Fourty.

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Al anochecer la de ojos cafés despertó con pereza aún abrazada al carmesí que le acariciaba lentamente la nuca mientras veía televisión a volumen bajo para no molestar, le tomó algunos parpadeos recordar lo que habían hecho hace algunas horas atrás y su rostro enrojeció a la par en que una sensación afloraba en su pecho aumentando su ritmo cardíaco haciendo notar al otro que ya estaba despierta. El mayor la miró de soslayo para saber si todo estaba bien, como no notó nada fuera de lo común se removió un poco para acunarla mejor, finalmente había dejado atrás todo para comenzar una nueva vida con alguien ahora tan importante como ella.

•   •   •

Agatha salió de la ducha envuelta en una toalla blanca y caminó por la habitación del mayor para tomar una playera oscura, la cual se colocó antes de dirigirse a la cocina, debido a la diferencia de alturas la prenda la cubría hasta los muslos y era suficiente para que luego cruzara el pasillo hasta su departamento.

—Llegó una notificación y oí el elevador hace un rato, ya dejaron tu vestido –El carmesí se giró hacia la más baja, dejando de lado los tentempiés que acomodaba debido a que sabía que sus tontos amigos vendrían y obviamente saquearían el refrigerador—.

—Genial, son casi las cinco así que iré arreglándome –Ella se acercó y le dió un suave beso en los labios a la par en que sonreía tranquilamente– Nos vemos en un rato.

Y hecho esto salió del departamento ajeno para caminar con calma al suyo donde efectivamente había una caja sobre el tapete frente a su puerta así que lo recogió y entró luego de que la cerradura leyera su huella digital, saludó a sus gatas y en su habitación desempacó el contenido de la caja… un bonito vestido rojo carmesí hecho de seda reluciente.

Por su parte el azabache siguió en lo suyo durante un rato hasta que oyó nuevamente el elevador y apenas la campanita tintineó supo quienes eran así que suspiró antes de abrir la puerta con una ceja alzada, dejando a Reino con la mano levantada para tocar y este le hizo una mueca, aunque no se esperó verlos con sus hijos…. sobre todo a Alemania al final de ellos.

—Tú y tu oído de tísico, Terzo –Bufó el italiano mayor virando los ojos y pasó al lado de él para entrar al departamento siendo recibido por el can gris– ¿Y la piccola leonessa?

—En su casa. –Respondió entre dientes a la par que entraban los demás y su hijo torcía los labios con una expresión notoria en que se debatía mentalmente sobre qué decir—.

—....Hola –Finalmente abrió la boca el joven de piel amarilla, levantando la mirada hasta los ojos del ex fascista de expresión afilada, obviamente había notado cómo cambió su expresión desde que abrió la puerta hasta cuando lo vió—.

Dritte se limitó a girarse e ir a la sala donde sus viejos compañeros estaban hablando sobre la estúpida gala a la que irían en un rato, como no le había cerrado la puerta en la cara el otro suspiró profundamente y también ingresó a cierta distancia tras él, en la sala los dos antiguos dictadores mayores se encontraban arrasando con la primera de las tablitas de tentempiés salados que había dejado previamente en la mesa de centro.

—Papà, per favore mangia con moderazione, così non potrai provare niente al gala –Italia trató de disuadir al aludido de que dejase en paz la mesita de quesos y carnes frías que este atacaba con el de sol naciente como si no hubiesen almorzado—.

(Papá por favor come con moderación, luego no podrás probar nada en la gala)

—Se mi avveleneranno, preferisco che sia Terzo –El de escudo habló con la boca llena e hizo un ademán con su diestra de que lo dejara en paz, por otro lado el nipón menor solo se había sentado junto a su padre a revisar el teléfono del trabajo—.

(Si me van a envenenar prefiero que sea Terzo)

—Dare mo karera o dokusatsu suru tsumori wanai. Kokuren ga karera o shōtai shita to shite mo, sore wa Kokuren ga ibento zentai ni hoken o kakete irukarada. Jōtaijō o okuru mae ni sudeni sono koto ni tsuite wareware ni hanashiatte itakarada –Japón murmuró lo suficientemente alto mientras tecleaba en su móvil cosas importantes y actualizando a cada momento la ubicación del GPS que tenía su padre para asegurarse de que seguía activo, por si acaso—.

(Nadie va a envenenarlos, si ONU los invitó es porque tiene todo el evento asegurado, ya había hablado con nosotros al respecto antes de enviar las invitaciones)

—Muy extravagante con sus putas palomas blancas –El de esvástica se cruzó de brazos mientras caminaba, ya todos estaban listos así que para no perder el tiempo lo mejor sería vestirse también, por lo que caminó el corto pasillo a su habitación aunque sintió a alguien detrás—.

—Me.. gustaría hablar contigo, por favor.. –El alemán ligeramente más bajo tenía la mirada en el suelo y para el carmesí, apestaba a nervios, a lo que recibió un gruñido bajo—.

El de esmeraldas lo dejó pasar a su habitación únicamente porque no sería arruinarse la noche con una discusión pero aún así estaba preparado para expulsarlo de su casa si era necesario, ambos se quedaron de pie en la amplia habitación tras cerrar la puerta.

—.....Quería disculparme por lo que pasó en la mansión, no debí sacarte así pero tampoco debiste golpear a América por más que se lo mereciera, aún así eso no justifica las cosas que te dije….. estoy bajo mucha presión y estrés desde que asumí el cargo.. –Alemania se sinceró finalmente luego de todo el tiempo que había pasado con él luego de que saliera del horrible encierro en el que estuvo por decadas– Y realmente preferiría estar haciendo cualquier otra cosa en este momento en lugar de dirigir una nación tratando con imbéciles, pero es lo que me toca, necesito los negocios con esos imbéciles para que el territorio se mantenga como la primera potencia de Europa.

—Yo también tuve que tratar con los mismos bastardos desde que tuve tu edad, sin embargo no le hubiese faltado el respeto de esa manera a mi padre si hubiera estado vivo. –Sus ojos afilados pero serios se mantuvieron sobre el menor con represalia recordando la humillación de se echado de su propia casa a empujones—.

Dritte Reich se sentó en su cama aún con los brazos cruzados, con esa acción acrecentando el ligero aroma dulce que ya estaba previamente en la habitación, el tricolor podía reconocerlo de algún lado aunque no lo recordaba bien pero se había quedado en silencio al sentir el aroma inicial que hacía notorio el hecho de que su padre había estado físicamente con alguien, lo cual el aludido parecía no sentir debido a que probablemente había permanecido en el departamento asimilando el ambiente a diferencia de alguien como él que recién llegaba. Cuando el rojo subió a sus mejillas y desvío la mirada el mayor alzó una ceja frunciendo ligeramente el ceño ante su extraña actitud, pero como parecía que este ya no iba a decir nada más entonces se levantó y abrió la puerta de la habitación para que saliera, cosa que este hizo casi rápidamente en silencio, ya tras cerrar bufó y tomó su traje para vestirse pues se había duchado antes que Agatha.

Minutos después la puerta del departamento del de esvástica se abrió dejando ver a la susodicha caminando a la par de sus dos gatas y siendo recibida por un feliz Alphonse que le movía la cola, aunque esta no notó a los cinco que la miraban hasta después de cerrar la puerta y levantar la mirada, dió un pequeño brinco de susto pero rápidamente sonrió al reconocer a Reino levantándose del sofá con los brazos abiertos.

—¡Piccola leonessa! –Este la saludó dándole un corto abrazo para no ser invasivo y luego le guiñó un ojo hablándole en tono bromista que obviamente ella entendería– Que bien te sienta ese color eh.

Entonces el alemán que observaba a la humana reconoció el aroma dulce que había sentido en la habitación de su padre, se tensó visiblemente y apretó los puños sobre sus piernas hasta hacer casi blancos sus nudillos, pero no estaba enojado solo… su cabeza era un enredo en ese momento.

RUBRUM (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora