Capítulo 61

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Hazel Bell

Pensé que lo más difícil iba a ser pararme al frente de todos los presentes y recibir mi cartón del magíster, con la mirada acusadora de los profesores que se encontraban en primera fila. No fui una alumna querida, pero sí respetada, lo suficiente para que me dieran una sonrisa y un par de aplausos cuando pasara al escenario, pero no fue así, pues todos ellos sabían que Hazel Bell había sobornado al rector para poder tener ese título. Sin embargo, los aplausos de mis compañeros y familiares ayudaron para que el resto no se diera cuenta del desdén de mis profesores hacia mí, así que la vergüenza no se llegó a apoderar de mis mejillas. Lo más difícil vino después, cuando tocó la hora de buscar trabajo.

Al principio creí que yo era la que estaba exigiendo demasiado para un primer acercamiento al mundo laboral, pero en realidad creía que era capaz de hacer más que seleccionar noticias viejas para volver a reproducirlas.

—Hablé con mi amigo y me dijo que necesitan a una periodista para cubrir notas. No son en vivo, son grabadas y tienes 10 minutos en las noticias durante la noche —comentó papá con entusiasmo mientras cerraba su laptop—. ¿Qué dices?

—Papá...

—Pueden ser noticias culturales o de entretenimiento. También están abiertos a recibir tus ideas, les he dicho que eres muy creativa. Y claro que me tomé la libertad de enviar tu currículum —continuó con un aire convincente—. Le agregué un par de cosas, estaba demasiado pobre.

—No quiero aparecer en televisión. Creo que te lo he dicho 10 veces solo en esta semana.

—Hazel, cariño, es una oportunidad única, ¿puedes comprender eso?

—Sí, papá, lo comprendo. Pero no es lo que quiero.

—Bien...

—No te molestes, te agradezco mucho lo que haces por mí, pero no puedo lidiar con la idea de aparecer en televisión.

Le dejé un beso en la mejilla y con una sonrisa un poco desanimada salí de su despacho. Pues de lo único que me hablaba era de esa propuesta que a él tanto le entusiasmaba, y odiaba decirle que no cuando hubiera sido el camino perfecto para ganar su orgullo absoluto. Me lo podía imaginar a él junto a mamá en el salón, al frente de la pantalla grande con unos aperitivos para ver mi gran momento. Incluso podía imaginarlo haciendo una reunión con sus amigos más cercanos en el jardín, les invitaría la cena y al frente de ellos habría un gran telón que él mismo hubiera mandado a instalar.

Al pasar las semanas, pensé que tendría que resignarme e ir por la oferta de papá, pero me llamaron para una entrevista. Era mejor de lo que esperaba, tal vez se debía a que a esa altura mis expectativas bajaron bastante, casi llegando al piso. Me puse contenta, aunque el contrato era definido y solo estaría reemplazando a un chico que se encontraba con licencia por tres meses, decidí tomarlo y vivir la experiencia.

Así que me convertí en miembro de una revista digital llamada Tiempos de ocio, tenía la mitad de una página con datos irrelevantes pero interesantes. No hice explotar mi mente, fue un trabajo liviano donde la política ni siquiera fue rozada, aunque sí tenía que rescatar algo, había aprendido un poco de marketing digital y edición.

—¿Cuál es el animal más grande del mundo? Dios, qué novedoso.

—No te burles —le pedí a Sally.

—En serio, es interesante —volvió a repetir, aunque no muy convincente.

—¿Al menos me quedó bonito? —le pregunté.

—¿Tú lo editaste?

—Sí, con ayuda del chico de diseño.

—Está genial —dijo, mostrando la tablet—. Le ha dado un toque extra el cerebro ingenioso.

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