Capítulo 02: El Bosque

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Terminadas las clases, salimos de la secundaria y nos dirigimos hacia la casa de José. Aunque no estaba tan lejos, teníamos que atravesar una corta carretera solitaria rodeada de árboles.

—¿Lo ven chicos? En este momento podríamos estar con esas mujeres, pero no, aquí vamos, a encerrarnos en un cuarto a jugar videojuegos —comentó Miguel, con su característico tono de burla.

—Aunque suene feo, prefiero esto a estar encerrado y meterle más problemas a mi padre —dijo José, con seriedad.

—Sí, lo que tú digas, galán —bufó Miguel con sarcasmo.

De repente, la tranquilidad y la emoción desaparecieron cuando, de la nada, se escuchó un extraño rugido en lo profundo del bosque.

—¿Escucharon eso?. —Mi voz temblaba mientras no apartaba la mirada del bosque, el extraño sonido me tenía nervioso.

—Sí, sonó como un animal. —Leo no parecía preocupado, de hecho, creo que fui el único que se inquietó.

—Tranquilos, en estos bosques no hay animales peligrosos, seguro fue el viento —bromeó José, tratando de calmar los ánimos.

—O tal vez sean los gemidos de Sofía con algún idiota. —Miguel me miró y soltó una risita—. ¿Ves, Aiden? Si hubiéramos ido, quizás tú serías el responsable de esos gemidos.

—Cállate —exclamé con un atisbo de arrepentimiento, tal vez, solo tal vez, había dejado pasar la oportunidad de que Sofía se diera cuenta de mi existencia.

—No, es la verdad... —continuó Miguel antes de ser interrumpido por otro extraño sonido.

—Maldita sea, apuremos el paso, esto ya me da miedo. —Kurt se adelantó un poco, su incomodidad era evidente.

—Cuando era chico me gustaba explorar estos bosques, ahora es distinto —agregé.

—Tienes razón, sobre todo por los cuentos —murmuró Leo, su mirada fija en el camino de tierra. Con esas palabras, dio paso a una gratificante charla de miedos y misterios.

—¿Cuáles cuentos? —preguntó José, frunciendo el ceño.

—Ya sabes, los cuentos de los demonios y brujas —respondió Leo, con un escalofriante brillo en sus ojos.

—Y sobre el niño que desapareció —intervino Kurt, su voz temblorosa—. Saúl era su nombre, las personas dicen que un día salió a las montañas en busca de su perro, pero jamás se imaginó verlo como lo encontró, su cuerpo mutilado y en pedazos ¿Se imaginan lo fuerte que debió ser para un niño ver eso?.

—Las personas dijeron que cuando regresó del bosque estaba traumado, no comía, ni se duchaba, tampoco dormía, ni hablaba. Hasta que un día unas palabras salieron de su boca: "Oza, Oz, Oza", nada más que eso, la gente pensaba que estaba loco, que encontrar a su perrito así lo traumo. Todo acabó cuando encontraron al chico colgado en el sótano de su casa, lo más extraño es que tenía cucarachas en sus ojos y boca, como si el cuerpo llevará tiempo en ese estado —explicó Leo—, pero todo fue un mito —continuó, con un tono misterioso—. La historia oficial es que el chico murió por una fuga de gas en el baño.

—Esos bosques son muy peligrosos, aunque la historia de ese chico sea mentira existe una que es cierta —advirtió Miguel.

—La historia de los Horne —intervine, mi voz apenas un susurro.

—Sí, nadie sobrevivió a esa masacre —asintió Miguel, con una mirada inquietante.

—Sí, hubo un sobreviviente. —Un escalofrío recorriendo mi espalda—. Alec, el chico que trabaja en la tienda de las rosas.

Rosas Plateadas (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora