Capítulo 53: Marca Rota

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Otro día más en el que el peso de la tristeza no me abandona. Desde que Sofía falleció, siento que no hay razones para encontrar alegría en nada, y todo sigue estando mal. Seguramente Ozan ya tiene todo el poder, y nos resultará imposible detenerlo. Lo más desgarrador es que, en lo más profundo de mí, arde un deseo de venganza hacia el responsable de arrebatar a Sofía de nuestra vida, pero sé que no puedo actuar movido por la ira. Tarde o temprano, enfrentaré a ese demonio sin piedad por lo que hizo.

-Buenos días, hijo -me saludó mi madre.

-Hola, mamá -respondí sombríamente.

-Pensé que irías a clase hoy -me dijo ella.

Suspiré. -No creo estar preparado para eso.

-Aiden, no puedes quedarte encerrado en tu sufrimiento todo el tiempo, debes salir, distraerte, aliviar tu mente -me instó mi madre.

-¿Qué esperas que haga? ¿Ir a clase y ver el asiento vacío donde solía sentarse Sofía, o enfrentar la ausencia de su grupo de amigas, o esperar a que el profesor mencione su nombre en la lista de asistencia por error? le -respondí con amargura.

-Aiden, no puedes descuidar tus estudios. Estás a punto de graduarte, y creo que es lo que Sofía querría para ti -me dijo mi madre con su corazón compungido.

-Tienes razón. Solo lo crees porque nunca conoceremos los verdaderos deseos de Sofía -respondí con desolación. No sé si es simplemente tristeza por el duelo o si la depresión está tocando a mi puerta. De cualquier manera, parece no tener importancia.

-¿Y entonces? ¿Te entregarás a la desesperación? Escúchame, hijo, sé que es duro, pero eres un hombre y estás vivo. Tienes que superarlo, de una forma u otra -me dijo mirándome a los ojos.

-¿Realmente crees que puedo superar algo que sucedió hace solo 4 días? Mamá, todavía me atormenta el pensamiento de que pude haber salvado a Sofía -exclamé angustiado.

Ella me miró con preocupación y frunció el ceño. -¿A qué te refieres? -me preguntó.

-Nada, olvídalo -dije sin reflexionar-. Voy a salir un rato a despejar la mente. -Tomé mi chaqueta y salí de casa, con el deseo de visitar su tumba una vez más.

Caminaba con la mente centrada en ella, incapaz de sacarla de mis pensamientos. Aunque ya no derramaba lágrimas, el vacío persistía, un vacío que sé que no podré llenar fácilmente, o quizás nunca lo lograré.

Al llegar al cementerio, me dirigí a su tumba donde encontré a Andrea dejándole flores.

-¿Qué tal, Andrea? -Me acerqué a ella.

-Oh, Aiden, ¿viniste a verla? -me miró.

-Sí, dentro de lo que cabe. -Le sonreí.

-Fue tan repentino, ¿no lo crees? Me esperaba cualquier cosa menos su muerte -confesó. Su esencia rota y su sensación de vacío reflejaban la tristeza por la pérdida de su mejor amiga. Nunca entendí completamente la relación de Sofía con sus amigas, pero sabía que tenía algo especial con Andrea, ya que Lynn siempre estaba con nosotros.

-Sí -suspiré con un gemido que se desvaneció en el aire.

-Sus sueños... todos terminaron aquí, enterrados junto a ella. El concurso se retrasará hasta septiembre en su memoria. La estrella que no pudo brillar. Es tan injusto, a veces dan ganas de...

-¿De mandarlo todo a la mierda? Ya somos dos. -comenté.

-¿Y tú cómo estás? -me miró a los ojos.

-Vaya. -Suspiré-. ¿Qué quieres que te diga? La estoy pasando mal, como dices, me esperaba de todo menos esto.

-¿Por qué no viniste a su entierro?

Rosas Plateadas (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora