VEINTISÉIS

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ADVERTENCIA: El capítulo no está apto para cardíacos. El que avisa no es traidor.

NOTA: Recuerdo que a mí nadie me enseñó lo que era gay, lesbiana, bisexual. De hecho, no se hablaba mucho en los noventa y, era como un tema tabú y, si lo hacían, era para reírse del compañero de colegio que no cumplía con alguno de los cánones propios del macho hispanohablante. Sin embargo, hubo tres programas que me abrieron la mente: Sailor Moon, no ha existido mejor pareja GL que Haruka y Michiru; Buffy, del que ya hablé; y Dawson's Creek, en que vi por primera vez vi un beso gay.

En perspectiva, Dawson's Creek era una serie regular tirando para mala y el protagonista fue tan mal desarrollado que te importaba muy poco lo que pasaba con él. Su interés amoroso inicial, Joey, no lo hacía mucho mejor. Después de que se graduaron de la secundaria, la trama fue a pique, pero le dieron un final decente. Es una serie que, en mi opinión, pasa sin pena ni gloria por tu vida. Lo único memorable son Jen, Pacey y el sinfín de canciones de cantantes que son desconocidos para una gran mayoría, aunque son tesoro cultural para los que vivimos esa época. Les presento una cantante para nada conocida, llamada Sarah Masen, pero este tema apareció en el segundo capítulo de la serie: Flames of Truth de 1996. Mejor tema para hablar de las verdades del fénix, imposible. Traducción en el cuadradito derecho. Que lo disfruten.

SECRETOS DE FAMILIA

VEINTISÉIS

Efecto dominó

"Nuestra historia fue como un efecto dominó. Y aún no sé quién tiró la primera ficha", Diego Ojeda.

No era un restaurante caro ni barato, ubicado en un punto intermedio entre la casa de sus padres y la oficina. Era de esos típicos en que servían con una linda vajilla y manteles de tela, pero no se perdía la calidez de la atención hecha por sus propios dueños y unos pocos empleados que conformaban una familia hecha con el esfuerzo del día a día. Aquello contrastaba con la severidad de su rostro que lo podía notar hasta el último de los comensales y su mirada gélida que se había mantenido fija desde que había llegado al lugar.

No había proferido ninguna palabra a excepción para pedirle al mesero lo más liviano del menú, ya que con cualquier otra cosa se indigestaría. Ni siquiera la llegada de su madre hizo que Bright hiciera algo más para saludarla que levantar ligeramente la cabeza. Así que se mantenía en silencio, preparándose a la arremetida de Bara, quien apenas miraba a los ojos a su hijo con un rostro rígido que evidenciaba su marcado disgusto.

Como forma de desquitarse con el abogado, la mujer solicitó lo más costoso del menú, sin importar que demostraba así su poca clase de no saber mezclar los vinos con la comida. Al castaño le daba igual el dinero, no era un restaurante lujoso como para reventar la tarjeta de crédito, pero de todas maneras lo encontraba una chabacanería por parte de su madre.

—Supongo que has decidido qué hacer —habló la mujer en tono cortante al mismo tiempo que jugueteaba con el tallo de su copa de vino.

—No necesitas preguntarme cuál es mi decisión —Bright se dio una pausa, bebiendo sin apuro el agua que estaba en la enorme copa, creando en el ambiente más tensión del que ya había entre ambos —. No hay nadie en mi vida sobre Ohm, así que terminé mi relación con...

—No menciones su nombre, me basta con saber que lo hayas puesto en su lugar, que es tenerlo lejos de ti —siseó Bara asqueada de solo pensar en aquel inmundo que se había atrevido poner las manos sobre su hijo —. Ahora necesito que fijes fecha de matrimonio con Tu lo antes posible.

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