Capítulo 57. Final: Bautismo Sagrado

9 2 0
                                    

La oscuridad envolvía mi camino hacia la iglesia del pueblo. La luna llena estaba cerca, y yo debía estar listo. Caminé hasta el altar, escuchando cómo mis pasos resonaban por todo el recinto sagrado. Me situé frente al Cristo crucificado, a su lado derecho estaba el agua bendita. La tomé y llené una pequeña vasija que pude ocultar fácilmente en mi bolsillo.

-Una noche muy oscura, ¿no lo crees?. -Escuché una voz detrás de mí y me giré para ver al padre Dominick.

-Sí -respondí, mirándolo.

-¿Por qué estás aquí? -me preguntó.

Suspiré. -Me estaba preparando.

Él observó la botella de agua bendita. -¿Piensas que funcionará?.

-Es mi as bajo la manga. Necesito derrotarlo sea como sea -le dije.

-Sabes que no puedes derrotarlo. Será invencible -advirtió.

Me burlé. -No, no lo es -contesté con confianza.

-No me refiero a eso. Sé lo que hiciste, Aiden. Me refiero a que el Señor de las Tinieblas debe ser vencido por él. -Señaló hacia el Cristo-, o por un siervo suyo. ¿Eres un siervo de Dios, Aiden?.

Permanecí en silencio. -Ha pasado mucho tiempo.

-¿Y después de todo lo que has vivido, aún niegas su existencia?. Crees en hombres lobo, en criaturas ancestrales e incluso en los demonios, ¿pero no en nuestro Creador? -continuó en el silencio-. La vida nos da elecciones. Dios da esas elecciones. Aunque Levine no sea invencible, debes hacerlo bajo la fuerza de Dios. O no llegarás a nada. Te estancarás, la frustración te cegará. Acepta a Dios en tu corazón y déjame bautizarte, Aiden -dijo mirándome a los ojos.

Había pasado mucho, había visto mucho. Y debo admitir que mi escepticismo no era más que un capricho o una falta de fe. Los demonios existen, por ende, Dios debe existir. No puedo dudar más de su existencia, no ahora, no cuando más lo necesito. Puedo parecer un hipócrita, porque nunca lo busqué y siempre lo desprecié, hasta ahora. Pero, ahora es cuando más lo necesito de mi lado.

Relajé mis labios y las palabras salieron. -Lo acepto.

Me incliné y el padre, en una oración, dejó caer el agua bendita sobre mi cabeza, que se deslizó por mi rostro bañándome y renaciéndome como un cristiano y creyente en Dios. Si hay forma de derrotar a Ozan, no puedo hacerlo solo. Nunca pude.



Reik

Había recibido numerosos golpes y mi energía menguaba, desconociendo los acontecimientos a mi alrededor.

-No intentas nada, ¿realmente pensaste que podrías derrotar a nuestro señor, si ni siquiera puedes vencerme a mí? -dijo sarcástico, fijando sus ojos en los míos.

-Nunca afirmé que pudiera derrotarlo solo -confesé.

-Con la muerte de esos humanos, nuestro señor es inmortal. No pueden causarle daño; nadie puede, no importa cuánto lo intenten -exclamó.

-Aun puede morir; la daga de Jedutún puede hacer desaparecer su alma.

-¿Y luego qué? El mal siempre persistirá; las rosas volverán a brotar y nadie podrá impedirlo. Este mundo está condenado.

-Si las rosas renacen, las arrancaremos de raíz; ese demonio no volverá a pisar la tierra.

-Jamás encontrarán esas rosas.

Rosas Plateadas (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora