DIECISIETE

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ADVERTENCIA: En el presente capítulo se verán insinuaciones de maltrato infantil psicológico y costumbres homofóbicas que no representan en absoluto con el pensamiento de la autora, que únicamente se utilizan con fines argumentativos.

NOTA La siguiente canción no necesita muchas cartas de presentación. Es una de las canciones más icónicas de fines de los noventa. Quizás los que son más jóvenes la han escuchado y no saben el nombre de la canción, y los que somos mayores todavía lloramos con la película "City of Angels", que por cierto es una de las más lacrimógenas que he visto en mi condenada vida, siendo esa la razón por la que solo la pude ver una sola vez.

Como no quiero repetir artistas, estuve indecisa entre poner "Name" (otro tema más que recomendado por su servidora) o este. Sin embargo, me decanté por "Iris" de los Goo Goo Dolls de 1998 porque creo que no existe tema que calce más con la escena BrightWin de este capítulo, ya que Bright siente que nadie lo entiende, pero finalmente quiere que Win lo vea tal cual es. La traducción en el cuadradito derecho.

SECRETOS DE FAMILIA

DIECISIETE

Una pequeña victoria

"No hay secreto que el tiempo no revele", Jean Racine.

Era un bar estilo vintage con música de ambiente algo estridente, donde casi todos los clientes eran muchachos universitarios que eran algunos años menores que Ohm. El abogado no quería que nadie lo reconociera, yéndose a un lugar alejado de sus círculos sociales. Sin embargo, tanto como Bright como First se sentían como peces fuera del agua en medio de chiquillos que bebían tragos baratos de acuerdo con el presupuesto de estudiante. Así que, para huir del bullicio, se sentaron en unos sillones que estaban al fondo en una esquina. El cantinero llegó a volar para atender a personas que tuvieran más poder adquisitivo que los clientes habituales, ofreciendo las mejores cervezas que tenía el bar, a lo que Bright señaló que estaba bien para ellos.

—Bright, ¿qué pasó? —preguntó el menor de los hermanos que estaba dividido entre la curiosidad por saber la pelea más grande que su familia tenía en años y la preocupación porque el abogado no había hablado más allá de lo indispensable.

—No quiero hablar de eso, Ohm —respondió Bright, echando el cuerpo en uno de los sillones mientras observaba los cuadros de avisos publicitarios tailandeses y las placas de patentes vehiculares que se remontaban a finales de los ochenta —. Acabo de pasar una rabia muy grande y no quiero desquitarme contigo —agregó, para luego tomarse casi toda su cerveza de un sorbo.

Tanto First como Ohm hicieron lo propio, consumiendo las cervezas con la boca cerrada, viendo como los más jóvenes disfrutaban de la noche. Les fue divertido contemplar que estudiantes de universidades rivales hicieran las competencias típicas de quien podía beber más tragos, pero ni con esa distracción lograron que Bright soltara una sola palabra de lo que había ocurrido en la casa con Tu y su madre.

Ante ese panorama, el trigueño intuyó que sería más fácil que el abogado hablara si estaban a solas, por lo que se le ocurrió una idea para que el menor se ausentara por unos cuantos minutos.

—Ohm, ¿por qué no me averiguas si me pueden hacer un Martini Coco? —consultó First con esa sonrisa bien ancha que a casi toda la gente le era imposible decirle que no.

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