Capítulo 51: Somos Uno. Parte 3

7 2 0
                                    

-Por favor, díganme si han descubierto algo -imploré mientras sostenía la mirada de mi manada. Ellos son en quienes puedo confiar y apoyarme en esta situación. Aunque mantuve mis esperanzas en ellos, sabía que esperar demasiado de Ozan, un demonio milenario, sabio, frío, calculador y narcisista, no sería fácil. Al mirarse entre sí, mi manada confirmó con su silencio que no había avances. Faltaban horas para la luna nueva, y la desesperanza se apoderaba de mí.

-¡Maldición!. -Tire la mesa que estaba al frente. ¿Por qué Sofía tenía que ser la afectada? Tensaba todos los músculos de mi cuerpo mientras mis pensamientos carcomían mi ser.

-Si no la encontramos a tiempo, aún hay una opción; no todo está perdido -dijo Jonah.

-¿A qué te refieres? -le pregunté.

Suspiró. -Podemos rastrearla, seguir su olor o sus gritos durante la noche, pero para eso tendremos que adentrarnos en el bosque una vez más -anunció el rubio.

-¿Cómo sabemos que su olor no ha cambiado? -intervino Diane.

-Tiene razón, Ozan podría haber alterado ese olor -añadió Alec.

Jonah movió lentamente la cabeza mientras fruncía los labios. -No lo sé, todo dependerá de ti, Aiden. Conoces a Sofía mejor que nadie, podrás identificar su olor aunque sea sutil -explicó Jonah.

-Lo haré. Si es la única opción, lo haré. -No me importaba adentrarme en el bosque en plena noche ni enfrentarme a un ser infinitamente más fuerte. La salvaría, cueste lo que cueste.

-¿Lo ves? -Diane se acercó a mí-. No todo está perdido.

-Tienes razón. -Le sonreí.

Las horas transcurrieron hasta que mis deberes en casa me llamaron. Salí de ahí directo a mi casa. Estos últimos días no he podido dormir bien; mi mente siempre da vueltas pensando en Sofía, dónde podría estar, o reflexionando sobre cómo ese día pudo haber cambiado todo y quizás fue mi culpa que Sofía esté involucrada en esto.

-Hola Aiden, ¿Dónde te metiste? Te he estado buscando. -Me encontré con José en el camino.

-Hola José -dije asombrado y con pocas ganas de hablar-, estaba tomando aire, despejando mi mente.

-No respondiste más en el grupo.

-He estado ocupado, ya sabes.

-¿Cómo estás?

-Bien, no exactamente. -Suspiré-. Estoy llevándolo como puedo.

-Te entiendo, pero relájate, la encontrarán y todo esto será solo un recuerdo en unos años -dijo con una sonrisa.

Sonreí. -Sí, eso espero.

-No dejes que te venza, ¿qué tal si vienes a mi casa? Los chicos estarán allí y pasaremos un buen rato -propuso.

-No lo sé José...

-Vamos Aiden, los chicos te extrañan -insistió.

-Tengo cosas que hacer, hoy no puedo, tal vez mañana o... -Suspiré-. No sé, otro día quizás.

Él me miró con empatía. -Aiden, pase lo que pase, estaré allí como siempre. Estuve contigo durante el cáncer, y estaré contigo ahora. Solo dime, ¿sí? -dijo, mirándome a los ojos.

Le sonreí. -Gracias, de verdad. Tengo que ir a casa -dije.

-Está bien, no te desconectes mucho tiempo.

-Lo intentaré. -Continué mi camino.

José era una persona leal, siempre a mi lado en todo. Pero esto, esto era diferente; mi vida actual no deja mucho espacio para la amistad, como decía Reik.

Rosas Plateadas (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora