Twenty Six.

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El azabache bufó arrastrando la bolsa de basura en la que habían reunido las sobras del almuerzo que eran en su mayoría huesos de pollo y algo de arroz, arrojó la bolsa al contenedor y estaba por girarse para volver a la recepción para firmar su salida cuando unos sollozos bajos atrajeron su aguda audición. Entrecerró los ojos con desconfianza y movió el gran contenedor metálico con una sola mano dejando ver a un niño relativamente pequeño que estaba sentado en el suelo abrazando algo dándole la espalda hasta que notó que alguien lo observaba y decidió girar con sus ojos llorosos.

Dritte arqueó una ceja cuando lo vio tensarse y escondiendo algo entre sus manos contra su pecho mientras se encogía aún en su lugar, entonces viró los ojos y apoyó los codos sobre sus rodillas para bajar a su altura con una distancia prudente antes de extender su diestra señalando a la cosa escondida con su índice afilado, el menor entendió a que se refería y algo inseguro separó sus manos dejando ver un reloj dorado a simple vista antiguo. Lo tomó tranquilamente de las manos ajenas para abrirlo y notar que el cristal estaba agrietado además de las manecillas salidas dejándolo averiado.

—¿Qué le pasó? –Inició él pasando los pulgares por las pequeñas abolladuras o raspones que tenía, la marca era alemana y tal vez su serie pertenecía a la década del 1910 así que eran mecanismos que conocía–.

—..Uno de los niños grandes me lo sacó en el almuerzo, intenté quitárselo... pero lo dejó caer al suelo. –El pequeño castaño dijo en tono bajo, su voz aún estaba algo quebradiza por la tristeza de perder algo con un gran valor sentimental como lo era ese reloj– Es mi culpa que ya no sirva..

—No es nada irreparable. –El carmesí alzó los hombros agitando el artefacto metálico, logrando oír los engranajes sueltos que al parecer eran varios de los más pequeños además del principal que hacía rotar todo el sistema–.

—¿En serio?, mi papá decía que es un reloj muy importante... que su abuelo siempre lo cuidó mucho.. –Ya más esperanzado pero aún pesaroso el pequeño se levantó de donde estaba para acercarse a mirar, por su apariencia tal vez no tendría más de siete años probablemente– No quiero que se sientan tristes en el cielo porque lo dañé..

—Yo puedo arreglarlo. –Sus esmeraldas conectaron un momento con las gemas celeste del niño que asintió rápidamente respirando profundo por el alivio, aunque ya era algo tarde y no era bueno con las charlas emotivas así que se levantó mirándolo hacia abajo de manera neutra pero relajada– Vuelve con los otros, regresaré el lunes.

Mientras tanto la de tacones oscuros estaba de pie sobre el camino de piedras en el medio del patio, mirando los árboles mover un poco sus ramas a causa del viento frío que a ella la hacía tiritar mientras esperaba a que el carmesí terminara de ocuparse de los desperdicios del almuerzo. Una sensación de presencia la hizo girarse esperando ver al azabache pero en lugar de eso se sorprendió de encontrarse al tricolor observándola curioso tras sus gafas.

—¿Agatha?, ¿Por qué no traes un abrigo?.. –El de piel amarilla no tenía idea de que ella estaría este día, la última vez que vio el horario de ONU decía que los viernes eran algunos de los días en los que su padre iría solo a cumplir su castigo y esperaba poder hablar con él–.

—Se supone que debía estar en la universidad, allí tienen calefacción pero al parecer los planes salieron al revés hoy. –Alzó los hombros la humana, le gustaba enseñar pero prefería estar con el de esvástica apoyándolo con su control de estrés además de que su presencia le generaba una sonrisa instantánea aunque sonase vergonzoso–.

—Ten, por favor, no vayas a resfriarte.. –Alemania se quitó la gabardina color arena que llevaba y la colocó sobre los hombros ajenos para que al menos dejase de darle el aire frío directamente, él después de todo no la necesitaba porque su raza tenía una alta tolerancia para los climas– Es la primera vez que te veo tan formal, te sienta bien..

—...Eh, gracias.. –La de ojos cafés sonrió algo extrañada por el halago pero continuó hablando para que no hubiese un silencio incómodo, al menos para ella pues no tenía tanta cercanía con el hijo de Dritte a pesar del tema de su cumpleaños pasado– Aunque es solo por el código de vestimenta para el profesorado, no es mi estilo.

Desde la dirección tras Agatha el ex fascista se acercó con mirada fría y aura lúgubre logrando tensar a la nación menor cuya expresión hizo que ella girara confusa pero sonriendo cuando sus ojos captaron al más alto.

—Vuelve a tu oficina, Alemania. -El tono de voz ronco de este hizo tensarse a ambos más jóvenes, claramente seguía resentido por todo lo anterior a pesar de que el rubio hubiese abogado por él ante la organización de paz–.

—Vater.. sólo venía a decirte que ONU permitirá desde el lunes que Alphonse pueda venir contigo si sigues haciendo las cosas bien.. –Dijo el de gafas bajando un poco la cabeza, si lo viesen desde la perspectiva de carnívoros salvajes.. no habría que pensar mucho para notar quién era al alfa en ese momento, los countrys funcionaban de una manera ligeramente similar en cuanto a los rangos jerárquicos por carácter–.

—Me dan recompensas como a un animal en entrenamiento, vaya.. –Sus cejas oscuras se levantaron con sarcasmo pero suspiró para luego fruncir los labios, tomando la mano de su humana entrelazando sus dedos fríos y acariciando el dorso ajeno con su pulgar.. "No voy a discutir"—.

Y comenzó a caminar alejándose del de traje formal que los observó estupefacto, ¿Acaso... su propio padre había marcado "Territorio" con él?..

RUBRUM (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora