Cap 19: Confesiones

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Nicolas

El enojo que tenía en el cuerpo al salir de la casa me impulsaba a cagarme a piñas con ocho osos polares y cinco gorilas que los hacía mierda.

No soy una persona que controla muy bien sus emociones y menos si son celos , eso también se potenciaba el doble si la vinculaban a Julieta.

Esa rubia tenía un poder en mí que nunca nadie tuvo y era peligroso porque como me estaba pasando ahora, odiaba que esté con un chabon que ni la conocía.
Más allá de su conocimiento sobre el, yo veía algo que el resto no y ojo de loca no se equivoca.

Me dirigí directo a comprar alcohol para dejar de pensar en ella, pero era imposible, siempre se veían a mí mente sus ojos azules que tanto me gustaban.Sus piernas delgadas, su risa que tranquilamente puede ser de las cosas más lindas de escuchar en el mundo.

A las doce y media, me metí al primer boliche que encontré con alcohol encima pero no al punto de estar en pedo.

Fui a bailar con mí botella de champagne en la mano, mientras chicas se me acercaban por mí fama.Pero lo que ellas no sabían es que no le llegaban ni a los talones a la rubia de 1,60, de ojos azules y sonrisa perfecta.

En un momento de la noche el alcohol hizo de las suyas y terminé chapando con un rubia tratando de pensar que era Julieta, pero por más que intentaba engañarme no eran sus labios, su lengua su ritmo y dulzura al besarme.
Nadie la podía igualar.

Salí del boliche alrededor de las 5:00 de la mañana, tambaleando al caminar con la quinta botella de champagne de la noche y la misma chica rubia.
El viento de la calle me golpeó la cara bruscamente y me dejó recalculando unos segundos.

-Despues te llamo, anda - le dije a la chica intentado librarme de ella.

-Pero no te di mí número boludo- me recordó ella.

-Bueno después veo chau- le dije básicamente hechandola.

Lo complicado no fue venir pero ahora volver a la casa con el pedo atómico que tenía encima era muy difícil.

Y como extrañaba mucho a la chica que ocupaba la mejor parte de mis pensamientos decidí llamarla.
Marqué su número pero no atendió, a la segunda tampoco quiso y como dice el dicho la tercera es la vencida.

-Que pasa? - escuché su voz entre dormida y molesta al otro lado de la línea.

Yo no pude hacer otra cosa que sonreír por escucharla.

-Te extraño rubia - le confesé alegré.

-Estas en pedo Nicolás?- me preguntó molesta.

-No,  me tenés enamorado y quiero estar con vos- me seguí confesando.

-No sabes ni lo que decis, donde estas?- me preguntó pero la ignoré.

-Odio verte con ese Marcos, quiero que estés conmigo, no con el- le dije- El nunca va a saber que tenés 30 lunares, tus ojos brillan cuando miras las estrellas, te gusta tomar té con miel cuando estas triste o tomas vino blanco por tu papá aunque no te guste mucho- le enumeré las cosas que ella me contó y yo descubrí de tanto observarla y admirar sus acciones.

El silencio se hizo presenté al otro lado de la línea, Julieta no supo que decir y yo callé ese silencio hablando.

-Por eso estoy enojado, pero es conmigo mismo porque tenés un poder sobre mí que si me pedís que camine ida y vuelta hasta china y te juro que me convierto en Moisés abro las aguas y vuelvo feliz por vos - le confesé - Julieta vos no sabes lo que significas para mí, lo que me causas , lo que daría por cuidarte a cada segundo y tener la posibilidad de cuando se me salga de los huevos poder darte un beso, un abrazo o decirte que te amo...- finalicé y al segundo me dí cuenta de que  lo que había dicho era muy fuerte, le había confesado algo muy íntimo y mañana estoy seguro que me iba a arrepentir.

Prohibido [Nicolas Otamendi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora