CAPÍTULO 33

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Capítulo 33

Judie Brooks

Recuerdo las mañanas de navidad cuando era pequeña, siempre era la primera en despertarme e ir a abrir los regalos. Claramente esta navidad fue diferente, porque lo primero que hice fue ir a preparar el desayuno —o intentar— a mis papás junto a Olivia, ella se quedaría junto a nosotros toda la semana.

La noche anterior, habíamos hecho el pequeño intercambio de regalos que hacíamos todos los años. Al final había decidido regalarle unas camisetas idénticas a mis padres, sabía que a mi madre le encantaban, y aunque a mi padre no tanto, lo aceptaba solo porque a mi mamá le hacían feliz. A Olivia un conjunto de ropa que hace un tiempo ella había estado queriendo. Y a mí, mis padres me habían regalado unas nuevas camisetas de Harry Styles, y mi mejor amiga un libro con una portada hermosa. Sí, estoy obsesionada con las portadas bonitas en los libros.

Esta semana había sido un poco mejor que la anterior en cuestión de las salidas con los chicos. No habías vuelto a ir a ninguna fiesta ni nada de eso, pero cada día, íbamos a casa de alguno de nosotros para ver alguna película.

Y, bueno, sobre la relación de Kate y Eliot, aun no podría decir nada acerca de ello, parecía ser cómo antes, pero los había pillado dándose miraditas. Pero todo bien.

Olivia y yo terminamos de hacer un intento de Hot cakes, que muy mal no habían salido a decir verdad, y nos sentamos con mis papás en la mesa.

Mi papá fue el primero en decir algo:

—No parecen tan crudos ni quemados como pensé. —bromeó.

—Oh, cállate, Jack —le dijo mi mamá, con humor—, que la última vez que tú intentaste hacerlos se te quemaron.

—De mí no estamos hablando ahora. Estamos admirando los hermosos Hot cakes de las niñas.

Yo intento aguantar la risa pero se me hace imposible. En realidad, todos nos empezamos a reír, excepto mi madre, quien puso los ojos en blanco.

Yo y mi mejor amiga no tardamos mucho en irnos a las residencias para reunirnos con nuestros amigos. También haríamos un pequeño intercambio de regalos, con cosas pequeñas y dentro del presupuesto de unos adolescentes, pero con cariño.

Cuando todos ya estuvimos reunidos en la recepción, cada uno repartía los regalos a las personas correspondientes. Hasta que solo quedábamos Cole y yo.

Yo fui la primera de los dos. Le entregué a cada uno lo suyo, a excepción de Olivia, pero mi mirada permaneció en las manos de Cole mientras abría su regalo.

—Yo... —traté de que mi voz no demostrara lo nerviosa que estaba. Tenía miedo de si le gustaría o no—. Fue el único que encontré en la librería, bueno, aparte de otro que en la portada aparecía un chef que no conozco, pero ya sabes que elijo los libros con mejor portada, y una pila de Hot cakes es mejor que una persona en la portada, y...

—Ey, tranquila, que te quedas sin aire. —Cole me paró.

Y sí, ya me estaba faltando el aire de tanto hablar.

—Es un bonito recetario. —digo mirando la portada con una sonrisa de lado.

—Lo siento, no soy muy buena en regalos.

—No te disculpes, me encantó. —dijo, y lo dijo con tanta sinceridad que sonreí de manera inconsciente.

Y por un momento, me olvidé de todo, solo miraba sus profundos ojos marrones y él miraba los míos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Pero todo ese mágico momento fue interrumpido por la sacudida de hombro que me dio Olivia.

Mi atención volvió a mis demás amigos. Todos en ese pequeño círculo de adolecentes nos miraban a mí y Cole con el ceño fruncido.

—¿Mande? —me obligué a decir para que la incómoda escena terminara.

En tres cortos segundos pasó lo siguiente: Lisa y Kate intercambiaron una mirada, Eliot miró con los ojos abiertos a Cole, Y Olivia fue la que atrajo de nuevo la atención de todos.

—Cole, tu turno.

—Ah, sí.

Él tomó los últimos regalos envueltos de la mesa que había entre todo el circulo y le entregó uno a cada uno de nosotros. El mío venía envuelto en un papel color morado y azul muy lindo que hasta me dio un poquito de pena romperlo.

Nada más al ver un costado supe que era un libro. La portada era una ilustración de una carta.

Cartas para ti que nunca envié. —leí el título del libro.

—Me dejé guiar por la bonita ilustración de la portada. —dijo él—. ¿Qué te parece?

—Me gustó mucho, gracias. —Le sonreí.

Estuvimos un par de horas más ahí en la recepción hasta que se hizo de noche y cada uno tenía que volver a su casa.

Mi padre era el encargado de recogernos a mí y a Olivia, pero al parecer se le había hecho un poco tarde. Así que, yo y mi amiga estábamos afuera sentadas en la acera esperando, hasta de repente escuchamos a alguien gritar mi nombre.

Cole estaba parado a unos cuantos metros de nosotras, mirándome.

Me hizo una seña con la mano para que me acercara a él y lo hice.

—¿Necesitan que las lleven? —me preguntó.

—No, tranquilo, mi papá ya viene por nosotras. No te preocupes.

—De acuerdo. Pero eso no era lo que quería preguntarte en primer lugar.

—¿Ah, no?

—No. Quería saber si tenías planes para mañana.

—Creo que no, ¿por qué? —le respondí.

—Estaba pensando que podíamos hacer galletas o algo juntos. Como te dije hace unas semanas en tu casa. ¿Quieres?

No voy a mentir que por un momento dudé, porque sí quería hacer galletas con él, lo que no me convencía era tener que comerlas después.

—Claro. —dije al final y tratando de parecer lo más segura posible para que él no se diera cuanta de la duda.

Cole sonrió abiertamente y los hoyuelos aparecieron a los costados de su sonrisa.

—Perfecto —exclamó con emoción—. ¿Paso por ti a las doce?

—Sí, claro. ¿Dónde iremos?

—Ah, las haremos en mi casa. Tengo todos los ingredientes allí.

—Vale. Entonces, nos vemos mañana.

—Buenas noches, ojos miel.

—Buenas noches, Cole.

Y volví junto a mi amiga justo cuando mi papá llegó en el coche.

Reencontrados Para Siempre [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora