Capítulo 88

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Hazel Bell

De todos los currículums que había enviado cuando estaba en el departamento de Philip, muchos habían dado resultado al pasar de las semanas. Sin embargo, con todo lo que había sucedido no me sentía bien emocionalmente para enfrentar una entrevista laboral, y mis padres me aconsejaron que me tomara un tiempo para calmar mi cabeza y pensar las cosas con claridad. Decidí hacerles caso.

Me gustó estar en casa durante enero, febrero y marzo, porque Christine venía solo los fines de semana y Sally estaba en la universidad, así que por primera vez me sentí como hija única. Suena un poco egoísta, pero fue muy necesario vivir esos meses a solas junto a mis padres, necesitaba conectarme con ellos, de alguna forma generar esa confianza que nos faltaba, pues aunque nuestra relación no estaba rota, si la comunicación y todo aquello que me impedía contarles lo que pasaba por mi cabeza sin creer que sería causa de problemas.

No voy a mentir y decir que todo fue perfecto, pues batallaba cada día con mi mente para no pensar que estaba siendo una carga para mis padres o que era una adulta fracasada. Y cuando lograba sacarme de la cabeza esos pensamientos, pensaba en Philip y todo lo sucedido. No sabía qué había pasado, además de que su empresa y la de mi familia rompieron relaciones. Estuve a punto de denunciarlo, pero papá prefirió que no, me dijo que si lo hacía por el lado legal no conseguiría nada, pues ellos con dinero podían arreglar cada detalle de aquella denuncia. Él prefería tomar la justicia por sus manos. Sus palabras eran un abanico de posibilidades, y aunque sí sentí curiosidad sobre sus planes contra Philip, no quise preguntar.

De igual modo pude disfrutar medianamente todo aquello, volver a esa tranquilidad que extrañaba y no recordaba haber tenido durante un buen tiempo. A veces pensaba que la vida era aburrida, pero solo era paz y el caos en equilibrio. No obstante, aunque me sentía cómoda en el espacio en el que crecí y no encontraba una razón para salir de ahí, no tenía ganas de quedarme por mucho tiempo bajo el techo de mis padres. Tal vez era parte de mí querer lo mío, porque de alguna forma depender económicamente de alguien no me hacía sentir del todo plena, por más que sabía que para ellos no era una carga.

Fue trabajoso sentir ese cambio en mí, cómo mi percepción de las cosas evolucionó. A los 18 años tuve la oportunidad de quedarme en casa, de irme a una universidad cercana e ir todos los fines de semana a visitar a mi familia. No la tomé, convencí a los demás e incluso engañé a mi mente diciendo que no había quedado por la prueba de admisión, pero fue una mentira. Aunque estaba casi de las últimas en la lista de los seleccionados, había quedado como tanto lo deseé desde que Philip entró en aquella universidad, pero las cosas cambiaron un poquito...

En mi último año escolar los profesores nos insistieron en postular a más de una universidad, y así lo hice, enviando solicitudes a diferentes universidades del país que no tenían nada que ver con el perfil que yo buscaba. No sé si lo hice de forma inconsciente o solo fue gracia del destino, pero todas aquellas solicitudes que envié simplemente por seguir el consejo de mis profesores, eran a universidades muy alejadas de mi casa. Y esas fueron las primeras que me aceptaron.

Cuando me llegó mi primera carta de aceptación fue como si una ampolleta se prendiera dentro de mí, más que una idea, lo sentí como si hubiera iluminado una habitación oscura que llevaba en incertidumbre hace muchos años. No sabía lo mucho que quería alejarme de mi familia hasta que vi la oportunidad de irme a una ciudad completamente distinta y apartada de ellos. Sin pensarlo tanto, tomé aquella oportunidad como si fuera mi única posibilidad. Jugué un papel frente a las demás personas y todas ellas me creyeron sin pensarlo, sacrificando mi relación con Philip sin siquiera saberlo, pues yo creía que nuestro amor podía soportar hasta las peores tormentas.

Quería alejarme de mis padres y mis hermanas. No me sentía parte de ellos, me sentía externa a los Bell, como si fuera un adorno, un personaje de relleno. Nada más. Y al ver que siguieron funcionando sin mí, comprendí que era cierto, porque estúpidamente esperaba que la familia se desmoronara sin mi presencia, esperaba que a papá o mamá les hiciera falta, pero eso no iba a suceder si jamás les había hecho saber que ellos me hacían falta a mí incluso estando a centímetros de distancia. Por orgullo, para no crear conflictos, por creer que lo que me sucedía no era tan importante para abrumarlos, porque me sentía menos... Ya no, en esos meses me di cuenta que no era de esa forma, que ellos me amaban lo suficiente para abrazarme todo un día y no cansarse jamás, que ellos estaban ahí para ser mi soporte.

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