Thirty Eight.

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Dritte se removió incómodo en el sofá oyendo la animada llamada entre el nipón y la albina en la cual también se había colado el italiano a parlotear sobre lo aburrido que era el evento pero con mucha y muy buena comida.

Al de esvástica no le gustaba la idea de ir a exhibirse como un experimento redimido solo para que le revocaran un par de restricciones, pero la menor parecía muy interesada en ir luego de que Imperio le dijera que también le había llegado un sobre como a Reino esa misma tarde, así que estaba muy contrariado por que solo quería quedarse en casa pero no quería dejarla ir sola ya que el otro europeo se dispersaba rápido y con eso también distraía al antiguo imperio. De esta manera la menor podría quedarse sola en algún momento y eso la ponía en gran peligro a pesar de estar rodeada de seguridad y organizaciones, todo el tema le estaba causando dolor de cabeza junto con un par de tics de tensar la ceja derecha como signo de su incomodidad.

—¿Todo bien? –Habló ella girando a verlo tras terminar la llamada, sentía que el contrario estaba extraño por lo que se acercó para sentarse a su lado—.

—... No me gustan los eventos sociales –Este decidió sincerarse al respecto, la sola idea de estar rodeado de gente hipócrita que lo quería muerto le daba un poco igual pero con la joven allí el asunto cambiaba—.

—Si nos quedamos con Reino e Imperio podremos divertirnos un poco entre nosotros, al menos vayamos un rato y si nos sentimos incómodos volvemos inmediatamente a pedir comida los cuatro –La de cabello albino lo miró casi con ruego encogiéndose de hombros, le gustaban mucho ese tipo de eventos benéficos y era la primera vez que estaría en uno luego de la muerte de su querido abuelo—.

—¿Ellos qué dijeron sobre la dichosa invitación? –Dritte pidió internamente que su quisquilloso socio asiático hubiese expresado su repudio por pisar territorio suizo alrededor de los aliados—.

—Que irían con sus hijos —–Dijo rascándose la mejilla izquierda en lo que se acomodaba apoyándose en el hombro ajeno, le gustaba la calidez que brindaba– Hm.. si quieres podemos preguntarle a Alema…

—Quiero ir contigo. –La interrumpió antes de que terminase de decir el nombre del tricolor, solo le quedó suspirar y pensar en qué ponerse para acompañarla esa noche dentro de cuatro días—.

Entonces la vio esbozar esa sonrisa tan única que tenía y asentir rápidamente, a lo que sintió ganas de acariciar su mejilla, no se retuvo y levantó su diestra para sentir la suave piel ajena. Agatha se agachó para abrazarlo y así se mantuvieron durante un rato simplemente disfrutando del silencio estando juntos hasta tener que levantarse a seguir con sus tareas, las cuales se basaban en planear una clase nueva para la universidad, perdidamente la época templaría.

—Mi abuela Prusia dijo que su padre Orden Teutónica conoció a la Orden Templaría –El de esvástica terminó de traducir la frase de latín antiguo que se mostraba en la tableta ajena, ahora sí le servía de algo que su padre lo hubiese hecho estudiar eso—.

—Vaya, ustedes realmente estuvieron en momentos importantes de la humanidad –La de ojos cafés le dio una mordida a su galleta y continuó tecleando rápidamente en su laptop para terminar las diapositivas que pondría mientras explicaba—.

—… Siento que me llamaste viejo indirectamente –Bromeó el carmesí a pesar de pensarlo en verdad, literalmente tenía el triple de su edad y en cuanto más se lo repetía más turbio se hacía—.

—Solo tienes como unos casi ochenta años, no es mucho comparado a los estados del continente americano –La joven sonrió divertida y se estiró un poco para darle un beso rápido en la mejilla, realmente sentía algo fuerte por él y quería seguir avanzando paso a paso a su lado– ¿Me quieres acompañar mañana durante la clase?, Podrías sentarte al fondo o a mi lado en el escritorio, no habría problema.

—Podría ser interesante –No tenía mucho que hacer en casa así que no estaba mal la idea de poder ver al menos una vez cómo se desenvolvía la albina en su trabajo—.

—Genial, entonces incluso podrías llevar a Alphonse, como es un perro de servicio entonces está permitido su ingreso mientras no rompa nada pero él es un buen perro –Estiró su mano para acariciar al can que se acercó al oír su nombre, seguro todos se distraerían hablando sobre lo lindo que era—.

—Tendría que ver si se le antoja ese día, sales muy temprano y él es un flojo de primera –Le devolvió una sonrisa divertida de manera ligera en lo que alzaba un poco la ceja para demostrar la gracia que le hacía el tema de su mascota—.

• • •

—iSeguro que quieres ir tan elegante? –La más baja terminó de atar su cabello tras acomodarlo lo mejor que pudo, tenían tiempo de sobra al haberse levantado temprano agradeciendo en parte que los niños del orfanato tenían validaciones médicas y no harían actividades—.

—Es lo que solía usar antes para el diario, además se me ve más misterioso así cuando me cubro lo cara –Dritte llevaba una camisa negra con chaleco de traje y pantalones todo del mismo tono oscuro además de sus zapatos, asentándose todo perfectamente a su figura esbelta pero bastante masculina—.

—……Te ves muy guapo.. –Ella lo abrazó con timidez siendo correspondida cortos segundos después, luego de mucho tiempo sola el germano era como una luz para sus ojos—.

El azabache apoyó su mentón sobre la cabeza ajena, teniendo la absoluta confianza cerrar los ojos y relajarse oyendo su corazón latir de una manera peculiar debido a su fina audición, la menor realmente sentía lo mismo que él.

RUBRUM (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora