Capítulo 17: Él

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Mamá estuvo molesta por un tiempo debido al tatuaje, pero resultaba imposible seguir enojada con alguien que vive en la misma casa y por algo tan insignificante.

-¿Qué hay de nuevo, Aiden? -se acercó Leo a mí.

-Hola -respondí, mientras los demás se acercaban.

-No es que hayamos hecho mucho juntos esta semana, pero sí ayer estuvimos con las chicas -dijo Miguel, tan fastidioso como siempre.

-Adivino... -insinué.

-Sí, Sofía también estuvo -completó José.

-Bien, ¿y cómo estuvo? -pregunté, notando que ya casi no sentía esa ansiedad en el estómago por verla, tal vez por todo lo que ha pasado y lo que he hecho.

-Si quieres que te digamos que Sofía preguntó por ti, déjame decirte que no fue así -habló Miguel.

-Tiene razón. Aiden, Sofía se está cansando de esperar a que te llenes de valentía y des el paso -dijo José.

-Lo sé pero... -intenté decir pero José continuo.

-No tienes excusa Aiden, se te presentan muchas oportunidades cuando vienes a clase. Esa chica no te quita la mirada, tienes que hacer algo -regañó.

-Tienes razón. -Mucha razón, el tiempo se agotaba y Sofía si en verdad sentía algo por mí, se estaba aburriendo. Tenía que hacer algo, se supone que soy un hombre.

-Si en verdad la quieres, tienes que decírselo o demostrárselo -opinó Kurt.

-Lo haré. -Sentía frustración pero no como antes, ya le había hablado una vez, puedo hacerlo otra vez y será mejor.

Miguel volvió la mirada. -Pues aprovecha esa motivación, mira. -Señaló con la cabeza, Sofía caminaba junto a sus amigas.

-Ahí está, Aiden, es tu oportunidad -dijo José.

Los nervios me invadieron de una forma horrible y esa motivación que tenía se esfumaba con cada exhalación. -Chicos, está con sus amigas, ¿Cómo quieren que me acerque? -dije.

-No seas tonto, Aiden, sabes cómo arreglártelas. -José me empujó-. Ve.

Permanecí observándolos mientras me hacían gestos con las manos. Instintivamente, encogí todo mi cuerpo. Estaba nervioso y mis latidos se aceleraban. Sabía que debía ser cuidadoso, ya que sentía el calor y energía característicos que invadían mi cuerpo, indicando que el lobo quería salir para protegerme. Mi mente también estaba acelerada, pensando y creando estrategias para hablarle sin parecer un tonto. A medida que me acercaba a ella, toda la atención de la secundaria se centró en un chico que se aproximaba hacia mí. Era Alec. ¿Qué hacía aquí?

-¿Qué haces aquí? -le pregunté con desconcierto.

Él me miró fijamente. -Reik me envió para recordarte tu tarea, y además... -Recorrió todo mi cuerpo con la mirada-. Escuché tu corazón y hueles a miedo, la combinación perfecta para que causes una masacre en la secundaria -dijo con una mirada vacía, sin emociones y completamente misteriosa.

-No te preocupes, Reik me entrenó bien, puedo controlarlo -respondí con confianza.

-¿En serio? -Señaló mi mano, y al mirarla, descubrí que mis uñas se habían transformado en garras-. No parece Aiden -comentó mientras me observaba.

-Mierda, no, no me di cuenta -exclamé. ¿Qué estaba sucediendo? Pensé que ya lo tenía bajo control. Esto está mal. Creí que ya me encontraba preparado.

-Así es. Piensas que lo tienes bajo control, pero no es así. Requiere tiempo -explicó.

-¿Tiempo? No puedo dejar de vivir mi vida normal solo para evitar que esta bestia se salga de control -me quejé, todavía sin creerlo. No podía salir de mi zona de confort porque eso podría matar a muchas personas. ¿En serio? No me lo podía creer.

Rosas Plateadas (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora