Capítulo 27

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La música resonante en el bar no pudo aminorar la sensación de vértigo que mi cuerpo se encontraba experimentando

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La música resonante en el bar no pudo aminorar la sensación de vértigo que mi cuerpo se encontraba experimentando. El nudo en mi estómago se apretó de forma asfixiante a tal punto que juré sentir el escozor de la cerveza digerida, cosquillear mi esófago. Mis manos temblaban ligeramente y mi cabeza estaba llena de interrogantes que rodeaban en torno a lo que estaba sucediendo con Razel en mi ausencia. ¿Qué le estaba contando a sus "Progenitores"? ¿Cómo se lo estaban tomando? ¿Acaso era siquiera creíble lo que ambos estábamos experimentando? 

En sí, todo era una locura, todos los acontecimientos que han sucedido desde su concepción. Nuestro reencuentro no solo desencadenó un debate moral por parte de aquel hermoso hombre, sino también había afectado mi forma de vivir aquella monotonía que había sido de mi vida después de su partida. 

Era increíble que el mismo ser humano aún lograra colorear mis días de tal manera. Aun con vivencias diferentes, otra identidad, creencias y valores opuestos a su antigua vida e incluso, aun cuando estábamos en distinta página, él todavía seguía afectándome de la misma forma que lo hacía, sin siquiera mostrar un gran esfuerzo en hacerlo, su simple esencia era aquella aura envolvente que me regresaba a la vida y que añoraba tener para siempre si él me lo permitía. 

Mi pie se movió de forma constante en el suelo a medida que los segundos fueron trascurriendo lentamente frente a mis narices; el malestar de la incertidumbre se sintió amargo en mi paladar, como un helado contacto por mi espalda, trayendo un desasosiego intenso que no solo me motivó a mirar la pantalla apagada del teléfono, sino también, el holograma en luz rojiza que se implementaba en la pared color vino del bar donde indicaba la hora. 

Habían pasado tres horas, tres malditas horas sin ninguna noticia. 

La espera se hizo más agobiante que escuchar a Hal, reñirme por imprimir los registros contables en vez de hacerlos a mano, como a él le gustaban. Giré mi cabeza con brusquedad a ambos lados, haciendo tronar mi cuello de forma audible, ganándome una mirada cargada de fastidio por parte de Natasha, quien yacía a poca distancia realizando el itinerario de las bebidas que había hecho la noche anterior. 

—Me estás poniendo de los nervios, Jungsoo Park. Podrías dejar tu culo quieto... —sentenció esta por encima de la música. 

Los chicos estaban afinando los instrumentos. Hal había regresado a su oficina luego de obtener su botella de cerveza y Olivia estaba sentada a varias sillas a mi izquierda jugando algún juego de supervivencia en su teléfono, ajena de mi incertidumbre. 

—¿Y si le ocurrió algo? ¿Debería ir de todas maneras? —interrogué. 

Ambas chicas frente a mí bufaron, por lo que las miré mal mientras fruncía la nariz. 

—No —dijeron al unísono. 

Solté un nuevo suspiro, pasándome las manos por los mechones que caían en mi rostro. Tomando varias respiraciones, intenté mantener mi mente despejada. Me forcé a imaginar la mayor cantidad de escenas positivas en mi cabeza, incluso si hacían falta. Traté de crearlas, imágenes donde ponía a todos los chicos bailando la macarena en el escenario mientras estaban disfrazados de ovejas con bikini. Imágenes que no tardé en mostrarles a todos los presentes en sus mentes, haciendo que los ojos de estos se clavaran en mi persona, sonreí con inocencia. 

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