CAPÍTULO 22

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Capítulo 22

Judie Brooks

Después de las clases, Olivia y yo fuimos a mi casa. Dios, que raro había sonado eso. Pero sí, me había empezado a acostumbrar a estar allí. El punto es, que estaba en mi habitación, limpiando un poco la estantería donde estaban mis libros. Se llenaba de polvo muy rápido. Olivia permanecía recostada en mi cama hablando sobre algo de la universidad. Hasta que el sonido de mi móvil interrumpió su hablar.

—¿Quién es? —preguntó, curiosa.

Dejé el libro que sostenía en mi mano nuevamente en la estantería. Saqué el móvil del bolsillo trasero de mis pantalones. Fruncí el ceño al ver el contacto.

—Cole.

—Anda, contesta.

Lo hice y puse el altavoz.

—¿Hola?

—¡Judie! ¿Estás ocupada?

Miré a Olivia, quien sacudió su cabeza de un lado a otro.

—Eeeh... No. Bueno, estoy en mi casa, pero no estoy ocupada ¿Pasó algo?

—No. Solo quería saber si querías ver las fotografías que he traído. Dijiste que querías verme de pequeño.

—Sí, ¿quieres venir a mi casa? O sí quieres puedo regresar.

—Voy para allá. No tardo.

Colgó antes de que pudiera despedirme.

—Bien, llegó la hora de irme.

Ella se levantó de mi cama y empezó a tomar sus cosas.

—¿Qué? No, quédate. —traté de detenerla.

—Lo siento, Jude. Pero los dejaré solitos. Te quiero.

Y salió de mi habitación antes de que yo volviera a protestar.

Terminé de limpiar rápidamente mi habitación. Veinte minutos después, el timbre de casa sonó. Grité que yo abriría la puerta para que mi mamá no lo hiciera. Y cuando la abrí, Cole estaba al otro lado con una mochila colgada de su hombro y dos pequeñas cajitas en sus manos.

—Hola, Judie.

—Hola. Ven pasa.

Me aparté del medio para que el pudiera entrar. Cerré la puerta para después girarme a él. Pero mi mamá ya se me había adelantado.

—Cole, cariño, ¿cómo has estado?

—Bien, señora, ¿Y usted?

—Igual. Ven siéntate.

—De hecho —le interrumpí—, iremos a mi habitación.

—Oh, de acuerdo. Sí necesitan algo aquí estoy.

—Sí, mamá.

Empecé a andar hacia mi habitación, pero esta vez yo fui la interrumpida.

—Espera —dijo Cole girándose hacia mi madre—. Señora, le traje unas galletas para usted y su esposo. —le ofreció una de las cajitas que antes tenía en sus manos.

—Muchas gracias, Cole.

—No hay de qué. Ahora, sí me disculpa, iré con su hija.

Reencontrados Para Siempre [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora