Capítulo 19

18 3 0
                                    

Salí del elevador una vez que las puertas se abrieron en el piso octavo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Salí del elevador una vez que las puertas se abrieron en el piso octavo. Al final del pasillo, junto a la puerta de la sala de interrogatorio, se encontraba Sam frente a Tyler, quienes dirigieron su mirada a mi dirección a medida que me acerqué a estos. En el momento que estuve frente a ambos, Evans me entregó una tarjeta cuyo nombre de mi persona estaba impreso en este. 

—Es la llave de acceso a las salas. —Explicó. Su mirada fue dirigida a la maleta que llevaba conmigo colgada en mi hombro—. ¿Qué traes allí? 

—Comida. —La extrañeza se dibujó en su semblante—. Estoy seguro de que seguirá negándose a recibir alimento por parte de ustedes. 

—¿Y qué te hace pensar que te recibirá la comida que traes? —Tyler preguntó cruzándose de brazos.

—Tengo fe de que sí. —Volví mi vista a Sam, levantando las cejas—. ¿Hubo alguna novedad en mi ausencia?

—¿Sin mencionar que le facturaste cuatro costillas a uno de los nuestros y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente? No. Solo eso. —Asentí pasando de largo—. ¿Vas a entrar ya?, ¿No quieres ver los informes? 

Negué con la cabeza presionando la tarjeta contra el escáner.

—Dijiste que no había una novedad, puedo verlos después. —La seguridad cedió y entré sin decir más. 

Pasé por la segunda puerta y Razel clavó la mirada en mi persona. Como era de esperar, se encontraba en las mismas condiciones en las que lo había visto el día anterior. Caminé hacia este y dejé la maleta a varios metros de donde estaba. El silencio en la habitación no solo hizo sonora mis acciones, sino que me permitió notar los otros detalles en las que se encontraba auditivamente el Dominante: su respiración era pesada y su ritmo cardíaco era normal.

—Pensé que había dejado en claro que no quería verte de nuevo —él rompió el silencio.

—¿Eso es lo que realmente quieres, Razel?

—Sí. —Me acuclillé a su altura, siendo seguido por aquellos ojos fríos y analíticos.

—Me parece justo que negociemos.

—No voy a darles lo que me piden...

—No quiero esa clase de información hoy, quiero que respondas mis preguntas, mías. —Su ceño se frunció.

—¿Por qué debería hacerlo?, ¿Qué gano con eso?

—Será recíproco. Quieres respuestas de mi parte, ¿No es cierto?

—¿Cómo voy a estar seguro de que no me mientes? —Entrecerró los ojos, tenía un buen punto— Está claro de que te niegas abrirte a mí, ni siquiera puedo acceder a tus pensamientos.

—Ni yo a los tuyos. —Me miró sin comprender—. Ese día en el restaurante fui yo quien quiso entrar a tu mente.

—Fuiste tú... —Asentí no muy orgulloso de eso—. ¿Por qué?, ¿Desde cuándo?, ¿Desde el principio supiste que era yo?, ¿Por esa razón te acercaste a mí?

EN DISTINTA PÁGINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora