Capítulo 34: Matrius

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Sofía

—Aquí está el otro. —Coloqué la figura de Batman en el estante de Agustín.

—¿Es el mejor amigo de Superman? —preguntó inocentemente.

—Algo así, son compañeros. Ambos salvan el mundo y a las personas —dije con una sonrisa.

—¿Crees que algún día podré conocer a Superman? —dijo sin despegar la mirada del muñeco.

Suspiré y me agaché para verlo a los ojos.

—Sí lo harás, yo me encargaré de eso —dije dándole aliento.

—¿Tú lo conoces?

—Sí, es un gran amigo, y ya le he hablado de ti —dije.

—¡¿En serio?! ¡¿Qué te dijo?! —preguntó asombrado.

—Dijo que le gustaría conocerte, pero en estos momentos no puede porque está ocupado.

—Va a ser grandioso, por fin lo conoceré —dijo muy emocionado, en serio estaba feliz por eso.

Me quedé admirando su reacción.

—Oye, quiero que sepas algo. —Tomé sus manos—. Pronto me iré.

—¿Te irás a dónde? —Su expresión cambió de repente.

—Al concurso del que te he estado hablando hace ya mucho tiempo. No estaré contigo esos días —le dije.

—¿Qué? —dijo triste.

—Pero descuida, cuando regrese estaré aquí contigo, para que me cuentes todas tus aventuras —dije con una sonrisa.

—Quiero contártelas esos días —suplicó inocente.

—Ya lo sé, pero no puedo. Escúchame. —Le acaricié sus mejillas—. Te prometo que tú y yo estaremos juntos para siempre, viviremos felices como en los cuentos —dije sonriendo, y él también sonrió y me abrazó.

—Te voy a extrañar Sofía —dijo sin soltarme.

—Cuídate, y cuando regrese espero verte más grande y fuerte. —Le guiñé el ojo.

Me despedí con gratitud de él y de las enfermeras, sabiendo que era hora de regresar a casa. A pesar de la emoción que sentía por todas las cosas que tenía por delante, tomé una parada especial en mi camino. Entré a la capilla y caminé con determinación hacia la tumba de mi padre.

—Hola papá, ha pasado tanto tiempo desde mi última visita. He estado ocupada, pero no solo con mi carrera de modelaje. También he estado cuidando de mamá y lidiando con otros problemas. Pero ahora estoy aquí, a punto de enfrentar un gran desafío. Los días siguen pasando y los nervios me acompañan, pero quiero que sepas que no me rendiré. Cumpliré mis sueños, como me enseñaste aquel día: Superar los obstáculos y atravesar los momentos oscuros de la vida solo hará que la satisfacción de lograrlo sea infinitamente más gratificante. Ganaré ese concurso por ti y por mamá, como siempre lo soñaste. Viviremos la vida que querías para nosotros, te lo prometo. —Coloqué una gardenia blanca en su tumba—. No sé si me escuchas o si puedes verme, pero necesitaba que supieras que siempre estarás en mi corazón.

Aiden

Un mensaje de Reik me invita a reunirme con ellos en su residencia. Supongo que planean tomar medidas en medio de esta situación caótica, al menos eso espero. Somos los únicos que sabemos de la existencia de los nukubos, y si tienen algo que ver con esto, es nuestra responsabilidad detenerlos.

Continué mi camino hasta encontrarme con algo, mejor dicho, con alguien.

—Aún tienes que seguir adelante, tú puedes. —El alcalde se dedicaba a tender una mano amiga al joven en silla de ruedas, guiándolo en su camino hacia la recuperación—. Sigue así, no te rindas. —Cuando el chico tropezó, el alcalde lo levantó con delicadeza, ofreciéndole su apoyo. —Chico, ¿podrías pasarme el balón? —me pidió, indicándome con un gesto sutil que le alcanzara el balón de baloncesto que reposaba a mi izquierda. Lo tomé y se lo entregué. —Gracias. —Su sonrisa irradiaba elegancia.

—Aún me resulta difícil —confesó el joven en silla de ruedas.

—¿Qué te parece? ¿No crees que está progresando admirablemente? —me preguntó el alcalde. Era la primera vez que lo observaba de cerca, y emanaba una presencia imponente.

—Ah, sí, solo necesitas seguir practicando más —murmuré con una sonrisa afectada.

—Todos dicen lo mismo. ¿Comprendes lo difícil que es que tus piernas respondan? —me interpeló.

—Quizás no lo comprenda en su totalidad, pero sí conozco la complejidad que implica hallarse postrado en una cama con un futuro incierto y, de repente, recibir una segunda oportunidad —respondí, sosteniendo su mirada.

—¿Cómo te llamas? —se interesó el alcalde.

—Aiden, señor —respondí, manteniendo un tono respetuoso.

—Aiden, entonces tú fuiste el joven que superó la batalla contra el cáncer —manifestó, asombrándome que estuviera al tanto de mi historia.

—¿Cómo lo supo?. —Fruncí el ceño.

—Oh, simplemente realicé mi labor, no te preocupes. Tengo la responsabilidad de estar al tanto de los sucesos extraordinarios que acontecen en nuestra localidad —explicó con amabilidad.

—Sí, ¿como las desapariciones? —pregunté, sosteniendo su mirada.

—Eso es otro asunto. —Suspiró—. Aún no hemos obtenido respuestas, y la población está sumida en el temor. Será complicado tranquilizarlos. Dime, Aiden, ¿crees que estoy desempeñando adecuadamente mi cargo? —me escudriñó con los ojos.

—Bueno, apenas lleva una semana con nosotros...

—En una semana, se pueden abrir muchas puertas —declaró con determinación.

Suspiré. —La verdad es que, a diferencia de otros funcionarios que han ocupado esta alcaldía, usted ha demostrado un desempeño mejor. No creo que la población tema si usted está a su lado —expresé con franqueza.

—El temor, simplemente refleja la ausencia de voluntad o valor. Cuando enfrentamos verdaderamente nuestros miedos, no solo nos volvemos valientes, sino que también percibimos el mundo tal como es. El miedo humano es vasto y destructivo. Gracias, Aiden, por compartir tu perspectiva conmigo. —Me regaló una sonrisa.


Mientras continuaba mi camino, la conversación con el alcalde resonaba en mi mente. Su presencia imponente y sus palabras cuidadosamente elegidas me habían dejado intrigado. ¿Por qué estaba tan interesado en mi opinión sobre su desempeño? Y esa mención tan casual sobre las desapariciones en la ciudad, ¿qué tenía que ver con nuestro intercambio?.

—¿Por qué llegaste tarde? —preguntó Jonah.

—Es una historia larga —me excusé—. ¿Qué saben?

—Nada, estamos como la policía, no sabemos nada —dijo Terrence.

—Pero tenemos algo, sabemos que hay cosas en el bosque que podrían estar involucradas —dijo Diane.

—¿Los nukubos? Eso no nos asegura nada, tal vez solo perdamos el tiempo si los enfrentamos —dijo Alec.

—O tal vez no. —Intervine, acercándome a ellos—. Su líder, Matrius, me dio a entender que tal vez Jackson no está tan mal de la cabeza después de todo.

—¿A qué te refieres? —preguntó Jonah.

—Que tal vez Diane tiene razón, los nukubos pueden estar detrás de todo esto. Tenemos que averiguarlo —dije.

—¿Qué sugieres? ¿Salir a cazarlos? —dijo Lynn.

—Aiden y Diane tienen razón, no haremos nada quedándonos aquí. Tenemos que salir afuera, al bosque. Tenemos que encontrarlos —dijo Reik—. No se queden ahí parados, vámonos.

Rosas Plateadas (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora