UNO

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NOTA: Como ya advertí, habrá mucha música noventera, entre los años 1995 y 2000. Incluso encontré música Thai que es un tesoro, que saldrá en algunos capítulos. Como sé que algunos no habían nacido en esa época o eran demasiado pequeños para recordar, les comentaré vivencias mías de esa época cuando tenía entre 10 y 15 años, en el sentido de cómo descubrí la canción que pongo o la historia de la canción. A lo mejor, los lectores que tengan entre 35 a 45 años recuerden con nostalgia estas canciones o los menores les gusta tanto la música noventera como a esta servidora.

El primer tema que escogí es un clásico del britpop, que es "Bitter Sweet Symphony" del desaparecido grupo The Verve de 1998. A finales de los 90', había un canal del cable en donde tú llamabas por teléfono, te cobraban un cargo de aproximado de un dólar y marcabas el código de la canción que querías para que te la tocaran. Nunca lo hice, mi mamá me hubiera asesinado. Una de las últimas canciones que escuché de ese canal fue esta canción que, mientras más veo el video, más me maravillo de su estética simple. Todos estamos esclavizados de la vida, en cierta medida. En el comentario, a la derecha del vídeo, coloco la traducción de la canción.

SECRETOS DE FAMILIA

UNO

Un enjambre de secretos

"La razón se compone de verdades que hay que decir y verdades que hay que callar", Conde de Rivarol.

Era exactamente un veintidós de marzo, el día posterior al que comenzaba la primavera, donde el pasto del suelo se veía más verde, la brisa que flameaba sus cabellos castaños era tibio y las nubes se dispersaban por el cielo de Bangkok. Caminaba a paso lento por la vereda, mirando hacia adelante, aunque la cabeza la tenía perdida en sus cavilaciones. Su vestimenta era la adecuada para la ocasión, pulcramente de traje negro de una marca de lujo con una corbata del mismo color y una camisa impecable blanca, sosteniendo en su mano derecha azucenas con distintas tonalidades de rosados y envueltas en papel celofán, haciendo creer a todo aquel que lo viera pasar que eran para su novia, cuando en realidad caminaba en dirección al cementerio.

A los cinco minutos de entrar al camposanto, se paró enfrente de una tumba, extrañándose que ya había puesta azucenas naranjas. Se imaginó que su hermano ya había venido antes que él y había dejado su respectivo presente. Por enésima vez contempló el nombre de la persona que estaba en ese lugar y, como el primer día, descendieron lágrimas de sus ojos hinchados que era incapaz de detener. El apodado "lobo de las leyes" se convertía ahí en un hombre deshecho que se desarmaba ante aquella pérdida que nunca superaría por más años que pasaran. Dejó las flores en la tumba y se puso una mano en el pecho para hablarle a una de las personas que más había querido en su vida.

—Hola, ¿cómo estás? —ya se le estaba quebrando la voz en contra de su voluntad —Me gustaría saber que estás bien, donde quiera que estés. Eso me consolaría un poco, porque cada día te extraño más —hipó el hombre de mediana edad —. Sabes que me convertí en uno de los mejores abogados de Tailandia, me encantaría que estuvieras conmigo para que celebraras conmigo todos mis triunfos y me consolaras en las derrotas. Todavía tienes ese privilegio de ser una de las pocas personas que sabe hacerme sentir mejor —a medida que avanzaba en su discurso, los sollozos le impedían seguir hablando —. Porque eres la única que entendería que algo me falta y sabrías exactamente qué hacer. Cocinarías mis galletas favoritas, tomaríamos un té de frutos rojos que tanto te gustaba y me darías esos consejos que tanto echo de menos. Tú me conversarías de tus amigos, de tu marido, de los cuatro hijos que querías tener y de esa pastelería que tanto soñabas poner...

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