Three

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—Lamento el alboroto, realmente siento que haya tenido que oír todo eso señor.. –Dijo la humana en tono bajo con la mirada clavada en el suelo, entrelazando sus manos sintiendo como toda la adrenalina de la pelea con su madre se había esfumado de repente ante la intimidante presencia del mayor—.

—A Deutschland también le gustan la historia y las cosas antiguas. –Se limitó este a decir mientras la miraba de soslayo antes de entrar a su departamento cerró la puerta cuando el perro ya estuvo dentro—.

La de ojos cafés parpadeó unos segundos procesando lo dicho por el de ropa oscura hasta que soltó una ligera risa de alivio y caminó de regreso a su hogar con expresión más tranquila disponiéndose a reunir sus cosas para partir rato después a su trabajo en una escuela cercana.

Aún tras su puerta el de ropa oscura observó con disimulo por la mirilla que dejaba ver el pasillo, viendo las últimas expresiones de la albina antes de volver a su propiedad dejándole cierta duda que luego se abstuvo de mantener en mente para volver a su lectura.

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Durante las siguientes semanas esta comenzó a saludarlo cada que se cruzaban en el pasillo a lo que el mayor sólo por educación respondía aún algo seco, no había mucho que hacer en el lugar por lo que sólo le quedaba releer su extensa cantidad de libros heredados por sus antecesores hasta quedarse dormido o encontrara algo interesante en la televisión pero la mayoría del tiempo esta emitía pura basura que lo aburría.

Siendo Sábado por la mañana no tenía mucho que hacer así que tras despertar sólo se mantuvo en su cama acostado acariciando al canino que descansaba apegado a él hasta que se levantó de un salto mirando en dirección a la sala y luego salió corriendo hacia la puerta en donde comenzó a rascar esta moviendo la cola con rapidez por lo que de mala gana tuvo que ir en esa dirección para abrir la puerta, topándose con el tricolor que fue casi arrojado al suelo por la fuerza del braco que lo saludaba feliz de verlo tras tantos días.

—¿Qué haces aquí?, ingrato. –Inició entre dientes el azabache de mirada recelosa, desde luego que seguía enojado por cómo lo sacaron de su propia casa cual adorno reubicable y no iba a quedarse tranquilo así como así—.

—Guten Morgen vater, ONU solicitó un informe de cómo ibas así que vine a verte para saber cómo estabas ya que estaba desocupado –Ignoró el menor entrando al departamento mientras tomaba fotografías sutilmente de cómo el lugar estaba obviamente impecable con todo en orden como sinceramente esperaba ya que su padre siempre fue muy estricto en ese aspecto—.

—Claro, sólo vienes cuando el idiota celeste te lo ordena. –Gruñó Dritte cerrando la puerta de mala gana para luego voltear con los brazos cruzados a mirar a su hijo, no se habían hablado en casi dos semanas como para que viniese sin avisar a revisar su casa tan tranquilo—.

—No es como si tuviese tiempo de sobra para hacer visitas sociales y lo sabes padre –El rubio soltó ya algo fastidiado por la actitud ofensiva del mayor que lo miraba como si hubiese hecho algo malo cuando sólo lo había impulsado a salir de la mansión y ver el mundo actual—.

—Claro, porque el hombre que pasó su tiempo criándote es una visita social.. –El tono del carmesí salió mucho más seco que antes y se giró en dirección a la puerta, abriendo esta con su mano derecha en dirección al elevador– Sal de mi casa, Alemania.

–Vater, yo no quise.. -El alemán menor se mordió el interior de las mejillas cayendo en cuenta de su error mas ya era tarde para disculparse y lo conocía suficientemente bien como para saber que no se le iba a pasar en un día o dos- Llamaré luego para saber cómo sigues..

Entonces sólo se resignó a salir del departamento mirando al suelo hasta que notó una mirada sobre él y al levantar la vista pudo ver rápidamente a una mujer de cabello albino que lo contempló curiosa a mitad del pasillo y que tras notar que también era observada, se dio la vuelta caminando velozmente a un departamento del fondo en donde entró cerrando la puerta. Arqueó una ceja por aquél comportamiento pero lo dejó pasar ya que no para muchos era normal ver a los de su raza tan de cerca, no sabía que había alguien más viviendo en ese nivel pero esperaba que su padre no fuese grosero con aquella joven que consideró bonita.

Tras el de traje formal, el azabache observaba serio y con los ojos entre cerrados desde la entrada hasta que el menor desapareció luego de que el elevador cerrase sus puertas. Sin duda esa muy corta visita había sido suficiente para amargarle el día.

RUBRUM (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora