Prólogo

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—Es suficiente, Vater, necesitas independizarte y tener tu propio espacio para que dejes a molestar a la servidumbre –Gruñó el tricolor refregándose el rostro con estrés, como si no tuviese suficiente con sus asuntos como nación también tenía que cuidar de que su padre no matase a nadie o tendría problemas.... más problemas– Ya renunciaron dos cocineros sólo ésta semana porque les lanzaste cuchillos.

—Era lo mínimo que podía hacer si cocinaban tan espantoso. –El azabache viró los ojos, en sus tiempos fusilaban los inútiles o los tiraban a los perros ya que eran reemplazables– Además no puedes echarme de mi propia casa, esto me lo dejó tu abuelo.

—Sé lo que estás pensando y por enésima vez, esta no es tu época así que te pido...No, te suplico que por favor dejes de hacer esas cosas y busques un lugar más tranquilo en donde hagas lo que te apetezca sin dañar a mis subordinados o cualquier persona. –Alemania tenía que ser estricto con él, si bien este lo había criado durante su infancia no se habían visto en décadas hasta algunos años atrás por la penitencia que le pusieron al mayor pero ese era un tema que no se tocaba—.

—No puedes sacarme de mi propia casa, Alemania. –Finalizó el de piel carmesí en tono serio mientras le daba una última mirada al mencionado para luego abandonar la oficina de este oyéndolo soltar un suspiro frustrado—.

•   •   •

—Si no corriese riesgo de que me regresaran a esa fosa, te juro que ya te habría roto el cuello esta mañana. –Soltó Third entre dientes mirando con enojo el amplio departamento en el que estaba parado justo al centro de todo lleno de cajas y cosas que iban trayendo los atemorizados humanos que trataban de terminar rápido para alejarse de la voraz mirada del germano—.

—ONU apoyó mi sugerencia de reubicarte para que te acostumbraras a la sociedad actual. Además el señor URSS ya lleva 3 años siendo independiente de Russland y le va bien, así que no veo por qué a ti no. –El alemán menor sintió su teléfono vibrar por lo que al terminar de hablar no pudo ver la expresión de rabia del contrario—.

—Yo haré independientes a sus cabezas del resto de sus cuerpos como me los vuelvas a mencionar, asqueroso traidor. –Ladró el más alto cerrando los puños, ese maldito desgraciado comunista se había librado de su castigo sólo por ser parte de los aliados—.

—Como digas padre, de todas maneras no tengo tiempo para esta cálida despedida. –Dijo el rubio mirando su móvil con atención a los mensajes de su chofer y los horarios de su próxima junta en una hora– Los números de emergencia y otros más están en el tablero del refrigerador, sólo no hagas llamadas innecesarias o hagas cosas por las que te podrían arrestar cuando salgas.

Y tras decir aquello el de suéter café salió del lugar cerrando la puerta pues todas las cosas que deberían estar ya se encontraban apiladas en el gran departamento, el de ojos esmeralda resopló con molestia pues no sólo había sido echado de su propia casa sino que se sentía traicionado por el mocoso que crió y ahora debía desempacar todas esas cosas.

—Púdranse. –Escupió con resentimiento para acercarse al mostrador tomando la correa marrón que pertenecía a su perro, un Weimaraner que compró porque se sentía aburrido en la enorme mansión silenciosa ya que todos lo evitaban y tenía muchas restricciones de sus viejos pasatiempos– Andando, Alphonse.

El canino gris se levantó de su cama moviendo la cola con felicidad que no era compartida por el ex fascista, el cual ni siquiera se molestó en intentar pasar desapercibido entre las personas que estaban en la recepción del gran y prestigioso complejo residencial de Berlín Mitte, a cada persona que notó mirándolo le devolvió una expresión amenazante para que se metieran en sus propios asuntos.

Siempre era lo mismo que cuando salía con el tricolor ya fuese a parques, algún bar o restaurante le fastidiaba sentir miradas encima y oír sus jodidos murmullos que no lo dejaban a paz.

Pero después de todo esa era la peor parte de haber sido "El villano" de una guerra, prácticamente era el pasatiempo familiar y eso lo seguiría hasta el fin de sus días llegando a ser incluso peor que las largas torturas por las que pasó durante años como parte de su reparación personal por los crímenes cometidos.

Cuando la noche comenzó a caer llamó al perro para que este lo siguiese hasta su nuevo "Espacio privado" que ni siquiera se sentía como una casa y no terminaba de entender cómo incluso algunos de su raza podían vivir en lugares así de pequeños.

Nuevamente pasando los murmullos del vestíbulo se encaminó al elevador hasta el último nivel de la torre de 15 pisos que lo incomodaba debido a la altura. Una vez dentro de su nueva propiedad dejó las cosas que llevó sobre la mesa más cercana y se fue a dormir junto a Alphonse esperando que al menos así no se aburriera tanto el resto de ese jodido día.

RUBRUM (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora