Twenty Three.

809 103 10
                                    

Agatha se removió en su cama, ya habían pasado cinco minutos desde que se dejó caer en esta al terminar de cambiar su ropa pero aún se debatía en si esperar a que los extranjeros se fueran o dejar de ser una cobarde e ir con Dritte y su extraño amigo para pedir algo de cenar en lo que llegaba el otro.

—Oh vamos, ya le lancé un adorno y mandé a la mierda a los Estados Unidos de América, le di un manotazo a la agencia del FBI y de una manera u otra le hice frente a alguien que bien podría haberme roto el cuello con una sola mano... ¿Supongo que para cosas como estas me prepararon en la academia militar?.. –Suspiró e infló el pecho levantándose para colocarse su suéter oscuro y salió a paso firme a de habitación rumbo a la puerta principal para encaminarse al departamento ajeno– Vamos Al, que si me dejas sola me regreso corriendo..

Chilló un poco pero finalmente salió y cruzó el pasillo que comenzaba a oscurecerse por la hora, la puerta ya estaba sin seguro así que solo colocó su pulgar el la cerradura y esta se abrió al reconocer la huella permitida, apenas pudo entrar cuando algo pasó rápidamente rozando su cabeza y el reflejo captado por el rabillo de su ojo izquierdo le hizo saber que se trataba de un arma blanca por lo que se quedó estática y totalmente tensa.

—Mierda, Imperio, no vuelvas a hacer eso que no tienes la misma puntería de antes. –El carmesí se levantó del sofá en donde estaba para acercarse a la menor que lo miró como si hubiese un fantasma justo a su lado, suspiró disculpándose con la mirada y retiró la navaja asiática de la pared–.

—Inu o tsureta ana josei wa daredesu ka? –Entrecerró sus ojos con desconfianza el de sol naciente, se le hacía muy extraño que el germano lo reprendiera por detener a lo que parecía ser un intruso que entró sin avisar–.

(¿Quién es esa mujer con el perro?)

—La leonessa tedesca che ha messo la feccia americana al loro posto. –Reino de Italia no iba a dejar pasar cada oportunidad para hacer mención de ese apodo con tal de ver las reacciones del de esmeraldas que ahora se encontraba acariciando al efusivo can que probablemente era suyo–.

(La leona alemana que puso en su lugar a la escoria americana)

—Mōshiwakearimasenga, soreha hogo hansha shinkeidesu. –El de camisa verde relajó su postura y de pie hizo una pequeña reverencia a la joven tal como dictaba su cultura, el cabello blanco de esta era muy llamativo al igual que sus grandes ojos cafés que miraron confusos al de esvástica–.

(En ese caso me disculpo, son reflejos de protección.)

—Dice que se disculpa por la navaja. –Dritte notó que fue debido a que no entendía japonés y lo tradujo inmediatamente para que no hubiese otro malentendido– Aquí todos somos paranoicos y no nos medimos por instinto.

—...No importa, aún tengo mi cabeza en su lugar, ¿No? –Sonrió nerviosa la más baja intentando sonar divertida aunque por dentro estaba deseando regresarse a su casa y esconderse bajo la cama hasta la mañana siguiente–.

•   •   •

—No puedo creer que tú, ¡Tú!, estés cuidando niños. –El descendiente de Imperio Romano señaló entre carcajadas, a su lado el albino con rayas escarlata reía en tono más bajo sabiendo la poca paciencia que tenía el ex fascista de traje negro–.

—No los cuido imbécil, solo estoy obligado a cocinar para ellos por todo este maldito mes. –Al azabache le tembló la ceja cuando incluso la humana junto a él soltó una pequeña risa ahogada, estaba a nada de lanzarlos por su balcón e irse a dormir–.

—Que gruñón, por cierto.. le robé una botella a Ita antes de salir de casa. –Dijo el tricolor inclinándose hacia la izquierda para abrir un lado de su maleta y sacar la botella de un costoso vino de reserva selecta– ¿La abro o son demasiado cobardes?

—Eres un maldito alcohólico........ abre ya esa cosa. –Imperio Japonés viró los ojos y se la arrebató para ver de qué tipo era pues detestaba los vinos secos, por suerte era uno de los dulces así que no tendría problema alguno en beberse más de una copa–.

—Iré por las copas. –La albina sonrió y se levantó del sofá para encaminarse a la cocina seguida de Alphonse que siempre seguía a quien conociera, aunque no tenían idea de si era por su instinto de guardián o para ver si conseguía alguna galleta–.

—La leonessa es muy amable, deberías aprender de ella, Terzo. –El tricolor italiano alzó una ceja con picardía, ya había notado con certeza de que el carmesí era protector con la joven, tal vez por el incidente con esos dos idiotas o había algún motivo más–.

—Ya deja de llamarla así.. y vete a la mierda. –Dritte resopló sacando su móvil del bolsillo al sentir una vibración de este, era el italiano menor preguntando si su padre ya había llegado ya a su departamento de Berlín– Si, tu idiota padre está aquí metido junto con Imperio.

Le respondió en un audio atrayendo la atención de los aludidos que poco después cayeron en cuenta de con quién estaba hablando. Haciéndole señas groseras de que se callara pues no iban a dejarlos volver a viajar solos y revelaba algo comprometedor, como por ejemplo que estaban a punto de beber sin supervisión.

—Listo, también traje unos quesos en cubos y carnes frías de acompañamiento. –La menor salió sonriendo de la cocina con una charola en manos y el braco relamiéndose delatando que seguramente le habían dado algo de lo que traía–.

—¡Magnífico!, la piccola leonessa y yo vamos a ser grandes amigos. –El de ojos miel se levantó para rodearle los hombros con su brazo izquierdo mientras reía divertido, robándose un cubo de queso antes de tomar también el saca corchos para poder abrir la botella–.

Agatha llegó a la mesa de centro y el japonés ayudó a acomodar las cosas en lo que Dritte sostenía al perro por el collar para que no intentara llevarse algo mientras estaban distraídos.

—Sé que hace ya mucho tiempo dejamos de ser el poderoso Eje, pero este momento me recuerda mucho a nuestras viejas reuniones en los días de gloria. –Imperio Japonés alzó su copa ya servida y comenzaron a beber sin prisa mientras hablaban sobre otras cosas incluyendo también a la menor–.

RUBRUM (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora