TREINTA Y SIETE

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ADVERTENCIA: En este capítulo se referirá al suicidio y habrá una escena bastante fuerte al respecto. Espero que la lean con bastante precaución, especialmente las personas sensibles, porque estoy pensando seriamente a elevar esta historia a la categoría de madura solo por esta escena, ya que será bastante fuerte.

NOTA: Ya había anticipado en el capítulo veintidós que utilizaría dos canciones de la serie "Buffy, the vampire slayer". Esta canción se toca en la sexta temporada, cuando todos se pelean con todos: Tara termina con Willow por su adicción de la magia, Dawn no quiere saber nada de Tara porque terminó, Giles deja a Buffy porque siente que su pupila ya no lo necesita, y Buffy está viendo a Spike como alguien que le hace olvidar el vacío que tiene dentro. La escena es magistral y de fondo está una de mis canciones favoritas que haya salido en una banda sonora de una serie.

La canción tiene varias versiones interpretadas por la misma cantante. De hecho, la canción aparece en dos álbumes. Sin embargo, "Good bye to you" del año 2000 quedará grabada en todos los adolescentes de ese entonces en la icónica escena que la propia Michelle Branch interpreta en el Bronze, el bar que iban Buffy y sus amigos, mientras todos están separándose, tal como se muestra en el siguiente video. Una escena que emocionó a toda una generación. La traducción está en el cuadradito derecho, que la disfruten.

SECRETOS DE FAMILIA

TREINTA Y SIETE

Jaque mate al Rey

"Por severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre", Jardiel Poncela.

—¡Yo debí haber estado dentro! ¡Se los dije! ¡Yo debí haber entrado con mi hijo!

Quizá no habían pasado ni cinco minutos desde que Ohm había partido con sus hermanos al despacho de New, pero para el diseñador la hora no avanzaba, su mente se nublaba y estaba pensando con menor claridad de la que quisiera. Necesitaba oír un grito, que alguien lo llamara, que su hijo lo buscara, cualquier cosa antes de andar paseándose de un lado a otro por la sala de estar hecho un loco, como si quisiera cavar un hoyo en aquel lugar. Ni los tés de Erika o las palabras de apoyo por parte de los demás parecieran mitigar un poco su ansiedad de padre.

—Es un tema complicado, Tay... —refutó el empresario en el tono más suave de su compilación —A lo mejor, están consolando a Ohm o aún no se recupera de la impresión. Ten un poco más de paciencia, por favor.

—Newwie, soy yo el que te pide que no me pidas paciencia —solicitó el diseñador con el corazón retumbándole por todo su cuerpo —. He esperado veintitrés años para que llegue este día y, ahora que llegó, solo quiero aclararle a Ohm lo que pasó con su madre.

—Tay, no eres el único nervioso —advirtió Khaotung, que estaba sentado al lado del economista y con una mano en la espalda —Nanon está igual o peor que tú.

Al contrario del diseñador, el joven no había pronunciado una palabra desde que su novio se había ido con sus hermanos. Estaba situado entre el publicista y el modelo, que estaban acompañándolo en un intento de consuelo, pero sentía que solo su cuerpo estuviera allí, porque su corazón se había ido con Ohm. También estaba desesperado por ir a aquel despacho y saber qué estaba ocurriendo allí, pero estaba más resignado que Tay a esperar desde su asiento que pasara lo que tuviera que pasar.

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