CAPÍTULO 12

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Capítulo 12

Judie Brooks

Esa semana fue la semana más larga de mi vida. Mis padres llegarían esa mañana. Cole se había ofrecido a llevarnos a mí y a Olivia al aeropuerto, pero me negué amablemente. Así que, yo y Olivia habíamos tomado un taxi esa mañana.

En aquel momento nos encontrábamos entre un grupo de personas que seguramente también estarían esperando a alguien. Detrás de todas las personas que salían de la puerta frente a nosotras, logré ver a mis padres. En cuanto ellos estuvieron a unos pocos metros de nosotras fui rápidamente a abrazarlos. El calor familiar de sus brazos rodeándome me hizo sentir como si estuviera de vuelta en mi hogar. En casa.

Me separé de ellos para mirarlos. Mi mamá estaba a punto de llorar, era igual de sensible como yo; y mi papá tenía una amplia sonrisa en su rostro.

—Oh, cariño —dijo mi madre sujetando mi cara entre sus manos—, te extrañamos.

—Yo también los extrañé.

—¿Creciste o algo? Te veo diferente. —dijo mi padre bromeando.

—Sigo igual, papá.

Los tres soltamos una pequeña risita. Mi madre ya estaba llorando.

—Hola, Olivia. —saludó mi padre mirando por detrás de mí a mi amiga.

—Hola. —respondió ella acercándose a nosotros.

—Ven acá. —dijo mi madre a Olivia, quien enseguida se acercó a ella para que mi madre le abrazara.

—Bien, chicas, ¿qué tal si vamos a ver la casa? —dijo mi padre después de mi madre soltara a Liv.

—Sí. Vamos.

Salimos del aeropuerto y llamamos a un taxi. En el camino hacia la nueva casa permanecí observando a mi madre, quien miraba por la ventana toda la cuidad con un brillo en sus ojos.

El taxi se detuvo en donde mi padre le había ordenado, en frente de una casa blanca. Mi papá fue el primero en bajar del coche y enseguida lo hicimos nosotras.

Con las maletas en las manos, mis padres fueron los primeros en entrar a la casa. Entré con mi amiga detrás de mí. Era de un piso, pero muy amplia, paredes del mismo color del exterior. Había cajas por todos lados y algunos muebles desordenados, la mudanza había llegado hace menos de una semana y alguien de la familia se había encargado de ello.

—¿Y bien? ¿Qué les parece? —inquirió mi madre con emoción hacia nosotras.

—Es... bonita. —dije sin más.

Era bonita, pero me transmitía un sentimiento extraño. Era fría. Al hablar las voces se convertían en eco por el espacio, estaba vacía. No lo podía sentir como mi hogar, aunque, con el tiempo, sabía que lo haría.

Todos recorrimos cada cuarto de la casa. Llegamos al que —según mi madre— sería el mío. Igual que el resto de la casa, estaba vacío, solo había una cama pegada a la pared y cajas que —supuse— tendrían mis cosas dentro.

—Tendrás que venir a ordenarla. —dijo mi padre.

—Sí. Tal vez la próxima semana.

Estuvimos todo el día allí. Ayudamos a mis padres a ordenar un poco el lugar. Me sentía bien, feliz. Pasar el momento con mi mamá, papá y mi mejor amiga mientras escuchábamos y cantábamos con la música de fondo y convertíamos esa casa vacía en un nuestro nuevo hogar me hizo desconectarme un tiempo, sin pensar en todo lo nuevo que había vivido en estas pocas semanas, en el pequeño cambio que había hecho en mi vida, en Cole.

Pero cuando empezó a anochecer y llegó la hora de volver a mi nueva vida. Volví a pensar en él. Pensé que era el momento en que le contara a mi madre sobre mis nuevas —pocas— aventuras que había hecho. Entre ellas: Cole

Así que, cuando íbamos de camino a las residencias junto a mis padres —porque querían conocer el lugar—, le mandé un mensaje a Cole.

Judie: Vamos para las residencias, ¿puedes bajar a la recepción?

No tardó ni un minuto en responder.

Cole: Ahí estaré :)

Tardamos menos de diez minutos en llegar y cuando bajamos del taxi que habíamos tomado, mi madre estaba casi igual que yo cuando vi por primera vez las residencias. Avanzamos por el jardín y pude notar como mi madre se detenía a ver las flores. Las amaba, al igual que yo. Llegamos a interior y pude ver el pelo oscuro y desordenado de Cole, estaba sentado en uno de los pequeños sillones de la recepción con su móvil en la mano.

Mis nervios empezaron a aparecer. Y no sé por qué. No esperaba una mala reacción, de ninguno. Tampoco era como si le estuviera presentando a mi novio.

—Cole. —Lo llamé.

Él levantó la vista de su móvil con una sonrisa en su rostro al escucharme. Se puso de pie y se acercó a nosotros. Mis padres observaban el lugar con atención, así que tal vez no se percataron de que Cole venia hacia acá.

—Judie, Olivia —saludó con un movimiento de cabeza— ¿Cómo les fue?

—Bien, de hecho...

—Judie.

Escuché a mi madre llamarme mientras se acercaba. Llegaron a mi lado y miraron a Cole.

—Oh, ¿interrumpí? —preguntó, después de darle un miradita a Cole.

—No. De hecho —mi voz tembló un poco a causa de los nervios— ¿Se acuerdan de Cole?

—Claro.

Extendí mis manos hacia el nombrado y mis padres lo volvieron a mirar. Él solo sonrió.

—¡Cole! —chilló mi madre— Por Dios, ¿cuánto has crecido? —lo abrazó con fuerza.

—Un gusto volver a verlos, señorita Brooks. —dijo Cole con amabilidad después de que mi mamá se separara de él.

—Igualmente, Cole ¿Desde cuándo se volvieron a ver?

—Un poco después desde que llegamos. —respondí.

—¿Por qué no nos habías contado, Judie? —inquirió mi madre.

—Eeeh... Era una sorpresa. —me encogí de hombros.

Miré a Cole, quien esbozaba una sonrisa divertida.

Estuvimos un tiempo hablando con mis padres, pero cuando ya se había hecho tarde y el cielo ya era oscuro, mis padres se marcharon de vuelta a la nueva casa. 

Reencontrados Para Siempre [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora