Capítulo 9

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El aire se sintió como lamas de fuego ardiendo en mis pulmones paralizados, mi cuerpo estaba inerte, y, me sentía más entumecido con el pasar de los segundos, incapaz de creer lo que mis ojos veía ante la realidad de lo que tuve que afrontar

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El aire se sintió como lamas de fuego ardiendo en mis pulmones paralizados, mi cuerpo estaba inerte, y, me sentía más entumecido con el pasar de los segundos, incapaz de creer lo que mis ojos veía ante la realidad de lo que tuve que afrontar. Negué con la cabeza rechazando la idea de creerlo. No, no podía ser cierto. De todas las personas que habitaban este planeta, no tenía que ser él. 

Me negaba a considerarlo. 

La saliva solo resecó mi garganta apretada, mis manos cosquillearon ante la necesidad de destruir aquel dibujo, para que ninguno lo viera, con el objetivo de que nadie conociera a mi Razel de esa manera. Mi corazón latía con fuerza en mis oídos, por lo que las voces a mi alrededor eran simples ecos incongruentes. 

—¿Jungsoo, qué ocurre? Te quedaste en blanco, acaso reconociste a... —En el momento que ella vio el retrato quedó igual de paralizada. 

Sus labios se abrieron una y otra vez, sin emitir un solo sonido, luciendo como un pez fuera del agua. Sus ojos, abriéndose en toda su capacidad, casi juré que había dejado de respirar al igual que yo. 

—¿Qué ocurre? ¿Tan mal quedó? Estoy seguro de que lo dibujé lo más parecido que pude... —Este observó el retrato en varios ángulos frunciendo el ceño—. Tampoco está tan mal hecho como para que hayan quedado como si hubieran visto un fantasma. 

—Quisiera creer que lo es —murmuró Natasha antes de girar a verme con notoria indignación en su rostro—. No puede ser posible que sea él, él está muerto, ¿recuerdas? Es imposible que... Aguarda. No me digas que tú y él... 

No podía ni siquiera mirarla, sabía que si lo hacía en ese momento ella descubriría mi secreto, o bueno, lo que fue alguna vez lo fue uno. El pánico me dejó un efecto muy extraño en el pecho, como si las paredes de ese sitio se estuvieran cerniendo sobre mí. La sensación de claustrofobia fue agobiante, por lo que lo primero que pensé fue huir de ese lugar. 

—Jungsoo, mírame. —Apretando la mandíbula, obedecí maldiciendo para mis adentros—. Dime que esa persona no está viva, él está... 

—No es Yeonsuk. Tenlo por seguro... —Aquellas palabras se sintieron amargas en mi paladar. Se levantó de la silla y golpeó con fuerza mi hombro con la frustración dibujada en su rostro. 

—¿¡Cómo demonios te atreves a ocultarnos eso!? —Me sobé la zona afectada, mierda. Esa chica sí que tenía fuerza cuando quería. 

—No es algo que tuviera que ver con nuestra misión —me defendí. 

—¿¡Qué no tiene que ver!? ¡Por supuesto que tiene que ver, Park! ¿¡Tienes idea de lo vulnerable que eres ahora que ese tipo existe!? Si fuera por ti, te pondrías en bandeja de plata como sacrificio si él te lo pidiera. —Y por más que me negara ante eso, ella tenía razón, soltando un bufido, se pasó las manos por el rostro para tratar de calmarse, pero era imposible—. Hablaré con Evans, no puedes estar en esta misión. 

EN DISTINTA PÁGINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora