Capítulo 56: El Lobo Demonio. Parte 1

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Nos adentramos en el bosque, dando un gran paso. La hora había llegado, la luna estaba en su punto más alto y brillaba más fuerte que nunca, ¿Una señal divina? Quizás. Tal vez en esta ocasión, Dios esté de nuestro lado, luchando junto a nosotros. Ya sabía dónde estaba Ozan, en el lugar donde realizó el sacrificio y donde murió la primera vez, pues ese mismo lugar será su destierro nuevamente.

Podía sentir el miedo de los chicos, comprensible, sabiendo que las probabilidades de morir son muy altas. Aun así, estábamos dispuestos a darlo todo por nuestra gente, como héroes silenciosos que luchan en la oscuridad de la noche bajo las sombras del bosque, por ellos y por nuestros muertos.

-Ya casi llegamos -dijo Jonah.

La sensación de volver a ese lugar me sumergió en un profundo dolor, el dolor de la pérdida de Sofía envenenaba mi mente otra vez.

-Sí. -Caminé un par de pasos hasta llegar a ese lugar.

-¡No está! -dijo Terrence sorprendido.

-¿Están seguros de la ubicación? -dijo Alec.

-No creo que Dominick se haya equivocado -dijo Diane.

-Depende de a quién buscan. Sabrán la respuesta -escuchamos una voz entre las sombras, que se fue acercando lentamente hasta nosotros, revelando su rostro.

-Matrius -dije. Los gruñidos de Reik se intensificaron.

-Aiden. -Él me lanzó una sonrisa sospechosa.

-¿Dónde está? -Le pregunté manteniendo una mirada fija en sus ojos.

-Vaya, se nota tu cambio -dijo dando un par de pasos hacia mí.

No tenía tiempo para charlar con Matrius, la oportunidad de derrotar a Ozan estaba muy cerca, y a diferencia de los chicos, yo no estaba nervioso, estaba muy ansioso por clavarle la daga.

-¡¿Dónde está? -Mostré los colmillos, la furia que sentía por Ozan y sus nukubos, más el poder de la luna llena, me hacían muy impulsivo.

-Tú más que nadie debe saber dónde está. Justo en el lugar donde renaciste. -Él mantuvo su mirada en mí.

Me quedé pensando en lo que dijo, hasta que se iluminó mi mente.

-¿Dónde renací? -susurré para mí-. ¡Donde me mordieron!. -Miré a los chicos de reojo.

-¿Sabes dónde está? -preguntó Jonah.

-Sí, síganme. -Dí un paso adelante, pero Matrius me detuvo.

-No llegarán lejos; todos ustedes morirán aquí hoy -declaró. Súbitamente, levantó su mano derecha, y un grupo de nukubos emergió de su escondite, rodeándonos. Aunque su número no era considerable, perderíamos tiempo valioso -. ¡Ataquen! -ordenó Matrius, y sin titubear, los nukubos se abalanzaron sobre nosotros.

Conseguí esquivar a uno que se dirigió directamente hacia mí, y sin vacilar, le propiné un contundente golpe en el abdomen. No tenía interés en enfrentarme a ellos; mi mente solo tenía un objetivo, y ese era Ozan. El nukubo se desplomó en el suelo por el dolor. Lo agarré de los costados y, con toda mi fuerza, lo estrellé contra un árbol, haciéndolo partir. Lo golpeé lo suficiente para dejarlo inconsciente, pero no al borde de la muerte.

Mis compañeros necesitaban ayuda, así que me dirigí a rescatar a Diane. Tensé mis dedos y clavé mis garras en los costados del nukubo con toda mi fuerza; luego, Diane me ayudó a dejarlo fuera de combate. Éramos mayoría, y no pasó mucho tiempo para vencer a los demás.

-Parece que traer a los nuevos no fue una gran idea -observó Matrius-. Sin embargo, no les permitiré avanzar; tendrán que matarme para lograrlo.

-No tenemos tiempo para esto -dijo Reik, colocándose al frente del nukubo-. Váyanse, yo me encargaré de él. Ustedes tienen que derrotar a Ozan -ordenó el alfa.

Rosas Plateadas (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora