Fourty Three

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Agatha echó todas las cosas necesarias al carrito, al menos todo lo que ella podía cargar sola en ese momento, caminando entre los pasillos del pequeño supermercado de la carretera. No tardó mucho en pagar y mantuvo la cabeza gacha con su cabello bien atado bajo la capucha del abrigo que había en el auto que el carmesí robó, caminó el par de calles hasta donde el aludido había estacionado y dejó caer las cosas en los asientos de atrás, ni siquiera tenían un plan concreto pero tampoco podían detenerse a pensar.

—Ten... te traje un café, aunque es de máquina –La de ojos cafés murmuró tendiéndole el vaso de cartón al carmesí luego de sentarse en el asiento de copiloto—.

—Gracias –Se limitó a responder él mientras sujetaba el vaso y le daba un sorbo largo, había estado toda la noche conduciendo y eran casi las cinco de la madrugada, la adrenalina ya había abandonado su cuerpo y comenzaba a agotarse—.

—Deberías intentar dormir, sabes que puedo conducir autos también –Murmuró ella como una sugerencia pasiva, suspirando cuando eventualmente él asintió y se acomodó aún sentado tras terminar el café—.

Durante el camino la albina se mantuvo atenta al camino, pero en ocasiones se tomaba pequeños momentos para observarlo, Reich era más que la sombra de su pasado arruinado por otros.

Él era increíble, era como ver al mismísimo Lucifer en persona y no porque fuese la encarnación de la maldad, sinó porque era una criatura tan hermosa y llena de rabia como el líder de los ángeles caídos... como ver una pieza de arte cambiante y evolutiva..

Desde la pérdida de su querido abuelo nunca pensó que podría querer tanto a alguien más, pero allí estaba él, que había elegido echar a la basura sus años de rehabilitación para poder protegerla. 


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—......Aún es un poco extraño, me tendré que acostumbrar.. –Murmuró el mayor, mientras leía las instrucciones en la caja de tinte, no tenía un olor agradable y lo entendió luego de ver que llevaba amoníaco—.

—En realidad este es mi color de cabello, pero ayudará por un tiempo ya que me conocen cenizo.. –Agatha se inclinó y comenzó a lavarse la cabeza con el agua que separó del arroyo para no contaminar el flujo, quitándose el exceso del tinte y el shampoo hasta que su cabeza quedó libre de cualquier químico—.

—....Te queda bien, combina con tus ojos... –Murmuró el ahora rubio suspirando mientras observaba a la joven, su largo cabello ahora de un tono castaño chocolate bastante bonito, aunque sabiendo que si incluso se pintara el cabello de azul a ella le quedaría bien—.

No como a él y ese nefasto rubio dorado que tenía ahora en la cabeza, quizás debería hacerse rapado en lugar de decolorarse como un adolescente tonto.

Las cosas eran una completa mierda y sabía que totalmente iban a empeorar eventualmente, rogaba que no fuese demasiado rápido, pero a la vez se sentía tranquilo sabiendo que ella estaba ahí. Pero a la vez se sentía como un imbécil por estarla arriesgando de esa manera, no era lo mismo que si hubiera arrastrado al Eje o a Alemania, todos esos bastardos podrían defenderse bien hasta con los brazos rotos usando un tenedor, en cambio Agatha era humana y no tenía ninguna clase de entrenamiento de protección, dependía totalmente de él para estar a salvo.

Lo único en toda esa situación que podía parcialmente tranquilizarlo era haber dejado a Japón a cargo de Alphonse y las gatas, le hubiese dado acceso a Imperio pero lo más probable era que también estuviese encerrado, así que su hijo fue la segunda mejor opción porque sabía cómo fue criado y que haría bien esa tarea, por eso su huella fue la única ajena registrada en ambas cerraduras de los departamentos.

Luego de un momento de reflexión su vista regresó a la más baja, que comía en silencio el sándwich que había comprado en la tienda, nunca en su vida se había sentido tan enamorado. Bueno, nunca en su vida se había enamorado. Pero le gustaba que está fuera su primera vez en las cosas más importantes, sus antiguas amantes estaban enterradas en un pasado con nula importancia, habiendo notado lo vacía que se sentía el sexo cuando no había una verdadera conexión de por medio.


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—¿Así está bien?.. –Murmuró Reich terminando de palmear un poco la manta que había doblado para colocar en medio de ambos asientos para cubrir la palanca de cambios y el freno de manos que podrían llegar a ser molestos—.

–Si, está bastante suave –Agatha asintió tranquila mientras hablaba, acostándose cercana al centro de ambos asientos reclinados, abrazando al carmesí mientras suspiraba acurrucada bajo la otra manta que los cubría—.

En la carretera habían desviado al interior de unos matorrales altos y aprovechado la oscuridad de la noche para ocultar el auto y poder dormir un poco en el silencio, así que la ahora castaña abrazó al mayor cerrando sus ojos preparándose para dormir tras haber estado conduciendo toda la tarde, afortunadamente podían cambiarse de lugar cada cierto tiempo para que él no fuese el único en agitarse conduciendo todo el tiempo.

Ambos se tomaron un tiempo en silencio calmado para acariciarse lentamente, pequeños mimos en el cabello y suaves caricias en la espalda o cadera, simplemente pasando el momento mirando el cielo estrellado a través del parabrisas del auto. Les hubiese gustado poder hacer algo como esto antes, poder viajar fuera de la ciudad y acampar en algún lugar al aire libre, naturalmente por razones obvias no podían, aunque pensándolo mejor... si aquella noche hubiese decidido escaparse de vacaciones por unos días solo dejando una nota, el castigo hubiese sido mucho menor de lo que recibirían por esto. 

La de ojos cafés bostezó suavemente frotándose un poco los ojos, recibiendo en respuesta una lenta caricia en su espalda baja para arrullarla, lo cual sirvió para que ella cerrara despacio sus ojos destensando su cuerpo entre los brazos de Drittes Reich, entregándose al sueño.


RUBRUM (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora