Capítulo 18

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—Tenías razón con lo que dijiste ese día, somos ineptos para el cargo que debemos ejercer y me siento profundamente avergonzado de que ustedes hayan tenido que arreglar nuestros errores, te pido una disculpa sincera —fue él quién rompió el silencio

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—Tenías razón con lo que dijiste ese día, somos ineptos para el cargo que debemos ejercer y me siento profundamente avergonzado de que ustedes hayan tenido que arreglar nuestros errores, te pido una disculpa sincera —fue él quién rompió el silencio. 

El recuerdo de lo que dije me hizo sentir apenado. 

—No debí haber dicho eso, lo lamento, Evans. Estaba tan molesto que desquité mi enojo contigo sin tener motivos válidos para hacerlo. —Este negó con la cabeza dejando salir una risita. 

—Estoy seguro de que más de una persona llegó a pensar eso de nuestro equipo. —Nos detuvimos frente a una puerta de metal, regresó su vista a la mía—. Siempre admiré su sinceridad y determinación, Jungsoo Park. Aunque parezca lo contrario, lo admiro mucho. Sé que esta misión no ha sido para nada fácil dado a las circunstancias en que resultaron las cosas, y el hecho de que tenga que interrogar a un hombre como él debido a la situación que ambos comparten me hace sentir compasión por usted. 

Solté un suspiro pesado. 

—Puedo manejarlo, haré todo lo que esté a mi alcance para que obtengamos lo que estamos buscando. —El hombre a mi lado asintió. 

Pasó una tarjeta por el escáner de acceso incrustado junto al picaporte y este emitió un pitido antes de que la puerta se entreabriera. Entré detrás de él a una habitación en la que estaban presente diez sujetos: cada uno tenía algo distinto frente al monitor que había delante de ellos, pude distinguir a Tyler al otro lado de la sala, quien al tener contacto visual conmigo movió su mano en el aire como forma de saludo. 

El aire acondicionado en aquel cuarto era igual de intenso que del pasillo, el olor a desinfectante presente solo me motivó arrugar la nariz. Mis ojos continuaron recorriendo el lugar. Frente a los monitores, había una enorme ventana rectangular, cuyo vidrio, seguramente polarizado, mostraba otro salón vacío de paredes blancas. 

El lugar era muy similar a aquellas cabinas de interrogatorio que tenían los sitios policiales, Razel se encontraba encadenado de pies y manos en una silla de metal en la mitad de la otra sala, se hallaba frente al gran ventanal y su mirada estaba fija en el suelo. Al igual que Sam, este lucía agotado. Podía jurar que había perdido peso, ya que se veía delgado y muy pálido. 

—¿Para qué son los monitores? —interrogué sin apartar la mirada de su persona. 

—Supervisan cada aspecto de lo que hace, su ritmo cardíaco, las ondas cerebrales y demás signos que nos permitan saber que está sano. —Nos paramos frente al gran ventanal en el momento exacto que el Dominante levantó su mirada. Casi pude jurar que clavó su vista en mi persona y esa idea causó que sintiera que mi estómago se estrujara de forma molesta—. No puede vernos. 

—¿Por qué no? 

—Las salas de interrogatorio cuentan con equipos desarrollados que privan los poderes de cualquier criatura a la que es ingresada. No puede vernos, ni tampoco oírnos. —Asentí de forma lenta cruzándome de brazos contra el pecho. 

EN DISTINTA PÁGINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora