso nombre para una estrella.
Mi abuelo tomó la mano de Hazel y la apretó un poco, una sonrisa melancólica cruzó por su rostro. No lo soportaba, pues para mí ambos estaban actuando con cinismo, y eso me reventaba.
—Espero volver a verte —agregó.
—Eso no depende de mí y lo sabe muy bien.
—Lo sé, pero también me dijiste que no eres una chica que se rinde fácilmente.
Hazel soltó una pequeña risa y se enderezó.
—Gracias por la grata estadía, pero ya me debo ir al aeropuerto. Voy atrasada a mi vuelo.
Me acerqué a Hazel y aproveché ese pequeño momento de distracción para tomar su maleta. Cuando se dio cuenta, sus ojos quisieron asesinarme, pero se limitó a respirar profundo para controlar sus instintos.
Camino al aeropuerto volvimos a estar en silencio. Teníamos vacaciones de una semana respecto a nuestro noviazgo, y ella pensaba disfrutarlas desde ya, ignorándome por completo.
—¿Llevas todas tus cosas?
Hazel no me respondió, lo que me pareció entendible, fue una pregunta muy ridícula. Claro que llevaba todas sus cosas, ella no era de las chicas que dejaba clavos sin atar por todas partes. Seguro que tenía una lista mental de lo que llevaba y todo lo que me quería decir, con palabras no aptas para menores. Esas palabras que reprimió todo el fin de semana.
Al llegar al aeropuerto la acompañé hasta donde se me permitía, pero ella no pareció notarlo, tuve que detenerla para despedirme, porque sin ningún documento no podía seguir avanzando.

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Estrellas en el firmamento ✔️
RomansHazel jamás pensó que, en la noche del cumpleaños de su mejor amiga, iba a conocer a un chico que le cambiaría el sentido al resto de sus días, ni mucho menos que después de una propuesta por parte de él, ella terminaría fingiendo ser su novia delan...