Capítulo 37

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El sol ardía en lo alto a pesar de que faltaba poco para el atardecer

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El sol ardía en lo alto a pesar de que faltaba poco para el atardecer. Los tonos naranjas y rosados bañaban el valle, creando una atmósfera que prometía todo lo que se alejaba de nuestra verdadera realidad, o al menos de la de Yeonsuk. Desvié mi mirada del frente y la llevé hacia un costado, donde pude contemplar el perfil del Dominante. Sus ojos castaños estaban absortos, fijos en un punto distante. Los músculos lucían tensos bajo aquella camisa blanca. Lucía... Perdido.

Y lo entendí.

El último mensaje fue el más sangriento, más traumatizante y el solo recordar su expresión me motivó a querer ver el mundo arder. Me molestaba profundamente verlo sufrir, sintiendo la pesada carga de ser el objetivo de amenazas y ser parte de una brutal masacre que parecía no tener fin.

—Les dimos sepultura en el bosque de las luciérnagas. —Su rostro se deformó en una mueca de dolor.

Deseé que me lo pasara. Quería llevarlo si sería necesario para aminorar la carga en su corazón. Verlo tan afectado solo amenazó con destruir el mío a niveles que apenas podía soportar. Sus labios temblaron ante un suspiro en el mismo estado.

—¿Cuántos fueron? —Apreté la mandíbula ante su pregunta.

Sus ojos, humedecidos y enrojecidos, se cruzaron con los míos; reflejaban el profundo dolor que había experimentado, el legado de sus intensas lágrimas. Una vez más, sentí un profundo odio hacia ellos por esa razón. Odié a los autores de todo eso y aborrecí la idea de no poder hacer mucho en ese momento.

—No lo sé. —Aparté la mirada.

—Jungsoo, ¿cuántos fueron esta vez? —Me tensé.

—¿Hará alguna diferencia saber el número? ¿Es importante?

—Lo es. Para mí lo es. —Sentí su mirada quemar mi dermis—. Por favor, solo dilo.

—Papá no sabe un número en concreto, quizás fueron treinta y ocho. —Yeonsuk lloriqueó.

De inmediato, busqué su mano para atraerlo a mi cuerpo, donde este se aferró a mi cuerpo, soltando ahogados sollozos. Mis ojos pronto se inundaron de lágrimas. ¿Cómo fue que me volví tan indiferente frente a la muerte de mi propia especie? ¿Hasta qué punto me encuentro tan paralizado que ni siquiera puedo sentir la agonía de mi pareja, quien sufría al perder vidas que no merecían ese trágico destino? ¿Cuándo dejó de importarme eso?

—No es tu culpa —me apresuré a aclarar mientras acunaba su cabeza—. No lo es.

Sollozó en respuesta.

Mis ojos se levantaron al cielo, donde las nubes flotaban con cierta pereza en el cielo. Era un día que, a simple vista, podía parecer cualquiera, pero para nosotros estaba teñido de luto en medio de una guerra que parecía interminable. O al menos eso pensaba, hasta que la traición de Yeonsuk a su propio grupo desencadenó la ira de los cazadores, quienes decidieron alzar la bandera de la guerra.

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⏰ Última actualización: Oct 01 ⏰

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